—Pareces muy distraída ¿estás bien?
Mei lanzó la pregunta para la pelinegra, que llevaba un rato agitando el té con una pajita de madera.
—Perfectamente, Mei–san. Solo pensaba en un problema que me aqueja.
—Ya veo. Si no es algo que involucre dinero, no creo poder ser de ayuda.
—Ojalá fuera tan sencillo como el dinero —sopesó con un gran suspiro.
—El dinero solo habla con sinceridad. No me haría suspirar tan lamentablemente.
—No es algo importante. Tengo mucho trabajo con los alumnos, solo estoy cansada.
—Seguro...
La hechicera de primer grado había pasado a la escuela de Kioto luego de una misión en las cercanías. Después de reportar y recibir el pago, se encontró con Utahime, quien la invitó a tomar el té.
—Por cierto. Makoto Abe de cuarto año fue recomendado para primera categoría, ¿crees que puedas llevarlo a una misión contigo?
—¿Cuánto me van a pagar?
—Lo de siempre, supongo...
—Aumentaré mi precio un doce por ciento el siguiente año.
—La sede es quien paga, tendrás que verlo con ellos.
—Espero que Gojo no meta sus manos en eso, con sus nuevas reformas.
—No sabría decirte, esas cuestiones son entre él y los altos mandos.
—Gakuganji está muy de la mano con él, ¿quién lo hubiera dicho? —dijo con gracia.
—Sí...
—¿Y tú? Supe que te ofrecieron algo en Hokkaido.
—¿Cómo sabes eso? —sus ojos se abrieron completamente ante la sorpresa de escucharla hablar de ese tema tan de la nada.
—Tengo una confiable red de información —se rio de lo maquiavélica que en ocasiones solía ser.
Miró a Mei, indecisa de si sacar el tema o no. Aún no hablaba con nadie abiertamente de lo que había pensado luego de su visita a Sapporo.
—No creo que vaya a aceptar... —respondió con reserva.
—¿Por? Sería un buen retiro. La escuela puede conseguir a otro profesor sin mucho problema.
—No es para mí. Además, amo lo que hago aquí.
Utahime lucía decaída, estaba hablando de lo que amaba, sin embargo, Mei notó que su rostro reflejaba algo más parecido a la pena.
—Te recuerdo como estudiante. Eras sumamente aplicada y correcta. Tan linda como una muñeca kokeshi. Me preguntaba ¿qué hacía una niña como tú arriesgando su vida innecesariamente?
—No sabía que pensabas eso de mí...
—Supongo que Gojo y Geto opinaban lo mismo: "¿Por qué Utahime se esfuerza tanto?" "¿Por qué sigue yendo al frente?". Era curioso, por eso te recomendé.
—Y te lo agradezco mucho.
—Mírate ahora, enseñando esa testarudez a tus alumnos, ¿no estás cansada?
—¿No lo estás tú? ¿Por qué sigues trabajando?
—Por dinero, obviamente.
—Tienes lo suficiente como para retirarte.
—Nunca es suficiente. Así como amas enseñar, yo amo la remuneración.
—¿Sería tan sencillo reemplazarme? ¿Realmente lo crees? —preguntó con tristeza.
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Votos
RomanceSu relación era complicada porque así lo habían decidido los dos. Desde que estudiaban la preparatoria habían surgido indirectas y momentos en los que cualquier persona hubiera podido decir, incluido ellos, que tenían algo más allá de la amistad, si...