CAP 36: COMO SI JAMÁS FUÉRAMOS A SEPARARNOS

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El invierno era crudo en Kioto, aun así, eso no detenía el ímpetu de los jóvenes hechiceros. Habían vuelto más entusiasmados de cómo se fueron. Esos pequeños periodos de descanso que les concedía la escuela para que fueran a casa con sus familias, cuando podían salir a divertirse o simplemente ser un adolescente normal, eran muy preciados para todos. Una recompensa que pareciera despreciable para una persona común, pero para ellos, que su vida siempre estaba al borde del abismo, era un respiro agradable.

Kei corría con todas las fuerzas que le quedaban, Hibari, unos metros adelante, le animaba a gritos que le siguiera el paso. Los otros cuatro alumnos de entre los de primero y segundo ya se habían rendido en el verde pasto a descansar. ¿De quién había sido la absurda idea de correr hasta que el último quedara de pie? Bueno, será que la recompensa era tentadora.

Utahime veía a las dos chicas, en compañía de los que ya se habían rendido. Por esta vez, los había dejado ser imprudentes y hacer lo que quisieran. Tenían derecho a divertirse a su manera. Los quería, de todo corazón a cada uno. Cada generación tenía lo suyo, pero últimamente estaba más apegada a ellos. Nishimiya le hizo una escena de celos el otro día cuando pasó a la escuela de Kioto tras una misión.

—¡Ya ríndete, Akashi!

—¡No le vas a ganar a Hibari!

—¡Ustedes cállense, bola de perdedores! —refutó Kei.

—Chicos, no la molesten, se está esforzando.

—Pero ya me aburrí, hace frío, quiero irme al salón.

—Deberíamos estar practicando como conjurar barreras, pero ustedes decidieron hacer esto —dijo Utahime. Ella también estaba helándose, esperando a los chicos.

—Hacerlo es complicado, hay que saber muchas cosas. Ahora mismo solo pienso en los regalos de navidad.

—Sí se van al salón de clases lo harán para estudiar, no para jugar...

—¡Kei si ganas te dejaré guardar otra vez el ritual sin límites!

Todos voltearon a ver al dueño de aquella voz ajena a los de Kioto: Gojo Satoru.

Kei trastabilló al escuchar al profesor, quien se había hecho notar de forma imprevista. Casi se cae, pero volvió al equilibrio, saludó a mano alzada con entusiasmo sin dejar de correr.

—Profesor Gojo, que sorpresa tenerlo aquí —dijo un alumno de los que estaba con Utahime.

—Solo pasaba a ver cómo están trabajando. Me sorprende que su siempre estricta profesora Utahime les permita perder el tiempo de forma irresponsable.

—¡Cállate! ¡No seas fastidioso! —gritó Utahime, apenada de que la descubriera siendo indulgente.

—Profesora Iori ¿no le alegra ver a su novio?

—¿Qué? —dijo atónita y un tic nervioso en el ojo.

—Fue muy comentado en el chat grupal con los de Tokio —añadió alguien más.

—¡Oh! ¿Tienen un chat grupal? —preguntó Gojo, emocionado. Le daba gusto que todos se llevaran bien.

—Sí, desde que empezó el semestre pasado.

—¿Ahí es donde se pasan las encuestas?

—Profe Gojo ¿no se habrá puesto de novio solo para aumentar su popularidad y quedar mejor rankeado?

—¡Me descubriste! —gritó impactado. Obviamente, todo fingido. Los alumnos de Utahime se rieron de él.

—Cuide de ella, profesor Gojo. Es nuestra mamá oso —dijo una de las chicas, abrazando a su querida profesora.

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