CAP 23: MADUREZ

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—Está toda mojada... —dijo Utahime, con mucho fastidio.

—Estoy seguro de que la programé bien.

Ambos se cruzaron de brazos y vieron la máquina... No podía ser tan complicado usarla, ¿verdad?

Gojo se rascó la cabeza mientras pensaba que pudo salir mal. Utahime suspiró, resignada en usar la lavadora. Ambos comenzaron a reírse, eran un desastre.

—Ya no huelen a cerveza —Uta estaba olfateando prenda por prenda—. Creo que al menos si se lavaron.

—Qué raro...

—Voy a colgar la ropa, de todos modos... Voy a pasar la noche aquí —dijo con nerviosismo.

Utahime exprimió las prendas para quitarles el exceso de agua y las acomodó en el colgadero. Le parecía increíble que Gojo hubiera pensado en comprar ese aditamento, aunque conociéndolo, lo más probable era que viniera ya incluido con el departamento.

—Puedes usar mi habitación para dormir, yo me quedaré en el sillón —comentó Gojo una vez que estuvieron en el pasillo.

—De ninguna manera, yo me quedaré en el sillón. Solo dame una manta y estaré bien.

—¿Cómo crees? —protestó en su afán de buen anfitrión—, yo no duermo mucho, usa mejor la cama.

Gojo la empujó en dirección a su habitación, pero Utahime se plantó firmemente en el piso para no dejarse llevar.

—Que no, yo quiero dormir en el sillón.

—¿Por qué reniegas tanto?

—¿Y tú por qué eres tan insistente?

Ambos comenzaron a pelear, como si estuviera en una competencia de judo o algo parecido. Sabía que Gojo lo hacía para molestarla, porque si quisiera llevarla de verdad nada le costaba imponer su fuerza sobre la suya.

—Es mi departamento y yo hago lo que quiero —respondió su pregunta usando las mismas palabras de Utahime.

—Aún no tengo sueño... —insistió. Trató de empujar a Gojo hacía atrás, pero no lo movió ni medio centímetro.

—¿Te irás temprano? Ya pasa de medianoche.

—Si salgo a las ocho creo que estaría bien.

Gojo hizo girar a Utahime en la dirección opuesta a su habitación, como si fuera un paso de baile. Él quedó detrás de ella, abrazándola por debajo del busto con sus dos brazos, podía sentir perfectamente como sus pechos caían sobre su antebrazo, sabía que no estaba usando sostén porque la vio colgándolo junto a la otra ropa.

—De acuerdo. ¿Qué quieres hacer? —preguntó Gojo.

—¿Qué haces en tus tiempos libres aquí?

Utahime tiró la cabeza atrás, alzando la vista para ver a Gojo. Estaban tan cerca que su cabeza chocó con el pecho del albino. Así que... el contacto era solo cuando él quería. No podía quejarse, era la cercanía que estaba buscando desde que se vio con Oki en Aomori. Gojo la apretó con un poco más de fuerza, el calor comenzó a recorrer el cuerpo de la pelinegra.

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