CARTAS DE BETHANY I

769 62 4
                                    

Hola papá:

Te diría que siento lo sucedido, pero no es verdad, ahora por fin tendré la paz que siempre tanto he querido y nunca he logrado conseguir.

No se si estarás triste por lo sucedido, pero en el hipotético caso de que así sea quiero decirte que no te preocupes, estoy segura de que no te durará mucho porque, ¿sabes que? Yo sabía sin necesidad de que me lo dijeras que no estabas orgulloso de tenerme como hija. Me hubiera gustado que no me lo demostraras tan seguidamente porque me dolía mucho pero no pasa nada, de todas formas me lo buscaba yo sola con mis actos, respuestas y comportamientos.

No te haces una idea de las noches que pasé sin dormir, llorando y sin casi respirar por todos los insultos que te escuchaba decir hacia mi persona cuando estabas solo en la cocina, en la sala o en cualquier otro lugar de la casa. Porque si, se te oía perfectamente. Yo tampoco estaba orgullosa de la persona que era pero intentaba cambiar aunque no te lo creas, te lo juro. Quería ser la hija que tú tanto anhelabas y me esforzaba por ello cada día tanto como me era posible.

Siento no haberlo logrado.

Me hubiera gustado que en vez de juzgarme y castigarme por cambiar mi carácter y forma de ser me hubieras preguntado qué es lo que me sucedió para volverme así. No te preocupes que ahora te lo voy a explicar, quiero que esta carta de despedida tenga sentido así que voy a aprovecharla para darte las respuestas que tanto buscabas.

Resulta que había muchas cosas que tú no sabías. La primera de ellas es que me autolesionaba, en los muslos para ser exacta. Por eso siempre era muy cuidadosa y me aseguraba bien de que nadie estuviera alrededor o pudiera verme mientras me cambiaba, me avergonzaba de las cicatrices. También empecé a vestir de un modo más apropiado que me permitiera ocultarlas con más facilidad. Esto empezó poco después de los vómitos.

¿Te acuerdas que hubo un tiempo en el que sospechabas que vomitaba después de las comidas? Pues estabas en lo cierto, tus sospechas no eran erróneas. Comencé cuando tus comentarios despectivos sobre mi cuerpo y mi peso empezaron a ser constantes y diarios. Llegó un punto en el que me sobrepasaron y me llevaron a tomar esa medida, tal vez algo precipitada pero fue mi única salvación en ese momento. Lo cual fue una mala idea porque me llevó al efecto rebote que terminó en atracones.

Encontré una solución a ese problema, me metí en otro que se convirtió mucho más complicado, sobre todo a la hora de dejarlo, pero busqué una opción con la que pude dejar de vomitar. Realmente era algo que odiaba hacer, el dolor de garganta y las heridas en la boca eran demasiado constantes e insoportables.

Dudo que hayas olvidado que estuve un tiempo fumando, tu lo sospechaste por los olores que dejaba la nicotina en mi ropa y yo te lo confirmé. No te mentí en ese aspecto, lo que si te oculté fue que no solo fumaba tabaco, sino que también cannabis y marihuana. Con eso adelgazaba, mataba el hambre y esfumaba las nubes negras de mi mente.

Hubo un pequeño intervalo de tempo en el que creí que podría dejarlo todo y simplemente llevar una vida sana si me esforzaba, pero no tardé en darme cuenta de que si no estás sano y fuerte mentalmente, es imposible estarlo físicamente, y a mi lo que me fallaba y traicionaba era la cabeza.

Pero no pasa nada, ya no importa porque jamás tendré que volver a escuchar tus desprecios y tú jamás tendrás que volver a estar tan disgustado como te hacía sentir casi a diario. Toma esto como un regalo que ambos disfrutaremos.

Yo si te perdono, en el fondo creo que intentabas ser un buen padre entre los escombros en los que vivíamos. Espero que tú puedas perdonarme a mi por ser una completa decepción y que ahora entiendas el porqué de mis comportamientos.

Con cariño,

Tu hija Bethany. 

AMOR POR CONVENIENCIA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora