Lisa, una artista que no ha pintado un solo cuadro desde aquel terrible accidente, se ve obligada a alquilar una habitación en su casa de campo a Jennie, una mujer de Nueva York con una vida muy mediática, quien huye de su boda, a escasos minutos de...
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Punto de vista de Jennie Kim.
Esperé ansiosa por la llegada de la mujer. En cuanto Lisa y Jisoo se fueron, tuve que aceptar que en este momento estaba sola. Por lo tanto debía tener sumo cuidado al interpretar mi papel. Las palabras de Jisoo resonaron en mi mente una vez más con el intento de tranquilizarme. Solo podía pensar en la cantidad de gente que estaría esperándome en el palco nupcial, junto a las miles de cámaras y periodistas que transmitirían en directo el acontecimiento.
Podía imaginarme lo que la gente opinaba de esta locura. La prensa se haría eco de esto y los titulares de sus revistas y sus artículos de opinión dejarían mucho que desear.
"Ruby jane, de novia a la fuga a la futura heredera de Kim's corporación"
Lo poco que me importaba la empresa y al final de todo acabaría siendo la propietaria en su totalidad...
Cerré los ojos, concentrándome en lo que tenía que hacer cuando llegase, calmándome para no sembrar las sospechas. A los pocos segundos, escuché como el pomo de la puerta se abría. Rápidamente me giré al saber quién estaba detrás de mí.
Los ojos oscuros de la mujer se posaron en mí a la vez que cerraba la puerta con cautela. Tragué duro ante el análisis de su mirada puesta en mi cuerpo. Caminó hacia mí a paso lento, clavando sus tacones en la madera caoba del suelo hasta posicionarse frente a mí. No me atreví a decir nada, simplemente quedé completamente erguida, conteniendo la respiración.
– Veo que... Al fin te has decidido. — murmuró posando su vista en el espejo y acercándose un poco más detrás mío.
Su presencia me hizo sentir inquieta pero intenté disimular el temblor en mis manos. Relamí mis labios y asentí.
– Supongo que este era mi momento. — alcé los hombros restándole importancia. – Además, Sehun es un buen hombre.
Amanda posó su vista en mi algo incrédula por mis palabras. No se creía lo que estaba diciendo.
– ¿Por qué ahora?
Pestañee confusa por su pregunta.
– ¿Cómo?
– ¿Por qué te casas ahora? — sonó firme. — ¿Qué ha cambiado en ti como para dejar atrás... Esas estúpidas ideas tuyas?
– ¿Estúpidas ideas?
– ¿Te crees que no lo vi? — sonrió con malicia. — A veces creo que te haces la tonta solo para seguirme el juego.
Callé tragando con dificultad.
– Hace unos meses hablaste frente a la prensa y hiciste unas declaraciones algo... Indecorosas. — se cruzó de brazos. — ¿Puedo saber quién es ella?
– No sé a qué te refieres... — sonreí incrédula.
– Oh vamos Ruby. Te hace falta más que eso para engañarme. Vamos, dilo. ¿Cómo se llama ella?
