Al despertar lo primero en captar su atención fueron los cabellos platinados sobre su pecho. No creía que pudiera acostumbrarse a ver a Satoru entre sus brazos cada día de visita.
Estaba durmiendo, lo cual era de por sí raro, no se había despertado cuando ella se movió un poco para poder apreciarlo mejor; un hilo de baba corría desde la comisura de su labio hasta su pijama, lucía tan adorable que le costaba creer que la noche anterior le había hecho cosas que no se atrevería a contar.
Acarició el brazo que estaba sobre ella, aprisionándola para que sus cuerpos estuvieran juntos. Sobre el hombro notó una marca morada, otra que añadiría su colección de "Gojo Satoru me pertenece": debería tener otra bajo el ombligo y una más en la entrepierna muy cerca de su hombría.
Había llegado el sábado ya tarde, probablemente había ido a buscarla en cuanto terminó el trabajo, volvieron juntos a casa de Utahime desde la escuela de hechicería, pasaron la noche amándose hasta muy tarde.
El reloj marcaba las ocho de la mañana. Estaba cansada, quería levantarse para ir al baño, pero sintió lástima en tener que despertar a Satoru para hacerlo. Podía contar con una mano cuántas veces lo había visto dormir para descansar de forma adecuada, incluida esta. Prefirió no moverse y le permitió dormir hasta que él decidiera que era suficiente.
Una hora después, Gojo recién comenzó a dar señales de querer salir del mundo de los sueños. Nadie sabía, pero tenía el sueño pesado cuando decidía que necesitaba un verdadero descanso. Los demás momentos, aunque "dormía" siempre estaba alerta, como un delfín: la mitad del cerebro apagado y la otra mitad despierta.
—¿Qué hora es? —alcanzó a decir antes de bostezar con toda la boca abierta.
—Casi son las nueve —respondió Utahime. Se había quedado viendo cosas en el celular en lo que esperaba a que Gojo despertara.
—Que tarde, no me di cuenta cuando me quedé dormido.
Volvió a bostezar y tomó asiento en la cama, rascándose la cabeza. Su cabello apuntaba en todas direcciones.
—Me alegra que descanses como una persona normal, es bueno para ti.
—Debió ser que drenaste toda mi energía anoche —Gojo estiró sus brazos al techo—... Fuiste bastante intensa.
Utahime se ruborizó ante el comentario y escondió su rostro valiéndose del celular.
—Es tu culpa —farfulló.
—Necesitas comprar una cama más grande.
Gojo quiso bajar de la cama, tenía el cuerpo entumido. Medía poco más de uno noventa, obvio una cama estándar no sería suficiente para él. Pasó por encima de Uta y aprovechó para darle un beso pequeño en los labios.
—Como la de mi departamento.
—Tú cama mide lo mismo que mi habitación... —renegó Uta.
—Entonces alquila otro departamento —propuso como si fuera tan sencillo.
—Me gusta este lugar.
—Pero no hay espacio para mí.
—No pasarás tanto tiempo aquí como para que amerite mudarme.
Utahime dejó el celular en la mesita de noche y miró a Satoru, solo llevaba el bóxer encima. Ambos ya se habían dado cuenta que Utahime era de usar pijamas y Gojo prefería dormir en ropa interior. Efectivamente, la marca en su vientre estaba ahí, ella sonrió orgullosa de su cometido.
—Sí quieres que te visite más seguido solo dilo, no tienes por qué poner esas excusas.
—No son excusas.
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Votos
RomanceSu relación era complicada porque así lo habían decidido los dos. Desde que estudiaban la preparatoria habían surgido indirectas y momentos en los que cualquier persona hubiera podido decir, incluido ellos, que tenían algo más allá de la amistad, si...