Lisa, una artista que no ha pintado un solo cuadro desde aquel terrible accidente, se ve obligada a alquilar una habitación en su casa de campo a Jennie, una mujer de Nueva York con una vida muy mediática, quien huye de su boda, a escasos minutos de...
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Hablemos del pasado.
Cómo te intoxica por las noches y no te deja dormir.
Si fuera tan simple como darle a un interruptor en tu cabeza y desconectar tus pensamientos, todo sería más fácil.
Pero lamentablemente esto no es así, por qué no somos robots. Somos humanos que sienten y padecen continuamente.
Y para bien o para mal.
Nos toca vivir así.
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Como todo lo bueno siempre llega a su fin. Las pequeñas vacaciones que se habían tomado, habían acabado y tocaba volver a la rutina. Por muy bonitos que hayan sido estos días de escapada romántica, ya tocaba volver a casa.
Lisa conducía por la estrecha carretera que llevaba hasta su cabaña. Ambas se habían despedido de Rosé y Jisoo puesto que su casa estaba a kilómetros más atrás junto al pueblo.
No iba a mentir, tenía ganas de llegar a casa y poder ver a su perro, ya que lo había dejado solo. Necesitaba sentir ese calorcito de la chimenea y esa sensación de paz y tranquilidad que le daba aquella cabaña.
Observó con detalle el paisaje frente a sus ojos, echaba de menos ver con claridad aquellas montañas nevadas y el camino frondoso que llevaba hasta su casa. No sabía si era masoquista o no, pero le gustaba sentir el frío en su propia carne. Le recordaba de dónde venía.
Su mirada se desvió hasta el asiento del copiloto. Aquella mujer dormía plácidamente, con su brazo apoyado en la ventanilla del conductor y su cabeza sobre este. Jennie tenía mucha facilidad para dormirse en cualquier postura incómoda.
Su pelo castaño cubría todo su rostro, y soltaba algunos jadeos, le resultó bastante gracioso lo tan cansada que estaba. No habían parado de hacer cosas desde hace tres días y antes de que la chica tocara el asiento del coche ya se había dormido.
Recordó la noche anterior, como todos sus planes se habían frustrado y toda esa cena romántica a la luz de la luna en la torre Eiffel había acabado un desastre.
Se había molestado tanto en preparar aquel día desde hace tiempo, que no había parado a pensar que estaba descuidando otras cosas que eran más importantes. Dejó sola a Jennie en París, en mitad de un museo, aquel que Jennie tanto había soñado con visitar.
Pensó en Evelyn, la niña que la castaña se había encontrado en aquel edificio. A ella también le dolía saber que aquella niña había pasado lo impensable, no entendía como es que los seres humanos llegaban a ser tan despiadados y a la vez tan sensibles y cuidadosos.
Pensó en lo que tuvo que vivir a sus cortos años de vida y como aquella inocencia y esa positividad le habían mantenido feliz, hasta que en aquel momento, se derrumbó. Lo único que deseaba es que encontrar una buena familia y que por nada del mundo volviera con su padre, Con aquel maltratador que no se merecía nada en este mundo.