Capítulo 10

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Después de media hora pude ingresar victorioso a dicha habitación.

No encendí la luz, ya que eso despertaría las sospechas de la familia.

Así que otra vez mi teléfono sería mi cómplice de esta arriesgada investigación.

Busque por todos los cajones del ropero los dichosos libros.

Pero no había más que ropa femenina.

Mire detenidamente todos los espacios y me percato de un hermoso y alto estante negro junto a la cama.

Este tenía una manta encima que la cubría en los espacios vulnerables al polvo y animalitos que podrían dañar lo que estaría escondido allí. La levante con cuidado y con la esperanza de encontrar alguna pista que me llevará a la verdad, pero no encontré nada.

Vaya sorpresa. Toparme con gran cantidad de libros sería lo más sensato tratándose de Perséfone. Los peluches, perfumes, maquillaje y otras cositas femeninas de lo más comunes era lo más alejado a ella, pero no por eso imposible de encontrar.

Pero literalmente, no había nada y eso me bajoneaba.

Sentía que mi trabajo había sido en vano, y regresar a mi cuarto solitario derrotado sería la peor humillación, aun si solo yo sabía de aquella derrota.

Me quedo arrecostado en el estante, mientras cerraba mis ojos por unos segundos, de pronto me comencé a sentir un poco extraño. Mi cuerpo otra vez quería enfermarse, y eso me molestaba mucho.

No podía dejar que me dominará a su antojo cuando le apetecía.

El ropero, la mesa, las cosas que estaban sobre y en ellas empezaron a moverse. Se trataba de algún sismo que solo ocurría en esos lugares específicos y que poco a poco se fue transportando hasta llegar hasta el estante.

Este empezó a bailar como las otras cosas que al final calmaron. Sin embargo, este continuo y poco a poco perdía el equilibrio.

Todo parecía indicar que moriría aplastado por un estante vació y el señor Johnson me sacaría los ojos y se los daría como bocadillo a los gusanos en venganza de haber desobedecido sus mandatos.

Ni siquiera esperaba una misa como despedida, solo sé que él sería el encargado de moler mis huesos y dejar que los cuervos devorando mi cuerpo en descomposición.

Un gran castigo para una traición.

Tal vez esté exagerando un poco, pero no podía dejar que el abogado me descubriese en estas condiciones, más si fallé en buscar las pruebas.

Si al menos quería ir en su contra, me veía obligado de hacerlo bien, ya que no se trata de cualquier hombre. Es el mejor abogado del país, el más astuto y sobre todo es el padre de la persona a la que estoy investigando.

Me pongo en alerta y salgo corriendo para que al caer no me terminé aplastando.

Por suerte logré salir ileso del pequeño y extraño accidente.

Pero debido a la caída, unos trozos del material salieron volando, y el sonido podía delatarme.

Al ponerme de pie y sacudirme el polvo, veo en el espacio donde estuvo el estante un agujero. Era rectangular, parecido a un mini cuarto.

Con gran esfuerzo podría lograr que todo mi cuerpo entrará en ella, pero probablemente estaría repleto de cosas, y estas, muy probable, ya estarían gastadas, oxidadas y dañadas.

Además, debía tener mucho cuidado con los animales que lo hayan adquirido como hogar.

La pequeña habitación secreta tenía una puerta, fui acercando mi mano lentamente hasta llegar a ella, rogué a todos los espíritus que probablemente me estarían espiando en estos momentos para qué me ayudarán a abrirla.

INTRUSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora