Capítulo 39 - Tiempo

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Amaba el sol de la misma forma en la que la amaba a ella. Le encantaba sentir su cuerpo cálido por los rayos del sol, le reconfortaba y le hacía sentir tranquila, justo como aquella mujer. Por eso se encontraba en ese lugar, le recordaba a esos maravillosos días cuando despertaba a su lado. El mismo sol incidía en su piel, denotando el color blanquecino de su cuerpo. Podía imaginarla con una camisa blanca y el viento acariciando sus cabellos dorados. Seguro que se daría la vuelta hacia ella y le regalaría una sonrisa radiante.


Pero Lisa no estaba. Solo estaba ella, sentada sobre la arena, con sus rodillas contra su pecho, mientras observaba la puesta de sol junto a Kuma, quien parecía estar muy distraído jugando con la arena, restregandose.


– Cuando lleguemos a casa tendré que bañarte.


Miró a Kuma con el hocico enterrado en la arena. El animal, al oír esas palabras, pegó un bote y se sentó a su lado. La miraba con cara apenada puesto que odiaba bañarse.


– No me mires así, mira como te has puesto... – espoleó su pelaje intentando quitar un poco de arena– Así no entras en casa.


Su perro suspiró y se acostó con cansancio.


– ¿Jennie?


La castaña oyó una voz masculina detrás de ella que la llamaba. Al darse la vuelta encontró aquel chico que conoció hace unos días en aquella isla.


– No me lo creo. – el chico rió al verla.


Jennie miró al hombre, al verle con su característico traje de neopreno y aquella tabla de surf lo reconoció enseguida y una sonrisa apareció en su rostro.


– ¿Daniel? – El chico se acercó sonriente a ella.


– Te abrazaría pero estoy mojado – rió.


– Tranquilo. – negó.  – ¿Qué haces aquí?


– Vivo aquí.


La mujer se sorprendió.


– Pensé que vivías en Bora Bora.


– Ojalá – rodó los ojos.


– Qué sorpresa. Me alegro mucho de verte.


– Yo igual. Estuve esperando a que me llamaras. – le recriminó cruzándose de brazos.


– Lo siento. No me acordé. – rascó su nuca riendo.


Kuma apareció de entre las piernas de su madre y miró al hombre con curiosidad.


– Oh, pero qué cosita más hermosa... – El rubio se agachó y dejó que Kuma le oliera la mano – ¿Es tuyo? – Jennie asintió con una enorme sonrisa – ¡Que bonito es! – el animal olisqueó su mano y después lo lamió.


𝐍𝐚𝐯𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐢𝐠𝐨  -  JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora