El tiempo parecía haberse detenido para Nancy a pesar de que los días pasaban con suma rapidez ante sus ojos. Las horas parecían que se habían convertido en segundos, nada más era parpadear y ya estaba volviendo a amanecer. Nunca se le había pasado el tiempo tan rápido y a la vez tan lento y agónico.
Su mirada brillaba diferente y cientos de emociones la invadían desde hacía un tiempo. Se sentía feliz y emocionada, pero también triste y melancólica. Durante su embarazo sus sentimientos y emociones se habían agudizado de una manera que no podía entender. Había días en los que solía llorar por los recuerdos y la distancia de su amor, encerrarse en un caparazón de soledad y tristeza, y otros, simplemente reír y hacerse ilusiones tras tocar su abultado vientre.
Ya había perdido la cuenta de cuántos meses habían pasado desde la última vez que había visto Mason, pero eran muchos desde su punto de vista. Su embarazo estaba sumamente avanzado y sentía temor de que no pudiera darle la noticia antes de que su hijo, el fruto de su amor, llegaría a sus vidas. Anhelaba con todas las fibras de su ser darle la noticia y que estuviera presente en el nacimiento, tomando su mano, dándole fuerza, llorando de felicidad, besando su frente... Lo que más deseaba era que estuviera con ellos.
Los meses no habían sido fáciles para ella. Aunque al principio discutió con su familia, en especial con su hermano mayor, terminó por abandonar el trabajo en el restaurante y solo enfocarse en sus estudios sin excederse de más. La cuidaban y protegían y para ella era muy significativo e importante, aun así, no era lo mismo. Tanto su familia como la de Mason estaban allí para ayudarla en todo, cuidarla en exceso y acompañarla cuando se sentía devastada. Pero ella lo quería a él, al padre de su hijo, al hombre que más amaba y con el que contaba hasta los segundos para volver a verlo y nunca más dejarlo ir, así la tildaran de egoísta.
Pero la angustia y el dolor que sentía día tras día en su corazón ante la lejanía y la situación que Mason vivía en un país en guerra y sin saber noticias suyas y de su bienestar, la hacía pensar de forma egoísta. No quería volver a pasar por ese dolor, siquiera en los peores sueños.
Agradecía tener una gran familia a su alrededor, que no la dejaban sola ni un solo segundo de sus días.
—¡No lo digas! —Livia le tapó la boca a Carla, puesto que la rubia estaba tan emocionada hablando de más—. Recuerda que para el par de padres es sorpresa.
Nancy miró a su mejor amiga con un puchero y ojos de cordero, sintiendo emoción y ansiedad por saber el sexo de su hijo. Había asistido al control de rutina esa misma mañana con sus cuñadas y su amiga, pero todas le suplicaron a la doctora para que no dijera nada a la madre primeriza.
Así que los nervios la dominaban, y aunque quería arrebatar el resultado de las manos de Cindy, aguardaría hasta el nacimiento de su hijo, porque una parte de sí tenía la esperanza de que Mason estuviera presente ese día tan especial.
—Lo siento, es que me dejé llevar por la emoción —Carla soltó una risita—. Ni tus miradas de tierno cachorrito me harán abrir la boca.
La morena bufó, acariciando su abultado vientre.
—Traidora, pero te perdono nada más porque te quiero.
—¡Y porque seré la tía favorita!
—Ahí voy a diferir un poco, querida.
Se quedó mirando como las dos hermanas de Mason y su mejor amiga discutían, alegando cada una ser la tía favorita del pequeñín. Todas se peleaban por el niño que aún no había nacido y Nancy no podía sentirse más feliz en ese momento, negándose a entrar en la tristeza y melancolía.
Pensó en Mason y su corazón se oprimió en su pecho. Rezaba cada día y cada noche por su bienestar, pero a esas alturas y con todo el tiempo que había pasado, empezaba a sentir miedo. No quería pensar en nada malo, pero su subconsciente era más realista y cruel y la acuchillaba con mil posibilidades que habían podido sucederle.
