—Deberías usar el traje que te regalé en tu cumpleaños.
Sugirió Utahime mientras veía a Gojo detenerse frente a su mundo de prendas de su closet.
—¿Tú crees? Pensaba ir más informal.
—La visita es para reafirmar tu postura como líder del clan. Lucir presentable es parte de la actuación.
—¿Es eso o solo quieres verme vestido con ropa tradicional? —replicó con sorna.
—Un poco de ambas…
—Lo sabía… —sonrió—. Está bien, me vestiré para la ocasión.
—Te mentiría si te dijera que no tengo un poco de nervios de enfrentarlos.
—Se pondrán pesados, eso es un hecho —Gojo salió del closet con la ropa que sugirió Utahime.
—¿Les dijiste que iríamos juntos?
—Les dije que les llevaría una sorpresa.
—Seguro que sí…
—¿Y tú qué te vas a poner? —preguntó mientras se desvestía.
Utahime solo sonrió despreocupadamente.
El clan Gojo, uno de los tres grandes clanes de la hechicería, descendientes del extinto clan Sugawara. Llevaban cientos de años en la cima del mundo de los hechiceros, con imponente poder y riquezas. En la actualidad, debido a los acontecimientos surgidos a raíz de Kenjaku y Sukuna, la familia Gojo era la más poderosa actualmente de entre las tres grandes familias. Sin mencionar, el pequeño detalle de que su actual líder se había coronado como el hombre más poderoso de todos los tiempos.
El aviso de la visita de Satoru puso en revolución toda la villa. La servidumbre se dispuso a estar el triple de atenta, así como cada guardia. Los primos de Satoru, que eran varios, no encontraban particularmente agradable sus visitas, exceptuando a sus sobrinos segundos —niños pequeños— que se emocionaban por saludar al todopoderoso líder del clan.
Más que la presencia de Satoru, era la mujer que caminaba a su lado, el principal foco de atención. Iba hermosamente vestida con un furisode en distintas tonalidades de azul, desde el más oscuro hasta el casi blanco, la parte inferior mostraba una variedad de flores en varios tonos. Un obi blanco con flores, también armado en su parte trasera con un moño bastante elegante. Los adornos en su cabello recogido eran discretos, solo pequeñas flores blancas. Era el tipo de vestimenta ceremonial que usarías en un evento importante o si quisieras presumir de tu alto estatus.
Los murmullos se acrecentaban aún más conforme entraban al recinto. Tanto él como ella avanzaron en silencio hasta donde serían recibidos por los padres del peliblanco. Estaban siendo guiados por una mujer mayor, que Satoru ya conocía de su niñez.
Entraron al haiden, no había nada, al menos no como la última vez que lo habían recibido con un banquete. Gojo tomó lugar al centro de la habitación, al frente del tokonoma que tenía un bonito arreglo floral, el kakemono a su espalda mostraba una pintura de varios crisantemos, la flor insignia de la familia Gojo.
Satoru le indicó a Utahime que tomara asiento a su lado, no más atrás, como usualmente sería costumbre. Ella acató su petición y tomó la postura seiza de forma perfecta. El peliblanco por otro lado se cruzó de piernas y brazos.
—Se van a molestar —dijo Utahime cuando vio la postura informal y relajada de Gojo.
—¿Lo dice quien sugirió venir a confrontarlos?
—Dije que dejáramos en claro nuestra postura, no hacerlos enojar.
—Es lo mismo… —chistó con fastidio.
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RomanceSu relación era complicada porque así lo habían decidido los dos. Desde que estudiaban la preparatoria habían surgido indirectas y momentos en los que cualquier persona hubiera podido decir, incluido ellos, que tenían algo más allá de la amistad, si...