CAP 37: CINCO MINUTOS

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Ya no podía aplazarlo más, sus amigos del bar estaban bastante molestos porque a pesar de que ya se les había informado que su querida Uta y Gojo se habían vuelto pareja, la pelinegra todavía no concretaba las respectivas presentaciones de protocolo. Todos, muy cabrones, querían verla llegar y que saliera de su boca —la misma con la que tanto renegó de él— decir: "Es Gojo Satoru, mi novio".

Casi era febrero, totalmente inaudito que en dos meses no se hubieran dado el tiempo para reunirse. Ellos, por supuesto, no sabían las dificultades que habían pasado tras la charla con el Clan Gojo y mucho menos de los pormenores que la vida de hechiceros traía en sus vidas, lo cual les incapacitaba para tomarse tanto tiempo libre, especialmente hablando de Gojo.

De hecho, habían tenido que reunirse el jueves, ya que Satoru estaría en una misión con los alumnos de primero a partir de la mañana siguiente y no sabía exactamente cuándo volvería a Tokio. No creía que fuera prudente que se vieran en la víspera de su misión, pero él insistió que no había de que preocuparse.

Debían ir a la prefectura de Akita y moverse por varios lugares de la región. Sería un viaje duro para los muchachos, él estaba acostumbrado a misiones de todo calibre, pasar días fuera de la ciudad era bastante normal para Gojo. Si de él hubiera dependido los habría enviado solos, pero Shoko creía que una misión tan larga no debía dejarse sin supervisión tratándose de los alumnos de primero.

Así que debía ser ese día o, a saber, cuando podría de nuevo.

Fueron los últimos en llegar, no a propósito, ambos terminaron tarde sus asuntos y prácticamente se habían encontrado en la estación apenas hace cinco minutos.

—Es tan nostálgico —dramatizó Gojo siendo muy irónico. Caminaban rumbo al bar.

—También llegaste tarde ese día —renegó Utahime, ya llevaba un rato esperándolo.

—Pero ahora no usas falda, me siento un poco dolido. Yo que me esforcé por verme presentable para dar una buena impresión.

Tenía que darle la razón, Gojo era muy apuesto y cuando decidía ponerle un poquito más de empeño a su apariencia... era un Dios bajado del cielo a la tierra.

—Ya te conocen y sé que mensajeas con los chicos.

—Estoy esperando mi invitación para el chat grupal.

—Solo somos gente de Kioto —refunfuñó.

—Bueno, estrictamente hablando puedo decir que soy de Kioto.

—¿No te jactabas de ser un tokiota en el juego de los Giants?

—Lo soy en mi corazón, más no en mi registro de nacimiento.

—Sí, sí... anda, que ya vamos tarde.

Nada había cambiado en ese lugar, incluso ellos ocupaban la misma mesa de su primer encuentro, tal vez, lo único, era que todos los miraban con esa sonrisa divertida en los labios y no con los ojos de asesinato que le dedicaron la primera vez por acompañar a Uta.

—Victoria —anunció Gojo para los presentes, haciendo un símbolo de paz con su mano.

—¡Ya era hora! Aunque desde el verano sabía que ustedes dos terminarían siendo pareja —dijo Izumi con suficiencia.

—Quince eternos veranos y fríos inviernos hasta nuestra ansiada primavera —concluyó Gojo.

—Eres un exagerado —se quejó Utahime. Aunque era cierto.

—Felicidades. Cuida bien de Uta —dijo Ryohei.

—Excelente recomendación del ryokan —Gojo alzó su pulgar, en señal de aprobación.

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