La cabeza le dolía a más no poder, su boca se sentía tan seca como el desierto mismo, inclusive la poca luz que se colaba por las cortinas le parecía insoportable, estaba teniendo una de las peores resacas que había experimentado en su vida. Ya no era la veinteañera que aguantaba frescamente una noche de bebidas y desvelo.
"Dios, que mal me siento”, se dijo a sí misma mientras sostenía su cabeza. Lo primero era saciar su sed, así que fue a la cocina por agua. Arrastró los pies pesadamente sin verdaderas ganas de levantarse de la cama, pero a saber la hora que era y debía volver a la escuela de hechicería para seguir con su trabajo.
Cuando llegó a la cocina, un objeto en particular llamó su atención. Aquellos lentes negros estaban sobre la barra y a juzgar por como estaban precia qué solo los habían arrojado ahí sin más, sabía obviamente a quien le pertenecían. Los tomó en sus manos y cerró los ojos con mucha resignación.
"Que esto esté aquí significa que Gojo estuvo conmigo”.
No recordaba nada luego de salir del establecimiento, vagamente tenía la impresión de que estuvo con Kaito, pero eso fue lo último que supo. Qué los lentes de Satoru estuvieran en su casa era la inequívoca señal que él la había acompañado.
Alarmada volteó a verse, suspiró aliviada al notar que llevaba exactamente la misma ropa que traía la noche anterior, eso significaba que al menos no habían pasado la noche juntos.
"Tendré que devolverlos…".
Después de tomar suficiente líquido, lo siguiente era tomar un baño. Olía a alcohol y sudor, lo cual no era muy placentero.
El agua que corría por su cuerpo se sentía de maravilla, había optado por usar agua un poco más fría de lo usual. Por un momento tuvo un corto recuerdo de haber estado en el baño con Gojo, aunque no lograba atar gran detalle. Mientras enjabonada su cuerpo, un dolor en la pierna llamó su atención, quitó la espuma de su muslo y vio el moretón que estaba ahí, al verlo más de cerca pudo cerciorarse que la marca tenía una evidente forma de una mordida."Serás idiota…".
¿Qué había pasado? ¿Lo había hecho a propósito para que ella se diera cuenta después? Se conocía bien y lo conocía a él, esa marca no hubiera sido hecha de no haberlo permitido ella. Sin embargo, tenía curiosidad por saber que había pasado, aunque no le preguntaría por nada del mundo. Eso iba a quedar como otro momento de fugaz desliz entre ambos.
……
Shoko recorría los pasillos del edificio principal donde se impartían las clases a los alumnos, cargaba una caja cuadrada la cual no decía nada. A juzgar por su semblante no parecía muy contenta en cumplir el favor que le habían pedido. Iba en camino a las aulas de primero, sabía que Gojo estaba en alguno de los salones. Seguía siendo el encargado de los de primero, aunque de vez en cuando daba lecciones a otros grados.
—¿Estás ocupado? —preguntó Shoko en cuanto abrió la puerta del salón. Por mero protocolo, porque era obvio que lo estaba, pero eso no le importó en lo más mínimo.—¿Pasó algo?
—Directora —saludaron los cuatro alumnos de primer año, ella solo inclinó su cabeza.
—Me llegó esto para ti —dejó con cuidado el paquete sobre el escritorio.
—No pedí nada, además … ¿Si es para mí por qué lo tienes tú? —curioso inspeccionó la caja.
—Porque es una tsundere, supongo —alzó los hombros como resignada. Dio una calada larga a su cigarrillo.
—Oh, entiendo… —sonrió Satoru, no faltaba decir nada más para saber de dónde venía aquel detalle.
—Profe —alzó la mano uno de los chicos—, ¿se lo envió alguna novia?
—¿Cómo que alguna? —dijo una de las chicas.
—¿No es obvio que este Don Juan tiene varias? —señaló a Gojo.
Shoko miró a Gojo y le tiró el humo de su cigarrillo prácticamente en la cara. El peliblanco tosió en respuesta.
—¡Yo no dije nada! —se defendió presuroso.
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Votos
RomanceSu relación era complicada porque así lo habían decidido los dos. Desde que estudiaban la preparatoria habían surgido indirectas y momentos en los que cualquier persona hubiera podido decir, incluido ellos, que tenían algo más allá de la amistad, si...