Bethany
Las palabras se clavan en mí como una daga afilada recorriendo cada órgano y centímetro de mi cuerpo, comienzo a ver borroso y la mandíbula se me tensa. La pequeña frase no deja de repetirse en mi mente una y otra vez como una radio escacharrada.
Acaba de llamarle cariño.
Cariño.
Cuelgo la llamada.
Dejo el aparato con más fuerza de la necesaria sobre la mesa, esta vez sin preocuparte de que se pueda dañar. La vista se me nubla. ¿Qué significa el nudo que siento en lo más profundo de mi estomago? ¿Por qué siento una molestia en el pecho? ¿Que me está pasando?
No tengo tiempo para contestar a todas las preguntas que me estoy haciendo en estos momentos pues Adam regresa con un par de platos y bebidas para comer.
–¿Quién era? –pregunta curioso al ver que su teléfono sigue sobre la mesa.
–Nadie importante, solo una compañía telefónica tratando de venderte ofertas. –miento no se porque.
Frunce el ceño y tuerce el gesto, luciendo realmente confuso.
–Ah.
¿Por qué le mientes? Me regaña mi subconsciente, pero lo ignoro al igual que a él. Vuelvo a lo mío y dirijo la vista hacia delante sin ganas de mirarlo, no solo porque descubrirá que miento en solo un par de segundos, sino también porque me enfada que se vea con alguien al mismo tiempo que nos mostramos como pareja al resto del mundo porque él quiso.
No me gusta la idea de que me vean como una mujer cornuda, siempre he detestado las infidelidades y aunque esta no podría considerarse una como tal porque no estamos saliendo realmente, así lo siento. Al menos, debería intentar ser más disimulado y hacer un esfuerzo por ocultarlo.
Aparte de rabia, siento una emoción que jamás antes había experimentado parecida al enfado, es como si un nudo oprimiera mi pecho y garganta. No me deja pensar con claridad, tardo en darme cuenta que estoy apretando los puños con fuerza y pensando en mis formas de golpear a Adam. El problema es que no puedo reclamarle, pues no somos nada.
Sobrellevo bastante bien el hecho de ignorarlo hasta que al maldito le da por acercarse y consigo ver su mano por el rabillo del ojo. Mano que ya no quiero que vuelva a colocar en mi porque seguramente habrá tocado a esa tal Isabella justo antes de regresar a casa y colocarla sobre mi espalda para asistir a un evento en el que fingimos estar felices.
Clavo el tenedor con fuerza en el plato consiguiendo miradas extrañas por su parte pero me da absolutamente igual. La ira inunda cada parte de mi ser, no me gusta que me vean cara de estupida. Debería de habermelo dicho, de ese modo no estaría enfadada, porque la única razón de mi enojo es saber que como algún medio lo descubra, quedaré como la pobre esposa a la que le engañaron durante a saber cuanto tiempo y ni siquiera podría decir que en realidad no soy una cornuda pues nuestra relación no es nada más aparte de conveniencia.
El sonido de su teléfono indicando una nueva llamada entrante me saca de mis cavilaciones y esta vez, como él está presente, es quien coje la llamada.
–Hola Isabella.
Giro la cabeza bruscamente hacia su dirección, tanto que incluso consigo hacerme daño en el cuello. Es ese maldito nombre otra vez, exactamente el de la misma mujer que le ha llamado hace unos minutos. ¿Por qué es tan pesada e insistente? ¿No tiene nada mejor que hacer con su vida? Podría ir a molestar a uno que no esté casado.
La sangre se me hiela y respiro fuertemente con dificultad. Lo miro de reojo y al hacerlo puedo ver que él está haciendo lo mismo. En otra ocasion dejaria que sus ojos absorvieran los mios y me permetiria perderme en sus increibles iris de color esmeralda, pero esta vez no. Lo que hago en su lugar es darme la vuelta y moverme en busca de una mejor postura.
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AMOR POR CONVENIENCIA
RomanceA Bethany Jones le han aceptado una entrevista en una de las empresas más prestigiosas de New York pero... ¿Que pasará cuando descubra que acaba de firmar el contrato para ser la esposa de Adam Wilson?