CAPITULO 19

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Bethany

Mantengo los ojos cerrados, sigo adormilada y tumbada en la cama pero incluso así puedo sentir como la cabeza me da vueltas y el estómago también. No se cuanto he dormido ni la hora que es, tampoco me veo con fuerzas de incorporarme para mirar el reloj de la mesilla de noche, estoy devastada.

Intento quedarme dormida de nuevo acurrucandome sobre brazo que está extendido en mi dirección, me transmite un calor agradable y es justo lo que necesito para contrarrestar el frío que tengo.

No me despierto ni siquiera cuando me sacuden con suavidad, me da miedo que el dolor y los mareos se intensifiquen al abrir los ojos y ni que decir al levantarme. Opto por quedarme en mi posición al menos hasta que un sudor frío se apodera de mí obligándome a abrir los ojos.

La habitación sigue oscura, solo es iluminada por pequeños rayos de sol que entran por la ventana. Encojo las piernas acercandolas a mi pecho en un intento de aminorar la acidez que sube por mi estómago. Respiro con dificultad, todo me duele y no se que hacer. Aprieto las sábanas con fuerza entre mis manos para no llorar, me encuentro realmente mal.

Tengo la garganta y la boca seca por lo que con mucho cuidado y miedo empiezo a incorporarme para ir en busca de agua. No he hecho más que levantar la cabeza cuando el cuerpo me falla y vuelvo a caer sobre el colchón, el mareo es demasiado para mi, tanto que no me permite moverme.

–Nena... ¿Que te sucede? –niego con la cabeza pero él insiste hasta que hablo.

–Me encuentro mal. –confieso con un hilo de voz.

Puedo notar como se mueve e incorpora, enciende la lamparita que hay sobre su mesilla de noche y se inclina en mi dirección tomándome de la barbilla, moviendo mi cabeza lo justo y necesario. Me da vueltas todo pero si veo como lo tengo prácticamente encima de mí, me encuentro con sus ojos los cuales me miran con preocupación y el ceño fruncido mientras a mi me cuesta mantenerlos abiertos y aguantarle la mirada.

–Estas muy pálida. –comenta tocándome la cara y frente.

–Agua... –le pido.

No duda en levantarse e ir a por ella a la pequeña nevera que hay a pocos metros, me ofrece la botella con una pajita dentro de ella y bebo unos sorbos hasta saciarme pero incluso el inexistente sabor del agua me transmite rechazo.

–No se que me pasa. –susurro volviendo a hacerme una bolita.

–Shhh, descansa. Pediré el desayuno, creo que te hará bien ingerir algo. –aunque trata de aparentar calma, noto como su ceño no deja de estar fruncido y el ápice de tensión en su voz.

Asiento a modo de agradecimiento y le hago caso volviendo a cerrar los ojos, el sueño no me llega, es imposible dormirse con el malestar de cuerpo que aumenta por minutos. Mi temperatura corporal es inestable, salto del frío al calor en pocos segundos, me tapo con las sábanas para minutos después quitarlas porque estoy sudando.

La cabeza no para de darme vueltas, no se mantiene quieta y mi estómago se encuentra en la misma situación. Noto la bilis en la parte alta de mi garganta queriendo salir por mi boca pero intento detenerlo, no voy a vomitar, eso solo me trae recuerdos horribles que no deseo revivir.

La puerta de la suite se abre a mis espaldas y Adam no tarda en aparecer en mi campo de visión agachándose hasta quedar a la altura de mi rostro.

–¿Qué te apetece?

–Tengo sed. –asintiendo se va para poco después volver con un zumo de frutas.

–Debes incorporarte. –niego con la cabeza– Solo un poco Bethany.

Con su ayuda apoyo mis escápulas despacio en el cabezal de la cama, me ofrece el vaso y con la ayuda de otra pajita comienzo a beber el contenido. Parece sentarme bien, el mareo no se me va y los sudores fríos tampoco pero al menos el estomago se me asienta.

AMOR POR CONVENIENCIA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora