Capítulo 21

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Mason terminó de acicalarse y se apresuró a salir del campamento antes de que el camión lo dejara. Era su día libre junto al de otros dos soldados, por lo que no iba a dejar pasar la oportunidad para descansar, en especial, para llamar a su familia y a esa chica que no había abandonado sus pensamientos ni un solo día.

Había pasado más de un mes en los adentros de una selva, por lo que se preguntaba a diario si Nancy seguía pensando en él, así como se lo había hecho saber en las dos cartas que le había enviado. Ese fin de semana no le escribiría, puesto que le daría la sorpresa haciéndole una llamada.

Necesitaba escuchar su voz, porque sentía que ya no recordaba cómo sonaba.

El pueblo más cercano quedaba a tres horas del campamento en el que estaban. Hacía mucho tiempo no cumplía una misión en un lugar tan apartado, por lo que empezaba a extrañar cosas simples de la ciudad, tener contacto constante con más personas y no estar tan incomunicado como lo estaba en la selva. Por más que buscara señal, su teléfono nunca la agarraba.

Todo el camino fue pensando en Nancy, en lo feliz que sería al escuchar su dulce vos e incluso en el regaño que su madre le daría por no llamarla antes. Pero desde que empezó la misión, ese era su primer descanso, y por más que trató de comunicarse, no pudo hacerlo.

En cuanto el camión llegó al pueblo, los tres soldados se dirigieron a un restaurante. Desayunaron decentemente, y cuando terminaron, cada uno tomó un rumbo diferente. Uno fue a buscar qué hacer mientras el otro dijo que pasaría el día comprando cosas personales y lo que sus compañeros habían encargado. Mason, por su parte, llamó a su madre en lo que se dirigía rumbo a la plaza central del pueblo.

Era un pueblo tan pequeño, que no había mucho que hacer, pero al menos era libre del silencio atroz de la selva y, lo más importante, podía comunicarse con los que más quería.

Escuchó a su madre quejarse por largo rato al no saber que tenía una novia hasta cuando le había entregado la carta a Roque, a sus hermanas menores decirle que lo extrañaban mucho y que esperaban conocer a su novia lo antes posible. Incluso le gastaron bromas, diciéndole al hombre que pensaba que su novia era Roque, su mejor y único amigo, pues ya que nunca lo habían visto salir con una chica.

Mason les contó a las tres mujeres más importantes de su vida sobre Nancy, una hermosa morena que había conocido hacia un tiempo y le había robado el corazón ipso facto. Aunque les dijo que tenían una relación, se sentía inseguro y temeroso de que terminara, después de todo, él no podía brindarle a ella tiempo y momentos bonitos.

—Ella debe entender tu posición, hijo. Una mujer cuando hace vida con un militar debe tener en cuenta el dolor, el sufrimiento y la zozobra que le cae encima. Quizás ahora no lo entiende, pero sabe que el tiempo que van a compartir es poco.

—¿Crees que debería cambiar de profesión, mamá?

Su madre soltó una risita, recordando ataño a su esposo, que era el vivo retrato de su hijo.

—Una vez tu padre me hizo la misma pregunta, y aunque una parte de mí quiso decirle que lo dejara, no pude hacerlo. Hijo, uno no puede pedirles a las personas que cambien algo de su vida, más cuando aquella labor, sin importar lo riesgosa que sea, le apasiona tanto. Dejarás tu profesión cuando tú creas conveniente y estoy segura de que ahora dejarla no está en tus planes, ¿o sí?

—Sabes que no, mamá. Pero Nancy... —soltó un suspiro—. Estoy enamorado de ella.

—No te precipites, mi amor. Hay amores pasajeros y otros que duran toda una vida. El tiempo dirá si son el uno para el otro, mientras tanto, lo único que puedes hacer, es vivir al máximo a su lado cuando estés de permiso o de vacaciones.

No pudo hacer más que darle la razón a su madre, disfrutaría de su relación hasta donde tuviera que durar. Hablaron otro poco y luego colgó, diciéndole que iba a llamarla sabiendo que ya no estaba en la universidad, probablemente de camino al restaurante.

El corazón de Mason se aceleró en cuanto buscó su contacto y marcó. Las manos le sudaban y sentía malestar en el estómago, pero no era más que la ansiedad que sentía por escuchar su voz.

—Buen día. ¿A quién necesita?

Miró el teléfono para asegurarse si había marcado el numero correcto, pues una voz masculina le había respondido en lugar de Nancy. Pero al asegurarse que era el numero de ella, frunció el ceño, sintiendo que su corazón latía de una manera errática y que sus tripas se retorcían.

—¿Liam? —preguntó, dedicativo.

—Oh, no. Soy Trevor, un amigo.

Aquella contestación le sentó mal. ¿Quién diablos era ese tal Trevor y por qué tenía el teléfono de su novia?

—¿Y Nancy? —inquirió, sin saber cómo más preguntar por ella—. ¿Dónde está?

—Ahora mismo se está cambiando. Dejó su teléfono en su bolso, así que me tomé el atrevimiento de tomar la llamada.

La voz de Trevor fue sugerente y quisquillosa. Quería saber si era el hombre del que Nancy le había hablado y empezaba a pensar que solo se trataba de la imaginación de la chica para que no se acercaran a ella. Pero ahora la estaba buscando, después de muchos días en los que vio a su amiga cabizbaja por él.

—Entiendo —respondió seco y con una amarga sensación en el pecho—. La llamaré después, cuando no esté ocupada.

—Le puedo dar el recado si gustas.

—No, gracias —dijo y colgó, pensando en que la perdería más rápido de lo que había pensado.

***

Nancy se cambió de ropa y rebuscó entre sus cosas todo lo necesario para hacer el trabajo que su profesor le había dejado. Había llamado a Trevor para que tomara un par de fotografías para ella, por lo que su amigo la esperaba en la sala.

Se sentó un momento en la cama y se dejó caer de espaldas al pensar en Mason. Ese fin de semana no había recibido su carta, así que estaba preocupada y pensativa. Aunque quería pensar en positivo, el miedo empezaba a dominarla. ¿Y si le había sucedido algo malo?

—No —sacudió la cabeza con fuerza, apartando ese mal pensamiento de su cabeza—. Todo está bien. Él está bien...

Salió de su habitación, repitiéndose una y otra vez que todo estaba bien, que nada malo le había sucedido.

—Ya estoy lista —dijo la chica y Trevor se levantó del sofá.

Pensó que lo mejor era no decirle nada, después de todo, él parecía tener una ventaja con Nancy. Teniendo a su novio lejos, podía llegar a ella y demostrarle que la mejor opción era él y no un hombre que la buscaba cuando le daba la gana.

Le gustaba mucho y no iba a dejarle el camino libre a otro hombre, menos a uno que se interesaba poco por su novia. Tarde se había dado cuenta de lo que sentía por Nancy, pero aún estaba a tiempo de tener una oportunidad con ella.

Cuando Vuelvas Conmigo[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora