Capítulo 44

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Mientras Carla cumplía uno de sus mayores sueños junto al hombre que, de una forma inusual y hermosa le había propuesto matrimonio en New York, Nancy y Mason buscaban con anhelo una casa para formalizar su hogar. 

Durante cinco días visitaron varias casas y se encantaron por tres de ellas, dubitativos por tener que elegir una que se ajustara a todas sus necesidades. La primera quedaba cerca de la universidad y del centro de la ciudad, algo que favorecía a Nancy. La segunda casa quedaba cerca de la de su abuela, en un sector más tranquilo, pero la casa contaba con solo dos habitaciones y no era tan grande como la quería, pero les gustaba que quedara cerca de la familia de la joven. La tercera quedaba a las afueras de la ciudad, era de dos plantas y cuatro habitaciones en total, con un hermoso jardín y un patio amplio para que Andrew pudiese jugar sin problema alguno. 

Mason ya tenía su elección, pero estaría de acuerdo con la que Nancy eligiera. Él prefería el silencio y la lejanía de las personas, quizá porque toda su vida vivió en una casa rodeada de campo y no de vecinos molestos, pero no estaba en él tomar la decisión final. 

―¿Qué te parece si elegimos la casa cuando vuelvas? ―inquirió Nancy, recostada en el pecho del hombre que mecía con suavidad a su hijo―. Todas tiene algo que me gusta, pero debemos elegir con calma. Será nuestro hogar. 

―Si me preguntas a mí, yo elijo la última opción. Es grande, tiene todas las habitaciones que necesitamos y cuenta con un patio amplio donde Andrew jugará con el resto de sus hermanitos.

―Oh, espera ―se incorporó, soltando una risita―. Sí imaginé a Andrew jugar en aquel patio, pero no con más niños nuestros. Quizá con Victoria. 

―Bueno, ¿qué crees que vamos a hacer con dos cuartos que nos sobran? ―la picardía estaba implícita en su voz―. Si no es llenarlos con dos niños más, entonces no sé qué más hacer con tanto espacio. 

La risa de Nancy resonó por toda la habitación, despertando al pequeño que acababa de quedarse dormido. 

―Lo siento ―dijo, aguantando las ganas de reírse una vez más―. Mason, aun no nos hemos amoldado a Andrew, como para pensar en tener más hijos. 

―Puede que ahora no, mi amor, pero quizá en un futuro no muy lejano tengamos un par más, ¿no?

 ―Puede, pero... aun es muy pronto. Llevemos las cosas con calma, además, me debes una boda.

―Cuento los días para verte de blanco y siendo eternamente mía ―la intensidad en su mirada hizo acelerar los latidos de la joven―. Quería una buena despedida antes de irme, pero el campeón no tiene una gota de sueño. 

La pareja se quedó observando al pequeño mirar todo a su alrededor con grandes ojos claros y llevarse la mano hecha puño a la boca. Sonrieron al unísono y permanecieron abrazados un poco más antes de que Mason se levantara y empacara sus pertenencias en una maleta de mano. 

―Trataré de no demorarme, ¿de acuerdo?

―De acuerdo.

Nancy se sentía temerosa de que se marchara una vez más y nunca más regresara a su lado, pero sacó esos pensamientos de su cabeza y despidió a su prometido con un beso profundo y amoroso antes de tomar a su hijo entre sus brazos y empezarlo a preparar para su baño. 

Esa vez no se quería dejar llevar por malos pensamientos. Iría a su pueblo, no a la guerra. Estaría a unas cuantas horas de ella, no a meses o años. Debía confiar en que todo iría bien y, aunque no lo dijera en voz alta, una parte de sí se sentía feliz de que fuese a dejar la milicia pese a que lo notaba nostálgico.

***

―Al fin en casa ―exhaló Livia, aspirando el aire de su pueblo con una sonrisa en los labios― La ciudad es bonita y todo, pero nunca tendrá esta misma paz ni en un millón de años. 

Ahora que Mason estaba de regreso, ellas ya no debían ayudar a Nancy con el pequeño, por lo que era inminente que regresaran a sus vidas.  Además de que debían cumplir con sus responsabilidades y sus estudios. 

―Entonces, la decisión ya está tomada ―Cindy vaciló, dirigiéndose a su hermano mayor―. Será raro no tenerte en casa. 

―Tu hermano no se va a mudar de continente. Estaremos a un par de horas de distancia nada más.

―Mamá tiene razón, pero concuerdo con Cindy. Será raro no ser los cuatro. 

El hombre abrazó a ambas chicas con un solo brazo y las alzó, haciéndolas reír.

―Que me mude de casa no quiere decir que me vaya a olvidar de ustedes. Siempre serán mis hermanitas y siempre estaré para todas cuando me necesiten. 

Entraron a la casa entre risas y se dedicaron a disfrutar cada momento como la familia que eran, recordando viejos tiempos y creando nuevos momentos antes de que la única figura masculina se marchara a hacer su nueva vida.

Se sentía tan nostálgico como sus hermanas y su madre, pero incluso él comprendía que ya era el momento de formar una nueva vida junto a la mujer que amaba y su hijo. La granja le dejaba recuerdos imborrables en su corazón, no solo porque había crecido allí, sino también por cada una sus vivencias.

Esa mañana llegó muy temprano a la base militar donde había enfilado y entrenado arduamente desde que había cumplido su mayoría de edad y sonrió orgulloso de sí mismo y de su labor. Hasta el momento había cumplido cada uno de sus sueños y estaba listo para cerrar un capítulo de su vida y empezar otro dónde su familia era su mayor prioridad.  

―Mason. 

―Mi mayor ―saludó formalmente a su superior. 

―Qué bueno verte y saber que estás bien ―el hombre señaló la silla ante sí y le indicó sentarse―. ¿Cómo sigues de tu brazo? 

―Bien, va mejorando poco a poco. Aún tengo que mantenerlo inmovilizado por un mes más ―bufó con gracia―. He venido a...

―Sé a lo que viniste, de otra forma, habrías esperado hasta que te recuperaras para la siguiente misión.

―De hecho, cuando estaba en Siria tomé la decisión de retirarme si quedaba con vida. Cuando llegué a casa y vi a mi hijo recién nacido y que ni siquiera sabía de su existencia y a mi mujer, esa decisión se afincó con mayor fuerza. Ellos me necesitan ahora más que nunca. 

―Me tomas por sorpresa. Ni siquiera sabía que tenías novia. Felicidades ―sonrió―. Si es tu decisión, lo único que puedo decir es que te vaya muy bien en tu nuevo camino junto a tu familia. Fue un placer tenerte en mi pelotón, siendo un soldado comprometido, honorifico y sobresaliente. Lo que hiciste por tu país y por un pueblo será recordado. 

―Gracias, Mi Mayor. 

―El Presidente hará una conmemoración por las vidas de los soldados que murieron en combate y aquellos que sobrevivieron. Me gustaría que estuvieras presente, de igual forma, eres el capitán a cargo y sé que los chicos estarán más cómodos si estás ahí. 

―Cuente con mi asistencia. 

Ambos hombres se pusieron de pie y se despidieron una última vez, levantando sus dedos a la altura de su cabeza como muestra de respeto al otro, antes de que Mason saliera de la oficina e hiciera todo el papeleo aburrido y pertinente.

Después de eso, podría volver con Nancy y elegir la casa donde su familia crecería y su amor se fortalecería aún más.   

    

 

Cuando Vuelvas Conmigo[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora