Lisa, una artista que no ha pintado un solo cuadro desde aquel terrible accidente, se ve obligada a alquilar una habitación en su casa de campo a Jennie, una mujer de Nueva York con una vida muy mediática, quien huye de su boda, a escasos minutos de...
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¿Qué estoy haciendo?
Era el único pensamiento coherente que se le venía a la cabeza, al estar a punto de abrir la puerta y lanzarse a la boca del lobo. Su relación con los periodistas nunca fue buena. Así que no esperaba que la tratasen con educación a estas alturas de la historia.
Con valentía, inspiró profundamente, llenando de aire sus pulmones, calmando la ansiedad y la angustia que brotaba desde su estómago.
— Jen... — Lisa hizo amago de acercarse pero Jennie la detuvo.
La miró antes de abrir la puerta y salir de casa.
Lisa, fue corriendo con torpeza hasta la ventana de la cocina, abrió la cortina y vio cómo Jennie caminaba entre millas de periodistas y cámaras que se encontraban a pocos centímetros de su cuerpo. Grabando su rostro como si de una película se tratara, sin ningún tipo de pudor.
La rubia apretaba con rabia sus puños mientras contemplaba aquella escena. Quería salir corriendo hacia ella y protegerla de todas esas personas. Aún así, no lo haría por qué Jennie se lo pidió.
Fuera, Jennie, caminaba con decisión entre las cámaras, escuchando las preguntas que le gritaban tan fuerte que juraría quedarse sorda.
Llegó hasta el coche y abrió la puerta, rebuscó por los asientos y la guantera el teléfono de Lisa, pero no lo encontró por ningún lado. Al instante supo que era lo que había pasado con el teléfono.
Cerró la puerta del vehículo y al girarse se dio de lleno con una cámara que enfocaba el interior del vehículo. El periodista se alejó de inmediato pero Jennie se tapó la frente con dolor.
"Ruby regálanos una sonrisa"
"Jennie tiene un corazón"
Se cansó.
Ya estaba arta de todo este juego, de que la grabaran como si nada, de que la agredieran sin querer y no pudieran perdón.
Paró de andar antes de volver a entrar a casa y se dio la vuelta frente a los periodistas. Estos pararon frente a ella de golpe, impresionados. Las cámaras se alzaron y los micros enseguida la señalaron. Al instante millas de voces se alzaron, algunos periodistas se interrumpieron entre ellos y las preguntas que formulaban eran irreconocibles.
— ¡SILENCIO! - alzo la voz mas de lo debido, provocando que se callaran al segundo. --Responderé a las preguntas de cada uno – la mujer observa a toda la gente frente a ella. la miraban perplejos, asombrados de su actitud puesto que nunca se había dado a conocer frente a las cámaras. – Pero antes necesito que me escuchen un segundo. – desvió su vista por unos segundos a la ventana de la cocina, vio a Lisa pegada al cristal con cara preocupada.
