Capítulo 27

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A Nancy no le gustaba mentirle a su abuela, pero en ese caso no podría decirle que se quedaría con Mason. Eso desencadenaría que una charla que sabía muy bien se llevaría a cabo y se sentiría avergonzada de que su abuela supiera que había mantenido intimidad con su novio.

En cuanto salió de la casa, caminó un par de calles antes de encontrarse con su novio. Entre risillas cómplices y nerviosas, se dirigieron al hotel en el que él se estaba hospedando.

Nancy llamó a su amiga para pedirle que la encubriera, lo que la llevó a decirle que se quedaría con Mason, burlas y comentarios sátiros que hacían sonrojar a la morena. Pero al final, le dijo que no se preocupara por nada, que le diría incluso que se quedaría por el resto de semana con ella, sabiendo muy bien que la pareja debía desfogar toda su pasión.

—No me gusta mentirle a mi abuela.

—Es por una buena causa, ¿no crees, mi amor?

La chica enarcó una ceja y él soltó una risita, antes de acercarse a ella y proclamar sus labios como suyos. Su piel ardía de deseos, ya no podía contener todo lo que ansiaba su interior.

—A veces decir una que otra mentira piadosa no es malo, además, estás conmigo. Eres adulta y yo soy tu pareja, así que es muy normal que tengamos sexo.

—No lo digas tan fuerte, Mason —susurró la chica, sonrojada de pies a cabeza mirando al taxista de reojo mientras su novio se echaba a reír y la apretaba más fuerte contra su cuerpo.

—Eres tan linda —dejó un pico en su nariz y sonrieron.

Nancy nunca iba a confesar en voz alta que también sentía arder su piel con tan solo un beso y una suave caricia, pues sería vergonzoso para ella admitir que se moría de ganas por ser desnudada por su novio y recibir todo ese amor que solo él ha sabido darle. Pero en su mente, no dejaba de recrearse en su mirada ardiente y sus toques electrizantes.

La tensión crecía con el paso de los segundos y se acercaban al hotel. Sus pieles transpiraban calor y humedad, y la ansiedad por llegar era tanta, que podían sentir sus respiraciones acelerarse de anticipación.

Tan pronto llegaron, Mason pagó la carrera y ayudó a bajar a su novia con total caballerosidad. Se dirigieron a paso lento a la entrada, pensando en la manera que todo se llevaría a cabo. Tenían pensamientos difusos y candentes, quizás porque el deseo era tanto que ya no podían contenerlo por más tiempo.

Mason pensaba en que, una vez abriera la puerta de su habitación, la empotraría contra ella y la haría suya ahí mismo. Mientras Nancy se llenaba de valor para tomar ella la iniciativa y desarmarlo una vez estuvieran solos. Cuales fueran sus pensamientos y fantasías, solo una tenía en común, y era amarse hasta que el sueño los proclamara.

Sus corazones se aceleraron ipso facto en cuanto llegaron a la habitación. Mason abrió la puerta y la dejó entrar primero, viendo su cuerpo de espaldas y haciendo que su hombría palpitara con ganas en cuanto fijó la vista en su trasero. La deseaba tanto y ahora era completamente suya. Nada haría que se detuviera.

El silencio los envolvió, pero fue cuestión de segundos para que Nancy se girara hacía él y él se acercara a ella. Sus labios se estrellaron con fiereza y soltaron un jadeo sorpresivo y satisfactorio en el roce violento de sus bocas.

Mason cerró la puerta de una patada y acorraló el cuerpo de la joven contra ella, profundizando sus besos y recorriendo el cuerpo de su novia con lentitud agónica. Cada roce provocaba temblores y sensibilidad en ella.

Nancy acarició sus suaves cabellos, tirando de ellos sintiendo que iba explotar nada más con un beso salvaje y lleno de intención.

El beso subió de intensidad a tal punto que sus manos actuaron por cuenta propia, despejando las pieles del otro con una ansiedad y deseos que los mantenían con la mente nublada.

Cuando Vuelvas Conmigo[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora