CAP 33: SORPRESA

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ADVERTENCIA: Contenido R18+. Leer bajo responsabilidad!!
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—Satoru...

Apretó con fuerza los mechones blancos que estaban entre sus piernas. Tenía buen rato allá abajo ofreciéndole amor. Utahime se retorcía sobre la cama, jadeando y suplicando a que siguiera moviendo su lengua de esa forma tan placentera.

No sabía si Gojo había dormido o se había despertado demasiado temprano, el hecho era que apenas abrió un ojo, el ojiazul se abalanzó sobre ella, después de todo, anoche habían vuelto tarde y con Uta borracha. Llegó adormilada por el paseo en auto, sin embargo, no tanto como para dejar de lado su rutina nocturna de skin care. Gojo tuvo que ayudarle a ponerse la crema para el rostro ya que se había picado el ojo intentado hacerlo y eso después de que le cayera jabón en los ojos. Se acomodó en la cama y en cuanto pegó la cabeza a la almohada se quedó dormida.

Fue inevitable para él querer amar su cuerpo a la mañana siguiente.

Ya lo habían hecho una vez antes de que decidiera besarla por todos lados y detenerse en su sexo. Satoru le mordió un poco en la cara interna del muslo, le hizo un chupete que parecía había causado más dolor que placer, cosa que no era verdad.

Gojo alzó la vista para ver el rostro de su mujer que jadeaba sensualmente su nombre. No hubiera apostado que le excitaría tanto que le llamara así.

Se bajó de la cama y jaló a Utahime de los tobillos hasta él para que le siguiera. Besó sus senos insaciablemente, mientras sus dedos acariciaban lo que su boca había estado saboreando.

—Levántate y siéntate arriba de mí.

Las órdenes de Gojo en la cama siempre sonaban muy autoritarias, no tenía cabida la discusión o la negociación, si Gojo quería algo, debía cumplírselo, así lo indicaba el tono de su voz.

Gojo se sentó al borde de la cama con las piernas abiertas, jadeando impaciente al ver las curvas de su amante. Utahime le dio la espalda para sentarse como le dijo. Satoru sostuvo su miembro para que ella misma pudiera introducirlo en su cuerpo al ritmo que quisiera, cuando sintió la penetración quitó la mano y tomó a Uta por la cintura.

—Se siente tan bien...

Suspiró él, Utahime gruñó gimiendo cuando toda la erección de Gojo estuvo dentro de su cuerpo. Ella tendría que hacer todo el trabajo de movimiento debido a la pose, en definitiva, sus piernas terminarían agotadas. Pero ¿A quién le importaba? Valía toda la pena del mundo.

Por lo visto, ambos eran dominantes en el sexo, así que era un gusto que le dejara la cadencia a ella, tenía el control de ir lento o rápido, hacerlo fuerte o suave, ir profundo o introducirlo solo un poco, todo dependía de lo que ella quisiera.

La hombría de Satoru calzaba a la perfección para acomodarse a su anatomía. Como ella era mayor, quería pensar que el peliblanco había nacido así para complementar a la perfección su sexo. La longitud, el grosor, la forma... Todo embonaba justo donde debía para hacerla gritar envuelta en éxtasis.

Apretó las piernas ante sus pensamientos estúpidos, pero muy pervertidos, de cómo la unión de sus cuerpos estaba hecha el uno para el otro, predestinadas. Gojo le mordió la nuca al sentir más presión alrededor de su pene. El calor del encuentro estaba esparciéndose por cada célula de su piel.

—¿Cuántos sueños húmedos tuviste conmigo para saber qué es lo que me gusta? —jadeó Satoru. Se hizo un poco hacía atrás, para poder observar en primera fila y a lujo de detalle cómo estaba penetrándola.

—Los suficientes...

Los movimientos de Uta se intensificaron cuando estuvo lista para tener su orgasmo. Gojo disfrutó del espectáculo que su posición privilegiada le otorgaba. El placer incontrolable de Uta latió rodeando su miembro, mientras ella gemía ruidosa, como siempre. Satoru se dejó absorber en el deseo y terminó también.

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