Capítulo 3 - Perderte y encontrarte

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Esto tenía que ser una broma.

Jennie vio como la mujer entraba a su casa despreocupada, cerrando la puerta tras de sí. Dejándola tirada fuera, mientras el frío se colaba hasta por lugares en los que nunca antes había sentido frío...

Su boca se durmió y sus manos estaban más que rojas, casi amoratadas. Le costaba mover sus dedos pero tenía que hacerlo por que si no se quedaría sin manos y para Jennie sus manos eran muy preciadas. Se maldijo mil veces por no haber entrado cuando la chica se lo sugirió, pero a decir verdad, estaba más pendiente de la belleza de la chica, que de sus palabras.

No entendía por qué fue tan borde con ella si ni si quiera la conocía. Se supone que era su casera a partir de ahora, debería de ser un poco más humilde y hospitalaria si pretendía que las personas alquilaran su habitación ¿No? Ella simplemente no la dejó abrir la boca y ya la estaba ignorado y dejándola ahí fuera con sus maletas, como si fuese una triste vagabunda pidiendo limosna...

Vale, puede ser que la estuviera odiando un poco sin conocerla de antemano, pero las acciones dicen más que las palabras... Aunque las palabras de la propietaria fueran equivalentes a cuchillos afilados.






Jennie sacudió su cabeza, interrumpiendo sus pensamientos intrusivos y decidió entrar por fin, dejando atrás su cara de embobada, tras ver a la joven.

Agarró las manecillas de sus maletas y como pudo las empezó a subir escalón por escalón. Sentía su cuerpo adormecido y dolía cada vez que intentaba subir con sus maletas por las escaleras del porche. Aunque solo fueran 5 escalones de nada, para ella, subir sus tres maletas de 10 kilos cada una, era demasiado. Sentía como sus manos en cualquier momento se iban a desprender de su cuerpo y se maldijo en cuanto recordó la ropa que se había traído en la maleta.

No se había molestado en deshacer la maleta de su luna de miel, así que lo que llevaba eran bañadores, biquinis y todo lo contrario a ropa de montaña y abrigada. Por su puesto, tampoco se había traído pijama por qué pensó que no lo necesitaría si iba a ir de vacaciones al caribe...

¿Ahora con qué cara le iba a pedir a la dueña un pijama?


¿Qué se supone que le tenía que decir con el horrible carácter que tiene?




"¿Me puedes dejar un pijama? Es que todo lo que tengo son BAÑADORES"






Sí, definitivamente, iba a reírse en su cara. Tan solo esperaba que no hiciese tanto frío por la noche y pudiera dormir a gusto.

Cuando logró subir las escaleras, jadeante y adolorida por el esfuerzo, llamó a la puerta golpeando con sus nudillos.
Escuchó algo caerse en el interior y romperse en mil pedazos y esperó a que la chica le abriera.



𝐍𝐚𝐯𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐢𝐠𝐨  -  JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora