Lisa, una artista que no ha pintado un solo cuadro desde aquel terrible accidente, se ve obligada a alquilar una habitación en su casa de campo a Jennie, una mujer de Nueva York con una vida muy mediática, quien huye de su boda, a escasos minutos de...
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Jennie se miraba en el espejo de la ducha, retocaba su maquillaje de nuevo y chequeo su roba una vez más.
Hacía tiempo que no se divertía en una fiesta, que no iba a una fiesta en general. Recordó la vez anterior cuando Rosé organizó una falsa despedida de soltera en la taberna para poder divertirse un poco. Ahora era diferente, ahora era una fiesta en la playa, con buena música, en año nuevo y la situación había cambiado bastante.
Tenía ganas de disfrutar, de bailar y beber hasta que no pudiera más. Era año nuevo y necesitaba empezar una nueva etapa en su vida y dejar atrás su vida anterior para siempre. Pensaba en Lisa, en su compañía. Quería divertirse con Lisa, quería bailar con ella, besarla, tocarla...
Se miró por última vez al espejo colocando el último pendiente en su oreja. Aquel vestido azul le quedaba bastante bien. Era un vestido que le venía con escote corazón, le gustaba mucho, puesto que lucía sus pechos a la perfección. La falda era corta, le venía por la rodillas.
Comprobó su maquillaje, echaba de menos esa sensación, arreglarse y estar mona para salir. Su mente volvió a recordar las veces que iba a pasear sola al Central Park, era uno de sus pasatiempos favoritos. Se sentaba en un banco y esperaba a que se hiciera la noche antes de volver a casa con las excusa de que estaba practicando para dar un concierto en algún lugar que su madre no conocía.
Aquello la mantenía lo suficientemente cuerda, ver a gente pasear con sus amigos, con su pareja o paseando al perro le recordaba que había más vida ahí fuera. Le daba la gasolina suficiente para pensar que su vida en algún momento cambiaría.
Tenía razón, había cambiado en menos de dos meses.
Salió del cuarto de baño encontrándose con Lisa. Estaba acostada sobre la cama boca arriba, con sus pies apoyados en la pared y sus brazos en cruz mientras tarareaba una canción francesa.
Se apoyó en el marco de la puerta, cruzando sus brazos y se tomó un momento para observarla y escucharla cantar.
Lisa cantaba muy bien, su timbre de voz era muy dulce.
— Quand il me prend dans ses bras, Il me parle tout bas, Je vois la vie en rose...
Cerró los ojos para poder escucharla mejor. Concentrándose en la melodía, como su voz aterciopelada acariciaba aquellas palabras en francés que poco sabía que significaban.
— Il me dit des mots d'amour...Des mots de tous les jours, Et ça me fait quelque chose...
— Vaya... Es precioso.
Lisa se sorprendió al escuchar su voz, pensó que estaba sola, hasta que la escuchó hablar. Alzó su cabeza y la miró, la imagen de Jennie apoyada en el marco de la puerta dada la vuelta la confundió un poco.
