Capítulo 31

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Mason esperó paciente a que Nancy llegara a su cita, era en lo alto de la colina y se podía apreciar los campos de los alrededores bajo el hermoso manto del atardecer.

Se sentía inquieto y muy nervioso y no lograba entender por qué pedir su mano lo ponía ansioso, pero tampoco iba a pensar demasiado o terminaría arrepintiéndose. Su corazón latía fuerte y rápido, una señal clara que anticipaba la respuesta de la chica.

Observó el panorama dándole la espalda a la mesa, tratando de ordenar sus pensamientos y de calmar su inquieto corazón. Si Nancy le decía que sí sería el hombre más feliz del mundo, pero si le decía que no, no sabía cómo reaccionar ante ello y su corazón dolía nada más con imaginar la negativa. 

¿Se estaba precipitando? Se volvió a hacer la misma pregunta por milésima vez, pero como respuesta se dijo así mismo; ¿por qué esperar más si es a ella a quien amo tanto? ¿Por qué ocultar que deseo una vida a su lado? 

Suspiró con pesadez, alegando sus pensamientos contradictorios a sus nervios. Sacó del bolsillo de su pantalón la caja que su madre le había entregado y la abrió, observando con una sonrisa ensoñadora el anillo que había pertenecido a su abuela y su padre le había dejado antes de morir. 

Recordó sus palabras y su corazón le aseguró a su razón que Nancy era esa chica con la que deseaba vivir mil aventuras a su lado, tener una familia y un bonito hogar. Pero a la vez temía que solo se tratara de un amor fugaz, pues todo era tan intenso y precipitado entre ellos. 

Estaba tan sumido en sus pensamientos que no se percató de que Nancy había llegado hasta que ella se hizo detrás suyo y cubrió sus ojos.

—Hola.

Se apresuró a guardar la caja en su bolsillo y se giró para tomar a su novia entre sus brazos. La vio con ojos brillantes y una sonrisa, aclarando sus pensamientos contradictorios que hace un segundo estaba teniendo. ¿Cómo podía sentirse inseguro? Bastaba con tenerla así de cerca y verla para que su corazón latiera sin sentido alguno y su razón se nublara.

—Estás preciosa —le dijo y ella sonrió—. Qué bueno que viniste. 

—¿Tenía opción de negarme? —bromeó y Mason enarcó una ceja—. Esto es muy lindo. ¿Cómo puedes pensar que iba a negarme a tener una cena romántica con mi apuesto novio?

—Jamás pensaría eso, mi amor —la guio a la silla y la ayudó a sentar como el buen caballero que era. 

El corazón de Nancy no podía estar más emocionado, dando saltos fuertes ante la preciosa escena que su novio le había preparado. Todo era mágico y perfecto, la mesa para dos decorada de manera romántica, una cena que olía deliciosa y flores frescas en un jarrón. La vista del campo y el cielo tiñéndose de colores lo hacía aún más maravilloso.

Se imaginaba tantas cosas, pero a la vez no debía ilusionarse demasiado o su corazón no lo soportaría. Mason era romántico por naturaleza, esa no era la primera vez que la sorprendía de esa manera. 

Mason dirigió una conversación trivial mientras llenaba las copas de vino y servía los platillos que había preparado su madre. No sabía en qué momento lanzar la propuesta, pero se estaba dejando llevar por la velada. Ya llegaría el instante de preguntarle lo que tanto su corazón ansiaba. 

Pronto, el anochecer los cobijó y algunas farolas que había puesto más temprano los iluminó. La noche estaba despejada, por lo que podían contemplar la infinidad de estrellas que había en el cielo. 

—Este lugar es simplemente mágico —dijo la chica, poniéndose de pie para contemplar el cielo estrellado haciendo contraste con los amplios campos—. Desearía vivir aquí. 

—Bueno, si es lo que quieres, podemos construir una casa justo aquí y contemplar todos los días de nuestra vida la magnífica vista del amanecer y el anochecer —soltó y la joven suspiró para sus adentros, derretida por cada una de las palabras que él le decía—. ¿Qué dices? 

—Que es imposible que me pueda negar cuando me dices esas palabras tan bonitas.

—No solo son palabras, Nan —Mason se acercó y se mantuvo detrás de ella, con el corazón latiéndole cada vez más deprisa—. Realmente quiero estar toda una vida contigo sin importar el lugar en el que nos encontremos —tomó una gran bocanada de aire al tiempo que ella se giraba para verlo a los ojos—. Puede que sea precipitado y debo aceptar que lo es, pero te amo, Nancy. Jamás había amado a una persona como te amo a ti. Cada vez que estamos juntos, que nos besamos, nos abrazamos o simplemente nos damos una mirada, me convenzo de que eres lo más bonito e importante de mi vida. Deseo alargar esos momentos para que nunca terminen. Quiero llevarte a todos lados conmigo en mi corazón y pensar que al volver serás tú quien me reciba con los brazos abiertos —sacó la caja del bolsillo de su pantalón y la abrió ante la mirada sorprendida y llorosa de ella—. No tienes que aceptarme ahora mismo, pero puedes pensarlo, y cuando tengas la respuesta...

—Sí quiero casarme contigo —lo interrumpió al verlo tan nervioso. 

—¿De verdad?

—¿No era lo que ibas a preguntarme? —rebatió, ahora sintiéndose tonta, pero sus palabras y ese anillo tan hermoso la hacía pensar que eso era lo que quería pedirle. 

—¡Claro que sí! —soltó un profundo suspiro, con el corazón acelerado y la emoción bullendo en su interior—. Me harías muy feliz al ser tu amor por el resto de vida. 

—Eres mi único y último amor, Mason —el corazón de Nancy no estaba mejor, latía con una fuerza que le daba temor de que se saliera de su pecho en cualquier instante—. Quiero ser tu esposa. 

El hombre salió de su letargo y se apresuró a ponerle el anillo a su novia, viendo lo hermoso que quedaba en su mano. Incluso el anillo encajó perfecto en su dedo, como si la joya hubiera sido hecha a la medida para ella. 

La abrazó entre sus brazos y la besó con ternura y pasión desmedida, robándole hasta la capacidad de hablar en un beso cargado de sentimientos y nuevos sentires que burbujeaban en sus interiores. Poco les importaba si estaban tomando una decisión precipitada, pero es que sus corazones anhelaban estar juntos de por vida y no podían esperar más tiempo para convertirse en un solo.  


  

   

   

 


  

Cuando Vuelvas Conmigo[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora