CAP 30: DESCARO

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—¿Y Tanabe? —preguntó Gojo.

Habían llegado hasta el puente, sin embargo, el director asistente no se encontraba ahí, al igual que la encargada del castillo. Cuando salieron del torreón Utahime no mencionó nada respecto a que tuvieran alguna emergencia, tampoco detectaba algún peligro cerca como para que requieran de Tanabe.

—Ya se fue —respondió Utahime.

—¿Y por qué?

—Por qué yo le dije que se podía retirar.

Satoru recordó el mensaje que le envió para decirle que habían terminado la misión.

—¿No querías que te viera llorar? —se burló de ella. Si Uta lo había abordado en los pasillos, era porque ya lo tenía pensado de esa manera.

—Tengo otros planes y no requerían de Tanabe–san.

—¿Justo después de lo que acabamos de hablar? Realmente esperabas que te rechazara ¿cierto?

—Nunca dije algo como eso...

—¿A quién ibas a ver para que te consolara? ¿A Haruhi? ¿Izumi? ¿Te irías a beber con otro?

Gojo hablaba sin parar, estaba molestando a propósito, pero sí que tenía curiosidad por esos "planes".

—Sigue hablando y eso es lo que haré —lo amenazó.

Utahime sacó su teléfono celular y buscó algo en él, cuando encontró lo que quería, le mostró el aparato a Gojo. Él empezó a reírse un poco nervioso, aunque un tanto divertido también. Utahime era maravillosa, no le cabía la menor duda.

—Lo tenías todo perfectamente planeado. Te felicito, sí me sorprendiste —dijo Gojo con una picardía que hizo ruborizar a Utahime.

—Habría sido una lástima si me hubieras rechazado.

—No es Nikko, tampoco mi cumpleaños, aunque la compañía es la esperada.

—Son treinta minutos en auto, vayamos a buscar un taxi.

—Eres una pervertida —dijo con humor, echándole el brazo por el hombro.

—¡Cierra la boca!

No era una pervertida, pero sí una mujer precavida. Uno: había hablado con Tanabe para decirle que se fuera por si a) en efecto, Gojo la rechazaba y debía llorar mares o b) Gojo le correspondía. Si la opción b era la ganadora, Utahime se había adelantado a ello reservando una habitación en un ryokan onsen, tal como Gojo había querido en su momento. Eso implicaba, por supuesto, que sus intenciones de reconciliación acabarían indudablemente en...

Y estaba lista para ello.

El ryokan onsen estaba a media hora de la ciudad de Himeji, entrando en las montañas. Había elegido un lugar despejado para evitar molestias innecesarias, quería que fueran solo ellos dos si las cosas salían bien. Además, el ryokan tenía unos hermosos jardines que en la estación de otoño eran preciosos.

Esta vez no había reparado en gastos, había alquilado la habitación de lujo, que prácticamente era una casa tradicional con un onsen privado techado al lado, todo para ellos solos. Inclusive contaban con su propio irori para cocinar, calentar agua o simplemente dar calor a la habitación; al lado una antesala con una mesa baja muy hermosa en color negro y cuatro asientos. En el cuarto de enseguida había dos futones sobre una base de madera. La vista hacia el patio trasero podía apreciarse desde el pasaje, que contaba con asientos cómodos y una mesita para la total relajación. El engawa por su parte corría por todo lo largo de la minka hasta el baño abierto, mismo que se encontraba bajo un porche totalmente de madera, era tan grande que fácilmente cabían unos seis adultos sin problema.

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