CAPITULO 24

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Bethany

–¡Suéltame o llegaré tarde! –le grito a mi marido el cual está aprisiodandome contra la puerta de la habitación.

–No se porque te empeñas en trabajar, si es por el dinero solo pidemelo cuando necesites. –entierra la cabeza en mi cuello repartiendo besos por la zona.

Ruedo los ojos ante su insistencia. Ahí vamos otra vez.

Resulta que unos días después de nuestra segunda cita, mientras estábamos tumbados en las sillas del balcón, me puse a pensar y me di cuenta de que no estaba haciendo nada de provecho con mi vida. Según Adam que no trabajara ni estudiara no significaba que fuera una inutil, pero así me sentía yo.

En mi casa siempre me han enseñado que has de hacer, como mínimo, alguna de esas dos cosas porque sino estás desaprovechando tu tiempo y vida. Ver que toda la gente que me rodeaba tenía una rutina acorde a ello me hacía lamentarme por no tener una y es por eso que al día siguiente decidí aplicar a varios puestos de trabajo.

Casi dos semanas después me llamaron de una cafetería para concretar una entrevista. Busqué fotos en internet y comprobé que era un lugar precioso, pequeño y muy acogedor. Aunque el trabajo de camarera no sea el de mis sueños debido a los malos tratos que seguro recibiré por parte de algunos clientes, estaba muy contenta.

Estuve muy nerviosa y pendiente de mi teléfono durante los días anteriores porque no recibía ninguna llamada. Adam trató de distraerme con sexo, de lo cual no me quejo, pero a su vez no paraba de intentar convencerme de que no era necesario trabajar.

En ningún momento pensé en hacer caso a sus palabras, me gustaba sentirme realizada y como ya le había dicho en varias ocasiones, no quiero abusar de su amabilidad, suficiente ha hecho por mi ya.

–No es solo por el dinero Adam, lo hago para sentirme útil y tener una rutina, sino me agobio y terminaré tirándome de los pelos.

–Yo puedo crearte una rutina, –me asegura sonriendo con malicia– mejor que la que tienes en mente.

–¿A si? –pregunto en un suspiro cuando pasa su lengua por garganta.

–Uhm. –confirma– Empezariamos por follar antes y después del desayuno, al acabar nos tumbaremos en el sofa hasta la hora de comer y tendriamos otra sesion de sexo. –sus manos se deslizan a lo largo de mi cuerpo mientras sigue hablando– Nos pasaremos la tarde desnudos entre las sábanas y acabaríamos la noche con tu cena favorita y un último polvo.

–Suena tentador... –admito con la voz entrecortada debido a que muerde mi hombro y chupa mi cuello justo en ese momento.

–Entonces quédate.

Sus manos suben con intenciones de agarrar mis pechos pero antes de que pueda alcanzarlos lo detengo, si dejo que los toque tengo claro que accederé a su propuesta. Debía irme, me he comprometido a hacer la entrevista y sinceramente quiero ese trabajo.

–No puedo Adam...

–Está bien. –cede finalmente pasándose las manos por el pelo– Al menos déjame llevarte.

–No hace falta, no quier-

–No me molestas. –me interrumpe leyendo mis pensamientos.

Me da miedo que en algún momento llegue a hacerlo, por eso intento hacer todo lo posible por mi cuenta pero para mi sorpresa él siempre se ofrecía a ayudarme.

–Vale.

Nos sonreímos mutuamente y de la mano nos vamos al coche. Al llegar noto mis manos temblorosas y sudadas, los nervios me están jugando una mala pasada como de costumbre.

AMOR POR CONVENIENCIA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora