CAPITULO 14

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Bethany

–Bethany. –mi padre me miraba cabreado.

Sacudí la cabeza volviendo a la realidad, el recuerdo de una de mis primeras veces provocándome el vomito me había dejado aturdida.

–¿Si? –le pregunté desorientada.

–Nicolle te estaba preguntando algo. No seas maleducada y presta atención.

–Perdón. –me disculpé– ¿Qué decías? –me dirigí a ella intentando sonreír.

Hizo un gesto con la mano, como restándole importancia y me sonrio.

–Solo quería saber que tal en el trabajo, tu padre me dijo que fuiste a una entrevista hace no mucho.

Bebí agua antes de hablar. Este sería un momento perfecto para contar lo que de verdad había sucedido en esa entrevista pero no pude. Sabía que todo lo que conseguiría serían miradas enfurecidas de mi padre y una charla sobre lo irresponsable que era por no leer un contrato.

Ademas estaba segura de que querriaconocer a Adam y no podia someterle a la tortura que es estar cerca de la mirada recriminaroria y juzgadora mi padre. Estaba segura de que le haría algún comentario impropio de los suyos, seguramente acerca de sus tatuajes, y quería incomodarlo. Para mi ya es habitual pero para el no y la verdad, te hace sentir muy mal cuando no estás acostumbrado.

–Uhmm, bien. Bueno conseguí el trabajo.

–¿Enserio? –mi padre me miraba confundido, como si no se lo pudiera creer.

Siempre me ha dado la sensación de que cree que no soy capaz de conseguir lo que me propongo, o al menos nunca me ha hecho sentir apoyada en mis decisiones y metas.

–¡Eso es genial! –chilló Charlotte colocando una mano sobre la mía, gesto que me incomodó muchísimo, tanto que no pude evitar apartar la mano disimuladamente.

Me traía demasiados recuerdos.

–Si. –me encogí de hombros.

–¿Por qué no me habías dicho nada? –me reprochó mi padre.

–Eh... He estado muy liada, el trabajo me ha tenido muy ocupada y también la mudanza.

Pareció convencerle y no insistió, cosa que agradecí. El resto de la comida pasó con tranquilidad, rechacé el postre para no recibir una mirada despectiva y subí a la habitación en cuanto tuve oportunidad. Decidí echarme un rato, no era mucho de siestas pero me sentía agotada mental y físicamente. Hecha un ovillo, intenté conciliar el sueño.

Casi media hora después me percaté de que no me iba ser posible. Aun así no me levanté de la cama, observé a mi alrededor e hice una mueca. Me sabía mal decirlo pero era horrorosa la habitación, mi padre no conoce mis gustos y no es porque no se los explique, más bien es porque no parece interesado cuando le hablo. Es irónico teniendo en cuenta que siempre se queja de que no le cuento cosas sobre mi. Se me van las ganas cada vez que veo que no me escucha. Nadie lo hace.

Ahora mismo me sentía una intrusa en todos lados. Si me ponía a pensarlo no tenía hogar y no paraba de invadir el de los demás. El que lo fue cuando era pequeña, ya no me pertenecía y el que había construido en New York estaba puesto en alquiler. Ahora vivía en casa de una persona medio desconocida y me alojaba en la de la prometida de mi padre.

Jamás pensé que llegaría a este punto. Tampoco esperaba que mi futuro fuera increíble pero no tener casa propia me parece demasiado triste y lamentable. Yo era lamentable.

AMOR POR CONVENIENCIA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora