Capítulo 30

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Aunque Nancy se sentía tímida, poco a poco fue soltándose con la familia de su novio. Las hermanas de Mason eran divertidas y la hacían reír con sus comentarios y bromas. La madre de él era dulce y amable, siempre preguntándole si sentía a gusto en su pequeño hogar.

Cuando llegó la hora de dormir, Nancy se sorprendió de que Mason la guiara a su habitación. Ella por supuesto quería pasar las noches a su lado, pero le avergonzaba lo que pudieran pensar sus hermanas y su madre.

—Somos una pareja y es muy normal que durmamos en la misma cama, mi amor. Pero si te sientes más cómoda durmiendo sola, me quedaré en el sofa —le dijo el hombre, viéndola con diversión y dulzura.

—¿En qué sofá te vas a quedar?

—En el de abajo.

—Pero es muy pequeño, además de que no es justo que te saque de tu propia habitación.

—Entonces duerme conmigo y no pienses en lo que mi familia pueda pensar de nosotros —la tomó de la cintura y la acercó a su cuerpo—. Eres mi novia.

Nancy soltó una risita y asintió, apoyando su mejilla en su pecho, dejándose envolver por ese aroma tan masculino y que tanto le gustaba. Permanecieron abrazados por largos minutos en los que no se dijeron ni una sola palabra, pero disfrutando de estar juntos, de la cercanía, del calor que emanaban sus cuerpos, de la presencia del otro.

—Me gustaría tomar una ducha antes de ir a la cama.

—¿Me estás proponiendo que te haga compañía? —inquirió seductor, acercando su boca a la de ella—. Me suena bastante tentador, ¿no te parece?

—Mason, aquí no...

—¿Por qué no? —rozó sus labios, provocándola.

—Sería vergonzoso si nos escuchan —murmuró, embelesada por las sensaciones que el roce de sus bocas provocaba en ella.

—Eso quiere decir que —el hombre deslizó la boca desde la mejilla hasta su oreja, causándole cosquillas y que sintiera bastante calor—, no debemos hacer tanto ruido.

Ella sinceramente quería rebatirle, pero los temblores y el calor que sentía fue más fuerte y se dejó vencer por las caricias del hombre que más amaba, suspirando finamente y ahogando sus gemidos en la boca de él mientras sus cuerpos húmedos danzaban al mismo son bajo el agua.

***

La mañana llegó con rapidez para Nancy, que tan pronto abrió los ojos, se percató de que estaba sola en la cama. Recordó la noche tan intensa que había tenido con Mason y soltó una risita picarona.

Cuando estaban en su casa no podían estar como tanto lo querían, por lo que fue liberador y satisfactorio el desfogue de su pasión en casa de él. Aunque se sentía avergonzada de que alguien los hubiera escuchado.

Se levantó de la cama y se acercó a la ventana. Desde allí tenía una vista hermosa de los cultivos y de un cobertizo, donde vio a Mason y su madre hablando mientras él llevaba una carreta llena de paja hacía el interior.

Livia y Cindy recolectaban algunos alimentos en canastas, así que, sintiéndose apenada y en deuda por todo lo que Mason había ayudado en el restaurante, se dio un baño rápido y bajó a ayudarles.

—Eres nuestra invitada y los invitados no trabajan —le dijo Livia.

—Me sentiría mejor si les ayudo. No quiero quedarme haciendo nada mientras ustedes trabajan.

—De acuerdo —suspiró la jovencita—. Tenemos que darle de comer a los animales. ¿Puedes encargarte de ello?

—Yo le ayudo —Cindy dejó la canasta en el suelo, liberándose de ese trabajo tan aburridor y llevó a Nancy hacia el cobertizo—. Alimentar a los animales es mucho mejor que estar recolectando alimentos. Me canso de los pies y me duele la cabeza cuando hay mucho sol.

—Tienen una granja bastante bonita y grande.

—¡Qué dices! Si es la más pequeña de todo el pueblo. Pero nos da para vivir cómodamente y eso es lo más importante —la miró mientras caminaban hacia donde las vacas se encontraban—. Mason nos contó que estudiabas periodismo.

—Sí, voy por la mitad de la carrera.

—¿Te gusta?

—Sí, me gusta mucho —confesó—. Siempre soñé con ser periodista, informar, esclarecer o simplemente entrevistar a un famoso.

—A mí me gusta la fotografía y es lo que me encantaría estudiar una vez culmine el bachillerato, pero debo ahorrar mucho dinero para poder adquirir una cámara profesional y pagar la inscripción a la universidad —sonrió triste—. Además de que debería mudarme a la ciudad y eso es algo que no está en mis planes. No quiero dejar sola a mamá y a Livia.

—Aun tienes tiempo para tomar la mejor decisión para ti, pero estoy segura de que tu madre sería muy feliz al verte cumplir tus sueños. La ciudad no está lejos y puedes venir a visitarla cuando quieras.

—Tienes razón, es lo mismo que mi madre me ha dicho.

Siguieron hablando mientras le daban de comer a los animales y hacían aseo a los establos. Nancy nunca imaginó que este era el tipo de vida que llevaba la familia de Mason, pero le gustaba y se le hacía tan revitalizante.

En definitiva, la vida en la ciudad era monótona y aburrida. Por lo menos allí podía ver un paisaje bonito, disfrutar de la buena calidad del aire y de pasar tiempo agradable con personas amables.

En aquel lugar se pudo olvidar de todo, incluso de todos sus problemas, de sus dolencias y de que tenía una vida casi hecha en la ciudad. Pero lo pensó mejor, ella se sentía saturada y casada de ir y venir del restaurante a la universidad. Su vida era aburrida y no había nada de interesante en ella.

Antes de Mason no solía salir a ningún lado, y cuando lo hacía, no se sentía encajar en los lugares que Carla la llevaba. Él inyectó diversión a sus días oscuros, fue la luz que iluminó su soledad y tristeza y le guio el camino que en ese momento no podía visualizar porque se sentía perdida y sumida en su dolor.

Pensó en su abuela y se dijo que esa era la vida que ella merecía tener, pasando sus últimos años en tranquilidad y no bajo la presión de deudas y todo el trajín del restaurante. Quizás algún día podría descansar y llevar una buena calidad de vida, eso era lo que más deseaba darle a su familia, paz y tranquilidad.

***

Los días que estuvieron en la granja, la pareja se acercó más y su amor se afincó un poco más si eso era posible. Se sentían en una burbuja de amor que nada ni nadie podía reventar.

Se amaban con locura cada vez que tenían la oportunidad de hacerlo, paseaban por el pueblo y ayudaban en la granja cada día. Parecían que estuvieran viviendo su propio idilio de amor y Mason empezó a soñar en más grande. Se idealizaba a Nancy como su esposa, durmiendo entre sus brazos y siendo su más bonito despertar.

La quería como esposa, como la madre de sus hijos y su fiel y única compañera de vida. Deseaba tanto a su lado, que empezó a planificar su futuro junto al lado de la mujer que más había amado en toda su vida.

Con la ayuda de sus hermanas y su madre, prepararon una cena romántica para los dos. Allí le diría lo mucho que la amaba y sus más profundos deseos. Se sentía nervioso y repasó en su mente todo lo que diría en cuanto la tuviera de frente. No esperaría más tiempo y tampoco tenía que esperar años para ser uno con ella, porque estaba seguro de que Nancy era el único y verdadero amor de su vida. 

Cuando Vuelvas Conmigo[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora