Lisa, una artista que no ha pintado un solo cuadro desde aquel terrible accidente, se ve obligada a alquilar una habitación en su casa de campo a Jennie, una mujer de Nueva York con una vida muy mediática, quien huye de su boda, a escasos minutos de...
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Las chicas habían quedado con Rosé y Jisoo en la taberna para desayunar. Pasaron días desde que no quedaban las cuatro juntas y se echaban de menos. Hoy era el día mágico del año, cenarían con la familia y abrirían un montón de regalos con el cálido ambiente familiar en la casa de los Manoban. Lisa no tenía ganas de acudir a aquella reunión familiar, y no por tener que reencontrarse con su familia, que ya era decir, si no porque tampoco le gustaba abrir regalos en navidad, ni todo eso del muérdago, los villancicos, de trinchar el pavo y dar las gracias por el "magnífico año" que han tenido. Lo odiaba, odiaba ver la sonrisa falsa que se le dibujaba a su madre cada vez que se reunían y hablaban de negocios o hacían bromas que no tenían nada de gracia. Lo peor, es que estaba segura que incomodarían a Jennie con sus estúpidas preguntas de siempre, no quería que la castaña pasara un mal rato por que su madre era una entrometida.
Por otro lado, Jennie parecía estar conforme con ello, no tenía problemas con nadie de momento, solo echaba en falta a su padre. En este día siempre solían pasear por central parck, desayunaban en aquella cafetería parisina que tanto le gustaba y salían a divertirse al centro comercial, donde su padre la llevaba al parque de diversiones y jugaban todo el día hasta la hora de la comida. Pasaban un gran día en familia, abrían los regalos y después todos salían fuera a jugar en la nueve. Las peleas de bolas de nieve con su hermana, eran casi igual de sanguinarias que las películas de trincheras sobre la guerra civil.
Sí, extrañaba a su padre, pero ahora estaba en aquella casa con aquella rubia que tanto amaba en secreto.
Os preguntaréis qué es lo que pasó cuando decidieron volver a casa después de un largo día con su familia, comprado los regalos de navidad.
Pues eso también se lo preguntaban Jisoo y Rosé. Que desde que entraron Jennie y Lisa a la cafetería, no pudieron evitan no fijarse en el comportamiento de las nombradas. Lo curioso, es que las dos se habían intercambiado la ropa, no sabían si fue por accidente o por puro gusto. Pero ver a Jennie con la sudadera de Lisa, que le quedaba más ancha y larga que a la rubia, y a Lisa con un top que mostraba su abdomen casi al completo fue lo más raro que hayan visto en toda su estancia en aquel pueblo.
— Jennie ¿Qué te pasa? — Jisoo observó a la castaña quien llevaba unas gafas de sol y una sudadera morada, sus movimientos eran lentos y cada vez que la contraria le hablaba, se quedaba mirando fijamente a el café que tenía entre sus manos — Pareces cansada...
— ¿Qué dijiste? — Respondió pérdida, no había escuchado a la mayor.
— Dije que pareces cansada. ¿Estas bien? Casi no has almorzado. — su hermana volvió a repetir al ver cómo Jennie se incorporó en su sitio y volvió a mover la cuchara de su taza por enésima vez.
— Oh sí, — la castaña respondió— Estoy muy bien. Solo estoy... - dirigió su mirada a Lisa quien parecía estar igual o peor que ella — Cansada...