—¿Cómo te sientes? —inquirió la madre de Mason, apoyando la mano en el vientre de la chica—. ¿Cómo está mi nieto o nieta? Dios, estoy emocionada. Ya quiero tenerlo entre mis brazos.
—Yo también quisiera que naciera ya.
—Debes estar agotada. El último mes de embarazo es mucho más duro y deseas que el día del parto llegue lo más pronto posible, pero los días también empiezan a ir a paso tortuga.
Nancy le dio la razón, soltando una risita.
La Sra. Katherina soltó un grito de emoción en cuanto el bebé se movía ante su tacto. Estaba tan feliz, que todos rodearon a Nancy para ver y sentir al bebé que en ese momento estaba muy activo, encantando a toda la familia que esperaba ansiosa su llegada. Incluso la pequeña Vicky le hablaba un sinfín de cosas que harían juntos.
Estaban sumergidos en la emoción, compartiendo todos de la cena y riendo por las ocurrencias de la pequeña Victoria, cuando el teléfono de Nancy resonó.
Distraída, diciéndole a su hermano que dejara de ser tan sobreprotector con ella, tomó el teléfono en sus manos, pero su sonrisa se paralizó al igual que su corazón al ver el nombre de su novio iluminar la pantalla, haciendo que todos se preocuparan ante su brutal cambio de ánimo.
Respondió con el corazón estallando en su pecho de forma violenta y salvaje, pero su llanto no le permitía emitir palabra alguna, creyendo que allí mismo las piernas le fallarían y caería al suelo.
Liam se apresuró a llegar hasta ella en cuanto la vio llorar y le intentó arrebatar el teléfono, pero ella se afianzó a el con fuerza y el nombre de Mason salió desgarrado de su garganta, paralizándolos a todos y provocando el llanto en tres mujeres más.
—Mi amor —escuchó del otro lado, apenas en un susurro distorsionado—. No llores, por favor.
—Mason, mi amor. ¿Cómo estás? ¿Te has cuidado bien? ¿Estás comiendo? ¿Has podido dormir?
—Estoy bien, cielo —fue lo único que respondió, soltando un suspiro—. No tengo mucho tiempo, así que seré breve. No sabes cuanta falta me haces. Estoy contando los días para verte...
—¿Cuándo volverás? —lo interrumpió, sintiendo que todo el peso se iba de sus hombros y su corazón se sentía más en calma—. Tu madre y tus hermanas están en casa de visita, disfrutando de cena familiar. Solo faltas tú.
—Daria todo por estar allí con todos —el corazón del hombre se encontraba tan feliz al oír las palabras de su chica—. Aun no sé cuándo volveré, pero espero que sea pronto, porque ya no aguanto un día más estando lejos de ti.
—Aquí seguiremos esperándote, no importa el tiempo que sea —tocó su vientre y sonrió, decidida a darle la notica, pero empezó a escuchar la voz entrecortada y no podía entender lo que le decía—. No, no. Antes de que se corte la llamada debes saber que serás padre.
—¿Cómo?
Fue lo último que escuchó antes de que la llamada se cortara. Gritó su nombre un par de veces más y devolvió la llamada una y otra vez, pero su línea ya estaba fuera de servicio.
Lloró de felicidad e impotencia entre los brazos de su hermano. La esperanza creció en su interior como una fuerte llamarada, gritándole con fuerza que volvería y que serían una familia feliz.
¿Escucharía sus últimas palabras antes de que la señal se cayera? Esperaba que sí, y que, con ello, le diera la suficiente fuerza y ánimos para seguir con vida para regresar a casa con ellos.
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Cuando Vuelvas Conmigo[✓]
RomanceEl amor llega a la vida de Nancy cuando menos se lo esperaba, haciéndola vivir un sentimiento que jamás se imaginó que sería tan bonito, fuerte y real. Pero la realidad de una vida riesgosa y complicada hará que ese amor tan anhelado se convierta en...