Lisa, una artista que no ha pintado un solo cuadro desde aquel terrible accidente, se ve obligada a alquilar una habitación en su casa de campo a Jennie, una mujer de Nueva York con una vida muy mediática, quien huye de su boda, a escasos minutos de...
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Lisa esperaba en el salón a que Jennie acabara de arreglarse y vestirse para la cena. Llevaba más de dos horas esperando en su sofá muerta del aburrimiento. Ella fue la primera en bajar de la habitación ya vestida. Llevaba un traje color negro con escote en forma de pico, dejando ver parte de sus pechos hasta el principio de su abdomen, un conjunto que fue elegido por ella misma ya, que los vestidos que su madre le ofrecía, eran demasiado extravagantes, con colores chillones que para nada le favorecían. Jennie la había obligado a maquillarse y por mucho que se negó a que la castaña acentuara sus expresiones con aquellas brochas, acabó aceptando de mala gana, puesto que la contraria le amenazó con quedarse sin sexo durante un mes entero.
Llevaba sombra de ojos negra que profundizaba su mirada color miel y un carmín rojo que Jennie le prestó. Era de sus favoritos, ya que sus labios lograban acentuarse más, llegando a hacerlos más voluminosos. Pensaba dejar su pelo al natural, así que simplemente se lo aliso con la plancha.
Para matar el tiempo, jugaba con su perro a lanzarle una pelota imaginaria que este siempre acababa buscando alterado. Lisa se reía de los movimientos de Love, ya que caía siempre en la misma trampa.
— Love, ¿crees que Jennie se haya muerto ahí arriba? — el animal alzó una oreja confuso. — Cómo tarda esta mujer... No entiendo por qué molestarse tanto en arreglarse para algo tan patético... — su perro le ladró al pronunciar la palabra "patético" con respecto a la cena de navidad — Bueno vale, no es patético, es aburrido... sumamente aburrido...
Lisa cerró los ojos apoyando su cabeza en el sofá. Estaba harta de esperar a la castaña. Igual si se dormía unos minutos parecía menos eterno...
De todas maneras le importaba poco llegar tarde a casa de sus padres.
— Llevas diez minutos sin mi y ¿ya te mueres por verme? — la castaña alzó la voz al escuchar los berrinches de la rubia.
Se asomó por el balcón interior, observando a la más alta descansar en el sofá. Esta, al escucharla, abrió los ojos. Teniendo una visión de Jennie dada la vuelta. Se incorporó girando su cuerpo y ahí estaba la nombrada. Lisa se quedó de piedra al ver lo hermosa que lucía la contraria, Jennie sonrió ampliamente al ver a Lisa con la boca abierta paseando sus ojos por todo su cuerpo.
Su cabello estaba perfectamente alisado, este caía hacia atrás dejando al descubierto su esbelto cuello y aquel lunar que posea encima de su punto de pulso. Los pendientes parecían ser un conjunto de diamantes con el símbolo de Chanel incrustado en ellos. Inmediatamente supo que solo el coste de uno de ellos, podía comprar su casa entera y la de Rosé. Su maquillaje era algo más sutil comparado a cuando la conoció. Se veía sus facciones más relajadas, solo acentuando sus pómulos y su mandíbula, lo que le hacía ver más tierna al igual que su mirada, que ahora era más tranquila, pero seguían teniendo esa característica forma avellanada que le recordaba tanto aún pequeño gatito. Se maldijo al escanear su cuerpo descaradamente, llevaba un vestido blanco que se ceñía a su cuerpo, su escote acababa en forma de corazón, lo que le permitió enseñar parte de este disimuladamente.
