Lisa, una artista que no ha pintado un solo cuadro desde aquel terrible accidente, se ve obligada a alquilar una habitación en su casa de campo a Jennie, una mujer de Nueva York con una vida muy mediática, quien huye de su boda, a escasos minutos de...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
PARÍS, FRANCIA. 20:30 de la noche.
Punto de vista de Evelyn.
– ¿Y bien?
– Y bien ¿qué?
– ¿No me piensas contar cómo te ha ido con Kate?
– Ah... No sé. A sido divertido.
Seguí comiendo mi helado de menta y chocolate con tranquilidad. Después de la sesión de terapia, fuimos a por unos helados cerca de casa.
– ¿Divertido? — asentí.
– Me ha pedido que dibuje lo que quiera.
– ¿Y qué dibujaste?
– Mmm... Hice un dibujo de Nini en París.
– ¿Dibujaste a tu osito de peluche?
– Nooo... Dibujé a Jennie. — rodé los ojos obvia. — Me dijo que le gustaba mucho París. Además, cuando vuelva quiero regalarle un dibujo.
– Evelyn... Ya lo hemos hablado — su tono triste no me gusta. — Jennie no creo que pueda venir, está muy ocupada y...
– ¡No! — fruncí el ceño — Ella me dijo que lo haría, vendrá a por mi, lo sé. Me lo prometió.
– Eve... A veces, no todo el mundo puede cumplir sus promesas por mucho que quieran... — se acercó a mí para darme un abrazo pero yo me aparté.
Me levanté y sin querer la bola de helado cayó al suelo, dejándome con solo el cucurucho en la mano.
– Nini no es así. — negué molesta — No es como los demás, ella nunca me haría daño. Ella no se olvidará de mí, nunca me dejaría... Nini me hizo una promesa y la cumplirá, seguro.
– Evelyn... — volví a sentarme a su lado. — Mira, no quería decirte esto todavía pero... Me temo que ya no podrás estar conmigo más tiempo.
– ¿Por qué no?
– Por qué... Existen unas reglas que me obligan a no hacerlo.
– ¿Y donde voy a ir? — sin darme cuenta, sentí como las lágrimas bajaban por mis mejillas. — Es que... ¿Tu tampoco quieres que esté contigo? Prometo que no protestaré más, dejaré de dibujar en los cuadernos de matemáticas.
– Eve... No es nada de eso. — suspiró pesadamente— Mira, mi trabajo consiste en cuidar de niños pequeños, niños que están en las misma circunstancias que tú hasta que... Bueno, han encontrado un hogar o son enviados a un lugar donde cuidan a niños como tú. Como ya a pasado un tiempo, hay otros niños que me necesitan. Eve, por eso no puedo quedarme contigo.
– Pero... Yo no quiero ir a ningún lado... Quiero estar contigo. Además, Nini todavía no llega... — respondí nerviosa. — ¿No puedes negarte?