Capítulo 23

727 114 8
                                    

La lluvia repiqueteaba con fuerza en la ventana y afuera hacía un frío del infierno que calaba hondo en los huesos de las personas. Nancy, que observaba la copiosa lluvia con una taza caliente de chocolate en sus manos y cubierta con una manta de algodón por los hombros, soltó un largo y profundo suspiro mientras se dejaba gobernar por los recuerdos de sus padres. 

El cielo estaba cubierto de un nebuloso manto gris y así como el día se sentía frío, triste y solitario, así mismo se sentía ella. Hacía días no sentía ese sentimiento que la llevó a ser una chica solitaria y esconder su dolor tras una sonrisa, pero de nuevo lo estaba sintiendo y ahora era más intenso que antes y no lograba entender por qué el dolor en su pecho persistía.

Tal vez era porque extrañaba en demasía a sus padres y quería que la vida fuese como cuando era una niña y ellos estaban para darle ánimos y fuerzas. Quizás se sentía agotada física y mentalmente de la universidad y de trabajar arduamente en el restaurante y su cuerpo y mente le pedían un descanso. O. todo su bajón de nota se debía a que habían pasado días y no tenía noticias de Mason.

No sabía qué la tenía tan mal, quizás era todo junto y ya no podía seguir más.

Todo parecía tener una solución. Sabía que por más que extrañara a sus padres, ellos nunca regresarían, pero recordarlos le ayudaba a sobrellevar la ausencia de ellos. Por un día que no fuese a la universidad y a trabajar no se convertiría en una chica irresponsable, más ahora que todo su ser le pedía a gritos un descanso. Pero con Mason no podía hacer más que esperar noticias suyas. 

Se sentía a la deriva y sin saber qué esperar de la vida. Sus días agitados y rutinarios cambiaron de la noche a la mañana y ahora que en su mente y en su corazón estaba ese hombre, no hacía más que pensar en cómo estaba y si la necesitaba tanto como ella lo hacía.

La angustia y la ansiedad por saber de él la tenía en un dilema interno que no le permitía concentrarse. Le urgía saber de él y no sabía cómo haer. Estaba allí viendo la lluvia caer, esperando alguna noticia suya o una llamada.

Otro suspiro escapó de sus labios. Se sentía tan desanimada y angustiada, que no sabía a dónde ir a buscarlo. Y para acentuar su mal sentir, ese fin de semana que pasó no llegó ninguna carta de Mason, la única esperanza que tenía.

No era chica de guardar rencor ni odio, pero en ese momento maldecía a Trevor y su falta de sinceridad y respeto.

Se tomó el chocolate caliente y regresó a la cama. Se arropó de pies a cabeza y pronto se quedó dormida. Se sentía sin fuerzas de nada y su familia suponía que estaba enferma, así que no la molestaron a sabiendas de que Nancy se esforzaba de más y merecía tomar un descanso.

***

La rutina consumió a Nancy los siguientes días. Su vida era un círculo sin fin y se estaba cansando de ello, pero al ver que su abuela la necesitaba, le hacía tomar un poco de fuerzas y continuar.

El ajetreo en el restaurante estaba en la cúspide. Su amiga Carla le ayudaba aquel miércoles, pero empezaba a considerar contratar a alguien más para que pudiese ayudar. Si no fuera por su amiga, todo el trabajo recaería en ella.

Se recostó por la barra de la caja registradora y suspiró cansada. La planta de los pies le dolía mucho, al igual que las piernas.

—Hola.

Su día terminó de empeorar al escuchar la voz de Trevor. No lo miró a la cara, pero su disgusto fue inevitable y demasiado evidente.

—Nancy, sé que hice mal, pero...

—Será mejor que te vayas, Trevor. No tengo nada que hablar contigo.

—Escúchame, por favor.

La chica lo miró con el ceño fruncido y se cruzó de brazos, molesta por el descaro del que consideraba un amigo.

—No puedo creer que, luego de lo que hiciste, tengas cara para darme. No solo te propasaste conmigo, sino que te tomaste una atribución que no te corresponde. No tenías derecho de atender mi teléfono y hablar por mí, mucho menos negarme la llamada de mi novio.

—Lo siento, Nan, pero realmente me gustas mucho y pensé que...

—¿Pensabas que iba a lanzarme a tus brazos, como si nada, olvidando que tenía novio? —suspiró—. Entiende que amo a Mason. Nada hará que mis sentimientos por él cambien. Tú para mí solo eras un amigo.

—¿Eso quiere decir que ya no soy tu amigo?

Trevor se veía dolido, pero la chica frente a sí estaba molesta y decepcionada y no tenía intención alguna de estar cerca de una persona que no era honesta.

—Te consideré por mucho tiempo un amigo, pero con lo que hiciste, dejaste en claro que mi amistad para ti no significa nada. Sin importar qué, un verdadero amigo no sería capaz de hacer algo tan bajo como lo que tú hiciste —le señaló la salida del restaurante y el hombre cerró los ojos—. Vete, por favor. Ahora mismo estoy ocupada.

—Nancy...

La chica le dio una mirada por última vez antes de dar la vuelta y dejarlo plantado en el recibidor. Molesta como estaba, el hombre solo ocasionaba que se molestara aún más. Nancy no quería verlo ni hablar con él por ningún motivo.

—¿Qué quería ese imbécil? —increpó su amiga, dándole una mirada furiosa al hombre que seguía contemplando a Nancy desde el recibidor.

—Hablar, pero no hay nada que hablar entre nosotros.

—Qué cínico y descarado. Nunca me cayó bien ese tipo.

—No importa, es mejor conocer el verdadero ser y no estar cerca de alguien como él.

—A como te siga molestando, le daré una patada en los huevos para que aprenda a respetar a las mujeres.

Nancy soltó una risita divertida y Carla sonrió al ver a su amiga bajar la tensión. Quería hacerla sentir bien de alguna manera y no encontraba la forma porque se cerraba al mundo, tal cual lo había hecho recién sus padres fallecieron.

Trataba de entenderla, después de todo, ella pasaba por algo similar con Roque que habían días que no la llamaba. Entendía su profesión y debía aceptarla, así que no tenían más opción que esperar noticias de ellos y pedirle a Dios que los velara en todo momento.

—Pronto es el cumpleaños de la abuela —recordó Carla y Nancy asintió—. ¿Qué te parece si nos tomamos unas pequeñas vacaciones en la casa de campo de mis padres? Solo será por un par de días. Estoy segura de que a tus hermanos les gustará la idea.

—Es una buena idea, pero no quiero molestar más a tus padres.

—¡Qué va! Sabes que ellos siempre estarán encantados de tenerlos en casa. Aunque no llevemos la misma sangre corriendo por nuestras venas, somos familia.

—Está bien, hablaré con Liam para organizarnos.

—¡Perfecto! Prepararé muchas sorpresas para todos. Nos vamos a divertir como nunca y vamos a disfrutar al máximo.

La emoción que destilaba Carla contagió a Nancy. Debía admitir que unas pequeñas vacaciones no le sentaría mal a ella y a su familia. Hacía mucho tiempo que no descansaban y se olvidaban de todos sus problemas.

Y eso era justo lo que necesitaba, descansar y olvidarse del mundo a su alrededor por un par de días.

Cuando Vuelvas Conmigo[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora