CAPITULO 5

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Bethany

Me desperté sobre las nueve.

Había quedado con Linda a las doce para ir a comprar los vestidos que usaríamos en el evento de esta noche, me dijo que me pasaría a buscar e iríamos en su coche. Como todavía tenía tres horas, aproveché para hacer mi rutina mañanera de siempre.

Empeze por bajar a la cocina y prepararme un café con leche, era imprescindible para mi, si no tenía un café no podía tener un buen día. Me lo subí a la habitación y fui bebiéndomelo mientras hacía la cama, ordenaba un poco la habitación, me vestía con ropa de deporte y me aseaba un poco. Cuando lo terminé cogí lo que iba a necesitar y me dirigí hacia el jardín no sin antes pasar por la cocina y limpiar la taza.

Me metí en él gazebo. Era un lugar precioso que había visto la primera noche cuando estuve en el balcón de mi habitación leyendo. Me gustaba estar aquí dentro, me daba paz.Extendí la esterilla y abrí mi portátil para buscar alguna rutina de pilates. Esta vez, me decanté por una más larga que de costumbre ya que me sentía tensa y estresada.

El culpable era el guapísimo y atractivo hombre con el que vivía. Porque el hecho de que sea un total gilipollas, no quita que esté increíblemente bueno.

Aunque en estos momentos en lo único que podía pensar era en su personalidad y actitud de mierda. También en lo tonta e ilusa que fui ayer.

Estuve dándole vueltas durante toda la tarde y finalmente llegué a la conclusión de que deberíamos de intentar mantener una buena relación; o al menos una cordial. Íbamos a estar viviendo juntos durante un año entero, no podíamos estar como el perro y el gato, no sería cómodo ni agradable para ninguno de los dos.

Por eso me decanté por preparar una cena. Pensé que sería el escenario perfecto para explicarle lo que había estado pensado y poder hablar para empezar desde cero y conocernos un poco en un ambiente tranquilo e íntimo.

Como no sabía qué era lo que le gustaba opté por preguntárselo a Will, de todas las personas que había conocido era el que más confianza me transmitía, y tal y como esperaba se ofreció a ayudarme.

Cuando estábamos terminando, Adam apareció y empezó a gritarnos a los dos como un maníaco. No puedo explicar con palabras el nivel de ira que tuve en esos momentos pero puedo decir que lo único en lo que pensaba era en pegarle una bofetada, por idiota. ¡Como se atrevió a insinuar que era una hormonal incontrolable cuando lo único que estábamos haciendo era reír!

El recuerdo hizo que la ira volviera a mi cuerpo. Respire hondo, me prometí a mi misma que no iba a perder un segundo más de mi vida y de mi buen humor pensando en él; tenía cosas más importantes que hacer. Le di play al vídeo que había escogido ese día: 45 minutos de pilates. Justo lo que necesitaba.

Durante todo ese tiempo me sentí observada, tal como me había pasado el día anterior. No le di importancia porque esta casa tenía tanta seguridad por todos lados, que era imposible entrar o asomarse a ella sin que las cámaras te captaran. Supuse que sería mi imaginación jugándome una mala pasada o el hecho de que no estaba acostumbrada a ser grabada por cámaras.

Cuando terminé, recogí las cosas y fui directamente a la habitación para ducharme, saludé a Milo acariciándole la cabeza, no se había movido de mi cama desde la primera noche que apareció en la habitación rascando la puerta y maullando para que le abriera. Solo se levantaba para comer, después de eso volvía y se acurrucaba entre las sábanas.

Me encamine al baño y decidí lavarme también el pelo para la noche, aunque ese día no me tocara. Tenía una rutina muy estricta respectó a mi selfcare.

AMOR POR CONVENIENCIA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora