Capítulo 45

706 110 10
                                    

―Esta casa fue la mejor elección ―dijo Nancy, observando dormir a su hijo en su nueva habitación―. Aunque aún no sé qué vamos a hacer con las dos habitaciones que restan. 

―Ya te dije con qué podemos llenarlas ―bromeó el hombre, rodeando a su prometida desde atrás y dejando un suave beso en su mejilla―. De momento, puedes usar una para ti y yo ocuparé la otra. 

―Oh, qué generoso eres ―soltó una risilla en voz baja para no despertar a Andrew―. No lo había pensado antes y suena genial. Una oficina donde pueda trabajar en mis reportajes. 

―¿Ves, mi amor? ―susurró en su oído, acariciando con suavidad la curva de sus caderas―. Fue la mejor elección... 

La joven se giró en sus brazos y sonrió antes de acercarse a su boca y besarlo con suavidad y ternura, dejando que él tomara por completo el control y la llevara a su nueva habitación, donde palparon sus cuerpos a conciencia y se amaron con todas las ganas que habían reprimido desde su llegada.

Los besos nunca habían sido tan intensos, las palabras cargadas de amor y toques de lujuria encendían sus pieles en cada roce y caricia brindada. La noche fue lenta para ellos mientras sus cuerpos se entrelazaban y sus corazones latían al unísono.

Mason observó a la mujer que amaba a su lado y una sonrisa perezosa y cansada se deslizó en sus labios. Nancy sonreía complacida, pero sus parpados casi se cerraban mientras su cabello enmarañado cubría toda su almohada. 

Acarició su piel canela desnuda y la sintió estremecer, despertando una vez más sus deseos, pero debía dejarla descansar un rato antes de que Andrew despertara. A regañadientes cubrió su desnudez y se apretó a su cuerpo, sintiéndose completo junto a ella y en su hogar. 

Cerró los ojos y su sonrisa creció al saber que su vida juntos hasta ahora comenzaba y que aún les esperaba un largo camino por recorrer. Aun no tenía claro lo que haría de ahora en adelante con su vida, pero en ese momento no era tan importante. En ese instante de su vida solo quería disfrutar de su familia, ver crecer a su hijo día a día y enamorar un poco más a la chica entre sus brazos y que lo había capturado sin remedio alguno.

***

―¿Cómo me dejaste dormir tanto? ¡Por Dios, Mason!

Nancy bajó las escaleras con premura, tratando de no tirar al suelo las cosas que sostenía en sus brazos. El cabello lo llevaba húmedo y libre. La ropa que se había puesto a toda velocidad no hacía juego, aun así, se veía linda y tierna ante los ojos del hombre que la veía con diversión y amor. 

―Necesitabas descansar. 

―Pero voy a llegar tarde ―se acercó a la mesa y tomó como pudo un pan y lo llevó a su boca―. Todo se ve realmente delicioso, pero en serio no tengo tiempo para desayunar. Tengo que estar en treinta minutos en la universidad.

―Nancy, mi amor...

―¡En la universidad como algo rápido! ―gritó, saliendo de la casa y dejando al hombre con la palabra en la boca. 

―Ay, espero que en un futuro no seas igual de despistado que tu madre. 

Mason estalló en risas, sentándose con tranquilidad en su lugar y abrió el periódico, pero antes de pasar la primera página, la puerta se abrió de golpe y una joven entró por ella con el rostro sonrojado y los ojos oscuros chispeando vergüenza y furia. 

―Es sábado ―fue lo único que dijo, provocando risas en el hombre que carraspeó y se puso serio ante la mirada que le dio―. ¿Por qué no me dijiste antes?

―Saliste como una bala de la casa y no me dejaste decir más que tres palabras.  

Resopló, pero terminó riendo al igual que su prometido. Dejó sus pertenencias en el sofá y se sentó junto a él, comiendo mientras hablaba sin parar y reía al ver a su hijo mirándola con la misma fijeza que Mason. 

La pareja se sentía feliz y emocionada. Hacía una semana se habían mudado, pero con la universidad y terminar de acomodar cada cosa en su lugar, no habían tenido un día de descanso y que fuera solo para ellos. Ese sábado querían estar juntos y disfrutar los tres como la familia que ahora eran.

En cuanto terminaron de desayunar, salieron al jardín y se dedicaron a plantar nuevas flores mientras su hijo recibía el sol de la mañana y era tan feliz como ellos.

―¿Aun no has pensado qué vas a hacer? ―inquirió la joven, plantando semillas en la tierra―. ¿Aparte del ejército, qué otra cosa te llama la atención? 

Mason frunció el ceño y se quedó pensando por largos minutos. Si no hubiera sido militar, francamente no tenía ni la menor idea de lo que hubiera hecho en su vida. No se imaginaba haciendo nada más que proteger a los ciudadanos, pero debía admitir que la granja siempre le resultó fascinante, quizás porque creció ayudando a sus padres.

Pero la granja no era más que una distracción y algo en lo que se relajaba cuando no estaba de misión. No podía verse siendo un granjero a tiempo completo. 

―No sé. Nunca pensé en ninguna otra profesión que ejercer. 

―¿En serio? ―inquirió la chica, curiosa y sorprendida. 

―De niño quería ser como papá, y el día en que enfilé y me aceptaron, nunca se me pasó por la cabeza hacer alguna otra cosa. El ejercito lo era todo para mí ―sonrió, dándole una mirada profunda―. Hasta que apareciste en mi vida y me hiciste cambiar de parecer.

Nancy se sonrojó y no pudo verse más tierna para él. Se acercó a ella y le dio un beso que se extendió por largos segundos. 

―Le diste un giro total al mundo que conocía y no pudo ser más perfecto ―susurró sobre sus labios―. Te amo tanto. 

Un suspiro escapó de los labios de ella, antes de que entrelazara sus brazos en su cuello y lo besara con mayor intensidad, queriendo ser una con él. Mason tenía la habilidad de dejarla en jaque, de derretir su corazón en sus manos con una sola mirada o palabra. No podía medir el amor que sentía por él, porque era tan inmenso, que superaba cualquier limite que pudiese existir.

―A este paso nunca permitiré que te vayas de mi lado. Por tu culpa soy una egoísta ―bromeó, apretándolo contra su cuerpo―. Solo quiero que me ames a mí. 

―Es que solo te amo a ti ―acarició su mejilla con dulzura, viendo sus ojos brillar en demasía―. Siempre te amaré a ti. Eres la única en mi corazón y en mi mundo, así que no tienes de qué preocuparte. 

Se enredaron en un beso mucho más profundo, pero pronto tuvieron que cortarlo antes de que subiera de intensidad.

Nancy miró a Mason cargar a su hijo entre sus brazos y su corazón latió de felicidad. Después de todo el sufrimiento que había vivido con la muerte de sus padres y de las noches en vela que lloró y suplicó porque todo saliera bien y le regresara a sus manos al hombre que la hacía feliz, parecía que estuviera viviendo un sueño.

Un sueño que era real y que podía palpar por el resto de su vida. Al fin comprendía que toda persona debía sufrir para llegar a su felicidad. Y aunque no estuviera de acuerdo con la forma en que el destino movía los hilos y ponía y quitaba a personas de su vida, no podía desear ninguna otra felicidad. 

Justo ahí lo tenía todo, incluso a sus padres, que estaban tan vivos en su corazón como si estuviesen presentes. 

 

Cuando Vuelvas Conmigo[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora