Lisa, una artista que no ha pintado un solo cuadro desde aquel terrible accidente, se ve obligada a alquilar una habitación en su casa de campo a Jennie, una mujer de Nueva York con una vida muy mediática, quien huye de su boda, a escasos minutos de...
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Después de aquel momento incómodo en el sofá, Jennie subió a ducharse para poder calmar su cuerpo. Le resultaba vergonzoso que, estando durmiendo en el sofá junto a Lisa, la escuchase en todo momento. No solo por el sueño, que al parecer para ella había sido bastante real, sino porque estaba dormida encima de ella.
No paraba de preguntarse por qué había soñado con ella, no entendía absolutamente nada y lo peor es que la contraria no paraba de burlarse de ella y preguntarle por el sueño.
Solo quería olvidar que aquello pasó.
Casi era la hora de comer, así que se terminó de ducharse rápido y bajó al salón con una toalla en su cabeza. Encontró a su casera sacando un saco de harina del armario de arriba y lo puso encima de la mesa. En su mano derecha sostenía una libreta pequeña con un lápiz que iba chequeando de vez en cuando. La rubia, levantó la vista al escuchar los pasos de Jennie bajando las escaleras y le sonrío.
— Ey ¿Qué tal? - le dijo mientras apoyaba su cadera en la mesa, mirándola sonriente.
— ¿Qué haces? - preguntó la morena, analizando como la más alta tachaba algo en esa libreta diminuta.
— Tengo una sorpresa para ti... - alzo las cejas, sonriente, al ver la cara de sorpresa de la contraria.
— ¿Una sorpresa?— Se sorprendió ante la respuesta de la rubia.
— Aja...
— ¿Y puedo saber que es?
— Bueno, me dijiste que nunca habías comido una buena pizza, así que... ¡Tachan! — agrandó los brazos, mostrándole todos los ingredientes que tenía preparados en la mesa. Lisa tenía una gran sonrisa en su rostro, que iluminaba sus ojos con una notoria ilusión.
En la mesa, estaba el saco de harina que había dejado; una tabla de madera que suponía era para moldear la masa, un rodillo y algunos ingredientes enlatados que pensaba que irían en ella.
— ¿Eres consciente de que acabo de ducharme, no? - comentó Jennie riéndose, tendría que ducharse de nuevo pero al ver la expresión de Lisa, descubrió por primera vez a una Lisa emocionada.
— Lo sé. - respondió la rubia, dando a entender que poco le importaba.
— Bien... ¿qué pizza quieres hacer?
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[...]
— Ah, ah. Ni creas que voy a meter mis manos en esa cosa.
Lisa se había molestado en comprar delantales a juego para aquel momento. A ella no le importaba mancharse, pero sabía que Jennie era demasiado escrupulosa. De hecho ponía en duda si alguna vez en su vida había cocinado algo que no fuese precalentado en el microondas o preparado por un chef especial.
