Capítulo 36

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Carla se mordía las uñas mientras veía a su mejor amiga dar vueltas en la habitación y apoyar la frente en la puerta de su baño. La ansiedad, el miedo y los nervios la tenía hecha pánico y a punto de volarse la cabeza.

Llevaba dando vueltas con una ansiedad crónica por más de veinte minutos, indecisa de entrar de nuevo al baño, negándose a que estuviera pasando una situación de esas justo en ese punto de su vida. 

—¡Esta angustia va a matarme, Nancy! —exclamó la rubia, poniéndose de pie de un salto—. Si no entras tú, lo haré yo.

—No puedo... Tengo miedo, Carla.

Su amiga se acercó a ella y la tomó por los hombros, mirándola fijamente a los ojos. Debía admitir que se sentía igual de nerviosa y temerosa, pero tampoco era como si una prueba de embarazo casera fuese una bomba.

—Es mejor si sabemos la respuesta de una vez por todas. Quizás solo se trata de un susto, ya sabes, Andrés suele hacer de las suyas y pegarnos sustos para que seamos más precavidas y responsables. 

Nancy suspiró, bajando sus hombros tensos. Su mente estaba en blanco, no sabía qué pensar en toda esa situación que estaba acabando con su poca cordura y estabilidad. Llevaba tres meses sin saber nada de Mason y su corazón no aguantaba la angustia. Un bebé sería algo hermoso, pero demasiado precipitado. 

—Hagamos esto —dijo Carla—, yo entraré y miraré el resultado. Dependiendo de lo que sea, lo hablamos con más calma, ¿de acuerdo?

—De acuerdo —fue todo lo que pudo decir.  

Carla soltó un largo suspiro e hizo tronar su cuello y sus dedos antes de abrir la puerta del baño y acercarse al lavabo. Su corazón latía con mucha fuerza y rapidez, como si ella se hubiese hecho la prueba y no Nancy.

Cerró los ojos y tomó el test en sus manos como si el objeto se tratase de una bomba a punto de explotar. Tomó una gran bocanada de aire y abrió un solo ojo, pero tuvo que abrir el otro para ver bien el resultado porque una parte de sí le decía que había visto mal. 

Su corazón se paralizó al tiempo que de sus labios escapaba un jadeo lleno de sorpresa. 

—¿Qué es? —entró Nancy al escuchar el jadeo—. ¡Carla! 

—Por Dios, Nan —murmuró, llena de contradicciones y manos temblorosas—. Estas pruebas no son cien por ciento fiables. Considero que lo mejor es ir al médico y hacer un análisis de sangre...

Nancy se acercó a ella y arrebató el test de embarazo de sus manos, sintiendo que su corazón explotaba en su pecho y sus lágrimas se escurrían con fuerza por sus mejillas al ver dos líneas como resultado. 

—Esto no puede estar pasando...

—No llores, por favor. Vamos a un centro de salud, ¿sí? Debemos estar seguras de que sí estás embarazada, antes que nada —razonó la rubia, envolviendo a su amiga en un abrazo reconfortante—. Si lo estás, serás una madre excepcional. Claro está, si decides tenerlo.  

—Claro que lo tendré si estoy embarazada —afirmó en medio de un potente llanto—. Es solo que Mason no está y no sé hasta cuando pueda volver. ¿Y si no lo hace nunca más? Esta vida no es justa. Él debe saber que será padre. 

—Y lo sabrá, cariño —los ojos de la rubia estaban llorosos, aun así, sonreía para darle ánimos y fuerzas a su amiga—. Mason volverá, eso es un hecho que no vamos a discutir ahora ni nunca. Cuando vuelva se van a casar y ser muy felices con su pequeño retoño, ¿de acuerdo? 

La chica no dijo ni una palabra, solo se soltó a llorar entre los brazos de su amiga hasta quedarse sin lágrimas, sintiendo que su corazón estallaba de emoción, tristeza, extrañeza y cientos de sentimientos que no le permitían hablar ni respirar con normalidad. 

Muchas cosas la azotaban en ese instante y pensó que todo sería mejor de sobrellevar si Mason estuviera con ella. Pero él no estaba y debía enfrentarse a su situación ella sola.

Pensaba en sus estudios, en el restaurante, en la reacción de su familia y la de su novio, en especial, se imaginó cuando le diera la noticia a Mason, por lo que lloró aún más fuerte. Las emociones la rebasaban y no sabía cómo controlarlas. 

Quería hablar con él, lo necesitaba tanto para contarle muchas cosas y esa noticia que no se esperaba ni en sueños, pero ¿cómo iba a hacer para contactarlo? Había llamado y escrito cientos de veces, pero su teléfono no tenía atisbo de señal. Los mensajes no le llegaban y las llamadas nunca salían.

La frustración se mezclaba con la angustia y la felicidad. deseaba ser madre, pero lo imaginaba de otra manera, compartiendo la dicha con el hombre que amaba. Que Mason estuviera lejos de ella y de su hijo le quebraba el corazón en mil pedazos.

*** 

Las amigas se dirigieron a una clínica a primera hora de la mañana y Nancy se realizó la prueba de sangre con el corazón latiendo deprisa y cientos de emociones asediándola.

El resultado estaría listo hasta el siguiente día, así que no tuvo más opción que actuar con normalidad, aunque su amiga le dijo que no se presionara de más y empezara a comer debidamente. Ella misma se haría cargo de que no se saltara las comidas. 

Todas las dudas que sentían en su interior se esfumaron cuando Nancy salió corriendo al baño y vomitó luego de tomar su almuerzo en el comedor de la universidad. No había probado ni un bocado, con solo el olor de la comida el malestar apareció y no pudo evitar la reacción natural de su estado. 

Temblorosa y con las lágrimas corriendo por sus mejillas, se juagó la boca y miró a su amiga con consternación y emoción. 

—¿Ahora tienes dudas, Carla? 

La mencionada no respondió, solamente le sonrió a través del espejo y acarició su espalda con ternura y suavidad. 

—¿Cómo haré para soportarlo sola? No creo poder con toda esta carga. 

—No estás sola, mi amor. Estoy yo y sé que tu familia no te dará la espalda nunca. Juntos vamos a cuidar de ti y de mi sobri. Vas a cuidarte y harás que tu bebé crezca sano y fuerte, ¿sabes para qué? —la chica negó sin poder contener su llanto—. Para que ese hombre que amas y te ama con gran locura, tenga una felicidad completa cuando vuelva a tus brazos y se encuentre con tremenda bendición.

Nancy sonrió con tristeza. Su amiga tenía razón y daría lo mejor para cuidar a su bebé, el fruto de su verdadero amor, pero no podía negarle que quería que Mason estuviera a su lado, viviendo cada etapa de su embarazo y compartiendo la misma dicha y felicidad que la abrazaba en ese momento tan bonito de su vida y de su amor.   

Cuando Vuelvas Conmigo[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora