CAPITULO 21

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Bethany

Me despierto al notar unas pequeñas manos acariciando mi cabeza y haciéndome cosquillas. Froto mis ojos y trato de enfocar mi alrededor pero me resulta difícil puesto que la habitación todavía está bastante oscura. Aun así, cuando me doy la vuelta puedo ver la sonrisa que Maddi tiene en el rostro mientras juega con mi cabello.

–Me encanta tu pelo, tía Bethany. –me dice muy bajito y el corazón se me estruja al escucharla llamarme de esa forma.

Me incorporo ligeramente sobre mis codos sonriéndole con cariño y miro tras ella comprobando que Adam aun sigue dormido y por eso la pequeña está susurrando.

Me fijo en él, su pelo oscuro está muy desordenado, pequeños mechones caen sobre su frente haciéndolo ver tranquilo y más humano. Tiene un brazo estirado a lo largo de la almohada sobre el cual Maddi apoya su cabeza mientras que el otro está apoyado sobre su estómago.

Mi primer instinto  es seguir descendiendo la mirada pero me controlo al recordar que alguien aún espera una respuesta de mi parte. Vuelvo la vista a Maddi y le sonrio.

–Gracias cielo, el tuyo también es precioso. –le digo con el mismo tono de voz– ¿Nos levantamos? –no quiero despertar a Adam.

Ella asintió y después de salir de la cama y ponerme las zapatillas de casa, la ayudo a hacer lo mismo. Me pide que la tome en brazos y lo hago mientras cerramos la puerta de la habitación para no molestar y bajamos a la cocina.

–Hoy me voy, tía Bethany. –comenta cabizbaja una vez estamos preparando el desayuno.

Creo que lo dice más para sí misma que para mí, parece triste. Se queda quieta observando su plato lleno, usando el tenedor empieza a remover y a jugar con comida aún con la cabeza agachada. Se nota que aquello no la pone de buen humor, ahora más bien se le ve apagada.

Recordarlo tampoco es  algo agradable para mi, estos días con Maddi han sido como un rayito de luz en mi vida, he disfrutado mucho de cuidarla y compartir momentos con ella. Desde pequeña he tenido instinto maternal y este finde he sentido como mi sueño de ser madre y formar una familia se hacía, en cierta parte, realidad, cuando estábamos juntas. No se si es una chorrada o estoy exagerando pero así lo he sentido.

Me acerco a ella y le obligo a levantar la cabeza. Coloco su pelo detrás de sus orejas y le sonrio con dulzura tomando sus manos y depositando un pequeño beso en ellas.

–Habrá más días, cielo. Te aseguro que esta no será la última vez que nos veamos.

–¿Lo dices en serio?

–Claro que sí. Siempre que quieras y me necesites estaré ahí contigo, no tengo ningún problema en acercarme hasta tu casa o sino puedes pedir que te traigan aquí.

–¿Y qué pasa con tío Adam?

–¿Qué pasa con él? –le pregunto con el ceño fruncido.

–¿No crees que le molestará que venga?

–Mientras no traigas a tu muñeca fea puedes venir siempre que quieras. –contesta él por mi que acaba de llegar.

Me giro para mirarle sorprendida, tenia pensado decirle algo parecido para que no se sintiera mal pero no esperaba que fuera el quien lo dijera por más que su relación haya mejorado. Maddi al principio se ve igual que yo pero rápidamente cambia su estado a uno entusiasta y feliz.

Corriendo se acerca a él y se lanza a sus brazos sin ningún tipo de cuidado, la emoción de la euforia la controla. A regañadientes Adam la coge y deja que envuelva sus bracitos alrededor de su cuello.

AMOR POR CONVENIENCIA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora