Capítulo 16

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Mason despertó y una sonrisa apareció en sus labios al sentirla a su lado, aferrada a su cuerpo en un abrazo que los enredaba.

La contempló mientras dormía y se le hizo que era más linda todavía. Su cabello revuelto, sus labios entreabiertos tomando aire lo tentaban y su cuello y hombro desnudo eran una exquisitez que deseaba volver a probar.

La sábana que cubría su desnudez estaba enrollada en el medio de sus piernas, por lo que la poca luz que entraba por las ventanas golpeaba en su piel desnuda y sus ojos parecía una ninfa. Era una preciosidad de pies a cabeza. Tan solo con verla, volvió a sentir el fuego correr en su interior.

Dejó un beso en su mejilla y se levantó a la fuerza de la cama. Quería seguir allí, abrazado a su piel, besarla por completo y fundirse en su ser. Estaba de nuevo teniendo una erección y no la quería importunar sabiendo que anoche había tenido su primera experiencia.

Se dio un baño rápido y se puso una vestimenta casual, antes de salir e ir a comprar café y algunos panecillos a la cafetería que quedaba cerca del hotel.

Cuando regresó, Nancy estaba peinando su cabello húmedo. Llevaba puesto un short corto que dejaban a la vista sus largas y bien torneadas piernas y una camiseta que dejaba su vientre al descubierto. Era preciosa y debía admitir que, viéndola así e imaginando más despertares de esa forma, lo hizo pensar en que ya estaba perdido. Tenía sentimientos por esa morena linda y no sabía cómo hacer cuando tuviera que marcharse.

Ella le regaló una sonrisa en cuanto lo sintió llegar que le brindó calidez a su alma e hizo que su corazón se agitara. Si seguía así, su corazón iba a dejar de funcionar en cualquier instante. Pero no podía evitar emocionarse cada vez que la veía sonreír o se perdía en su dulce mirada.

Se acercó a ella y le plantó un beso profundo que los hizo suspirar de ansias a los dos.

—Buenos días, mi amor —susurró él, enamorando un poco más la chica ante esa forma tan dulce de decirle—. ¿Cómo dormiste?

—De maravilla —enredó sus brazos a su cuello y lo miró con la cabeza ladeada—. ¿A dónde fuiste?

—Traje desayuno.

—Mmm, muero de hambre.

Mason la guio a la pequeña mesa que había en la habitación y se sentaron juntos a disfrutar del café y los panecillos rellenos de queso. Aunque no hablaron mientras comían, sus miradas lo decían todo cada vez que se cruzaban.

—¿Tienes que volver a casa pronto? —inquirió.

—No. Carla aun no regresa y quedamos en vernos en la tarde en su casa.

Mason sonrió divertido, imaginando con quién estaba la amiga de su chica. Sabía que Roque no le negaría nada, pero le hacía ruido que su amigo se fijara en Carla, después de todo, él era un mujeriego sin remedio. No quería problemas con Nancy si las cosas entre sus amigos no funcionaban.

—Me sorprende la capacidad de mentir de ustedes dos —bromeó.

—Bueno, quería verte y Liam no iba a dejarme venir sola, por lo que hicimos un plan con Carla. Ella salió con Roque.

—Algo me decía que ellos estaban juntos. Me gustan sus planes, creo que voy a necesitarlas en mi equipo, sobre todo a ti —sugirió coqueto y ella sonrió

—Con gusto seré parte de su tropa, Capitán Pearson.

Escucharla llamarlo así lo encendió en cuestión de segundos. Sin importar que tenía la boca llena de pan, le dio un beso fogoso que la dejó sin aliento.

—Pasa el día conmigo —le pidió, acariciando su mejilla con suavidad—. Vayamos a tu lugar favorito, al parque, al cine, quedémonos aquí o a donde prefieras, pero quédate conmigo hoy.

—Eso no tienes que pedirlo dos veces, pero ¿no tienes trabajo que hacer?

—Me falta poco para terminar, pero al medio día soy todo tuyo.

—Entonces, Capitán Pearson, será mejor que nos pongamos manos a la obra —se alejó de él, llevando consigo las bolsas y los vasos vacíos de café hacia el bote de basura—. Soy tan benévola, que te ayudaré a hacer tu trabajo.

La siguió y la abrazó desde atrás, haciendo que ella soltara un grito que se ahogó en su boca cuando le dio vuelta y la besó. Sus labios se movían al compás, con suavidad y una pasión que no tenía límites ni fin.

—De haber sabido que estabas tan dispuesta a ayudarme, te habría llamado antes.

—Pero ahora estoy aquí y te voy a ayudar siempre que lo necesites —lo besó de nuevo, dejándose llevar por el latir de su corazón.

—Mejor trabajemos, ¿sí? —Mason cortó el beso, pasándose las manos por el cabello—. Eres una tentación demasiado grande.

Nancy rio y se sentó en el escritorio, viendo con interés y curiosidad los informes en los que Mason estaba trabajando. Aunque no entendía lo que debía hacer, le ayudó a rellenar varios formatos que debía enviar a su superior mientras él seguía redactando.

La mañana se les fue en un abrir y cerrar de ojos. Mason agradecía que ella estuviera ayudándolo, en especial, que estuviera a su lado. Se sentía tan bien teniéndola cerca y poder besar sus labios cuando se le diera la gana.

En cuanto terminaron y Mason envió todo el papeleo a su superior, se recostaron en la cama, prodigándose besos y caricias que no iban más allá de toques tiernos.

—¿Quieres salir a dar un paseo? —inquirió él, apretando el cuerpo de la chica entre sus brazos—. Me duelen los labios de tanto besarte —dijo, sacándole una fuerte risotada y acercando sus labios a su oído—. Además, estoy luchando conmigo mismo para no hacerte mía una vez más.

—Quiero quedarme así contigo —se apretó a su pecho, sonriendo coqueta—. En cuanto a tu lucha interna, no te contengas.

—¿Sabes lo peligroso que es que me des luz verde?

—¿Podrías hacerme una idea de cuan peligroso es?

Hasta ella se sorprendió de la naturalidad con la que coqueteaba y rebatía en doble sentido.

Mason la tomó del mentón y le dio un tierno beso. Se separó de su adictiva boca con lentitud y apoyó su cabeza de la de ella, acariciando con suavidad sus cabellos.

—Pronto me iré y necesitamos saber en dónde estamos tú y yo —empezó a decir, sacando el tema que ambos venían posponiendo—. Nada de esto lo tenía previsto, es más, traté de convencerme para no acercarme demasiado a ti, pero no pude hacerlo. Toda tú me llamabas. Anoche fui muy sincero, cuando te confesé que estoy enamorado de ti.

Nancy se dio vuelta y lo miró a los ojos, con el corazón latiendo con fuerza y un gran nudo en la garganta.

—Carlq me dijo que hay amores que son de paso…

—No quiero que esto sea de paso —la interrumpió, mirándola con adoración—. Realmente quiero estar contigo, Nancy.

—Pero ¿cómo vamos a hacer? —sonrió triste, bajando la mirada—. ¿Cómo vamos a tener una relación estando tan lejos el uno del otro?

—Vendré cuando pueda, te llamaré y tú me llamarás —la tomó del rostro con ambas manos mientras la veía con un nudo en la boca del estómago—. Haré todo lo que esté a mi alcance para verte, así sea por escasos minutos.

Nancy no dijo nada, solo se dejó llevar por la pasión que los arropó en cuanto sus labios se unieron con desesperación.

No sabía cómo iba a lograr todo eso Mason, si vivían en lados extremos y él permanecía más de misión que en casa. No tenía ni la menor idea de qué hacer, pero su corazón le dictaba que no dejaran las cosas así, que aún quería seguir latiendo por ese hombre que logró tomarlo entre sus manos y hacerlo latir con tanta fuerza.

Cuando Vuelvas Conmigo[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora