Capítulo 12

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Los días para volver a recuperar a Dax se acercaban.

Sé que Sebastián me advirtió que debía estar solo, pero no sé cómo hacer para deshacerme de mi tía y mi primo. Ambos andan detrás persuadiéndome de celebrar mi cumpleaños. Mi padre también me ha llamado preguntándome si vendré, pero no he podido darle una respuesta concreta.

De todas formas, no iría, pero tendría que inventarme una razón.

Lo peor de todo es que Dexmon vendrá si no doy una afirmación hoy. Tomará mi silencio como una negación, y como lo terco que es, tomará su maleta y viajará.

Cuando se pone en aquel plan, ni siquiera piensa en las consecuencias, él solo actúa por impulso. Es alguien realmente insistente y alocado, me temo que cumplirá lo que dice, pero sinceramente no creo que la familia lo acepte.

Y cuando hablo de la familia, me refiero a uno en particular. El abogado.

-Ya olvida ese tema Por favor.

-No puedo mujer, entiende.

Los esposos habían empezado a discutir.

Yo estaba en mi habitación, devorándome el tercer platillo que pedí amablemente a las empleadas. Ya no podía controlar este insaciable apetito, cada que terminaba el último bocado volvía esas ganas de consumir más.

El personal, en especial las mujeres, no dejaban de chismear entre ellas del problema matrimonial por el que atravesaban. Afirman que esto es de años, pero que con la muerte de Perséfone la relación se quebró aún más. Sobre todo, de parte del abogado.

-Si te lo digo es porque me importas, mira como estás.

-No, a ti nunca te importó por eso, quieres que desista.

-Ella me importó tanto como mi Ton- lo encaro firme a lo que decía.

-No lo suficiente. La investigación sigue en pie, más aún cuando el detective cree que bloquearon las cámaras.

-Tú bien, sabes que ella no estaba bien y que solo decía que moriría, en su libro está el relato de su suicidio. ¿Eso dijiste no?

-El libro no está muy completo, hay dos páginas que faltan. Y ahí solo afirma el lugar y la hora de su muerte, pero no dice nada de un suicidio o de un homicidio. Qué apropósito fue por tu ...- cayó de golpe arrepintiéndose de lo que diría.

-¿Qué yo que Johnson? Vas a culparme otra vez. Solo quería que salga de su cuarto, tú la mantenías encerrada desde que salió de ese estúpido psiquiatra.

-Cállate mujer. Y si te lo digo mirándote a los ojos; tú y todos los que no le creímos fuimos los culpables. Pero tú me desobedeciste y la enviaste sabiendo que eso pasaría.

-Yo no sabía, todas creímos que estaba loca. Esos dos meses de encierro ella solo gritaba que su muerte estaba cerca. Olvida eso sé que fue ella quien atentó contra su vida.

-Deja de decir eso-la sujeto de los brazos y su mirada parecía de un demente.

Me temía que el abogado no podía controlar su desesperación y enojo. Qué más que simples emociones, era un odio inmenso hacia su esposa.

-Por favor suéltame me estás haciendo daño.

-Siempre logras que pierda la paciencia.

Se escuchó como alguien sacaba unas pastillas de un frasco, probablemente sea el abogado, ya que hasta donde sé mi tía contaba con excelente salud.

No sé escucho nada más durante un buen tiempo, supuse entonces que la pareja ya se había quedado dormida, sin embargo, no era así.

-¿A dónde vas?

INTRUSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora