Tres meses pasaron demasiado rápidos para la pareja que vivía en un idilio de amor. Tanto Nancy como Mason no querían que el fin de las vacaciones del hombre llegaran, pero la realidad reventó su burbuja y los hizo pensar una vez más en la angustia que de nuevo sentirían al momento que se alejaran.
Pero ahora había promesas de por medio y era por ellas que la ilusión de un pronto reencuentro les golpeaba el pecho con fuerza y los hacía anhelar con un todo.
Durante los tres meses que pasaron se amaron tanto, se juraron un amor que no sería derrocado por nada ni por nadie, pese a que ellos sabían que el futuro era incierto e impredecible. No obstante, sus corazones latían en la misma sincronía y solo la muerte podría quebrantar ese amor tan bonito y sincero que se tenían.
Se encontraban envueltos en un abrazo que ninguno de los dos quería romper. Se despedían una segunda vez, pero el sentimiento de Nancy de no dejarlo ir de sus brazos se arraigó en su ser. Así que se sujetó de su novio con fuerza, apretándose contra sí, dejándole claro que no estaba preparada ni tampoco quería dejarlo ir.
Mason jamás había sentido esa necesidad de quedarse, era un sentimiento tan nuevo para él que no sabía que hacer, si volver a su labor o quedarse sumergido en el calor que emanaba el cuerpo de su novia. Pero debía marchar, ya que aún no estaba listo para darse de baja en el ejército.
—Llamaré cada vez que pueda.
Nancy asintió con la cabeza. ¿Qué más podía decirle que no le hubiera dicho antes?
La noche anterior lloró mientras se unían en un solo cuerpo, de nuevo sintiendo un temor que no sabía cómo explicar. Estaba claro que no le gustaban las despedidas, porque de manera inconsciente venía a su mente la fatídica noche en que sus padres murieron. No quería pensar en nada malo, pero su cabeza se llenaba de malos pensamientos y el miedo en su corazón se hacía más intenso.
—Aun no me han asignado una misión, pero pronto lo harán y no sé a qué lugar me envíen.
—No importa donde vayas, solo te pido una sola cosa —lo tomó del rostro con la mirada inquieta—. Cuídate mucho, por favor.
—Lo haré, ¿sabes por qué? —el hombre esbozó una sonrisa para tranquilizar el miedo de su novia—. Porque cuando vuelva, te haré mi esposa.
La sola idea de casarse la hizo sonreír y agitar el corazón. Habían prometido casarse una vez él regresara.
—Aquí te esperaré.
Unieron sus labios por enésima vez, alargando el tacto lo más que podían. ¿Cuánto tiempo pasaría para volver a besarse, acariciarse y fundirse en la piel del otro? No lo sabían, y por eso se besaban como si no hubiera un mañana.
—Te amo —le susurró Mason en medio de un beso apasionado y tierno.
—También te amo, mi amor.
Volvieron a darse un beso que duró muy poco según la apreciación de la pareja, antes de que el militar se alejara de ella con una sonrisa en los labios.
El camión que lo llevaría a la base esperaba por él a un costado de la carretera, así que se apresuró a despedirse de su madre y sus hermanas antes de partir. Roque se encontraba allí con otros soldados, esperando por el hombre.
Nancy se aferró del brazo de Livia y sonrió, viendo como el camión se alejaba y él la contemplaba a la distancia. Estaba luchando consigo misma para no quebrarse y no dejarse dominar por esos malos pensamientos, pero era tan inevitable. Aun podía recordar las palabras de sus padres, que en ese momento eran tan normales para ella, pero horas después entendió que se trataban de una despedida definitiva.
—Te puedo entender muy bien, Nancy —la madre de Mason rompió con el silencio que se había formado entre ellas—. Pasé por la misma angustia y temor por muchos años con mi esposo, pensando que le sucedería lo peor en cada una de las misiones que iba. Fue difícil hacerle entender a mi corazón que ese era su trabajo y que debía aceptarlo. Cuando lo comprendí, solo podía pedirle a Dios que lo cuidara y protegiera de cualquier peligro —se acercó a su nuera y la tomó de las manos, acariciando con sutileza el anillo que su hijo le había entregado y sonrió—. Ahora siento la misma angustia y miedo por mi hijo, pero tengo la fe puesta en que volverá y cumplirá cada uno de sus sueños. Y será tan feliz como se lo merece.
La chica le dio la razón a la mujer, sacando de su mente ese mal pensamiento que de nuevo empezaba a atormentarla.
Las cuatro mujeres regresaron a la casa en completo silencio. Nancy había viajado el viernes con Mason aprovechando que era fin de semana. Ese domingo debía regresar a su ciudad y debía admitir que no quería irse, el lugar le resultaba relajante y confortante, algo que la ciudad en la que vivía no le generaba.
—Me encantaría que volvieras algún día, no me gustaría que ahora que no está Mason perdamos el contacto. Incluso puedes venir con tu familia, aquí hay espacio suficiente para recibirlos a todos.
—Mamá tiene razón, Nan. Ven cuando quieras, esta es tu casa —la alentó Cindy y la joven sonrió agradecida.
—Les tomaré la palabra, además de que a mi abuela le encantará venir.
—¡No se diga más! —exclamó Livia—. Avísanos con tiempo para tenerles todo preparado.
—Lo haré.
Nancy se colgó su maleta al hombro y repartió abrazos a las tres mujeres antes de marcharse a su ciudad. No dejaba de pensar en Mason. Había pasado un par de horas desde que se marchó y ya lo extrañaba con una fuerza que la abrumaba.
Se dijo a sí misma que no pensaría en nada malo, que soltaría ese miedo que había en su mente y en su corazón para no sufrir durante el tiempo que él estuviera de misión.
Todo estaría bien para los dos. Él haría su grandioso trabajo como militar y protegería al pueblo y ella esperaría por él el tiempo que fuese necesario. Cuando el volviera a su lado cumplirían aquella promesa que se habían hecho mientras se juraban amor en medio de besos y caricias intensas.
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Cuando Vuelvas Conmigo[✓]
RomanceEl amor llega a la vida de Nancy cuando menos se lo esperaba, haciéndola vivir un sentimiento que jamás se imaginó que sería tan bonito, fuerte y real. Pero la realidad de una vida riesgosa y complicada hará que ese amor tan anhelado se convierta en...