Capítulo 18

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Los primeros días que estuvieron lejos no dolió tanto como creían, quizás porque hablaban la mayor parte del tiempo o se hacían videollamadas que duraban horas, pero cuando las semanas empezaron a pasar y Mason retomó sus entrenamientos en la base, la comunicación escaseó considerablemente y allí fue donde la extrañeza comenzó a ser notoria. Nancy también tenía poco tiempo, ya que Liam no pudo seguir ayudándolas en el restaurante o corría el riesgo de perder su trabajo.

Se hizo cargo con su abuela y su hermana menor, pero el tiempo la estaba volviendo presa en dos mundos paralelos. Por un lado, estaban sus estudios, no podía dejarlos abandonados por más que se sintiera agotada. Y tampoco podía darle la espalda a su abuela, ella la necesitaba aún.

Y su corazón estaba en medio, sintiendo vacío, extrañeza y algo de tristeza por no poder amar como tanto lo anhelaba.

Sus sueños era que su abuela descansara, se lo merecía después de tanto sacrificio, pero aun no podían cerrar el restaurante, pues de allí salían todos los gastos de la casa y las cosas que necesitaba para la universidad. Se estaban consumiendo, pero era un corto esfuerzo hasta que ella se graduara y pudiera darle a su abuela y a su hermana lo que tanto necesitaba; paz y una vejez digna.

—Te agradezco mucho que me ayudes por hoy —le dijo Nancy a su amiga, apresurándose a reunir todas sus pertenecías—. De no ser por la entrevista que debo hacer, no ocuparía tu tiempo. Sé que debes hacer tus cosas también.

—No te preocupes, para eso estamos las amigas.

Nancy abrazó a su amiga y salió de la universidad con rapidez. Hacía días no hablaban como debían y tenía la curiosidad por saber si había hablado con Roque en los últimos días. Con ese miércoles, pasaban cinco días sin hablar con Mason y empezaba a preocuparse de más.

Se apresuró a llegar a la biblioteca donde un reconocido escritor estaría lanzando su último libro, por lo que, parte de un trabajo sumamente importante, era hacerle una corta entrevista para publicar en el periódico de la universidad. Era la primera vez que haría una entrevista a alguien reconocido, lo que la tenía con los nervios a flor de piel.

—¿Todo bien, Brooks?

Giró el rostro hacia el dueño de la voz y sonrió, acercándose a él para darle un fuerte abrazo. No era más que su amigo Trevor, el fotógrafo del periódico de la universidad y de una revista reconocida del país, y por quien creyó sentir un amor platónico hace un tiempo, pero con los días descubrió que solo se trataba de orgullo y admiración. Trevor había pasado por tanto para poder lograr sus estudios.

—¿Cómo estás? Me dijeron que estuviste cubriendo una boda hace unos meses y te gustó tanto las vegas, que te quedaste haciendo todo un reportaje allí.

El hombre soltó una risita, tomando a la chica por los hombros.

—Qué chismosos son, ¿eh? Pero sí, me gustó mucho el ritmo de vida que había allí, por lo que no le vi problema alguno sacar un par de fotografías —movió las cejas con picardía—. Además de que disfruté al máximo.

—No cambias ni un poco, ¿verdad? —Nancy negó con la cabeza.

—Quizás si me lo pides tú, cambiaría —soltó un suspiro dramático—. Pero eso nunca va a pasar.

—Cambia —le dijo, haciendo un gesto serio—. Te lo estoy ordenando, Trevor Williams.

No soportaron y ambos estallaron en risas. Se dirigieron a la entrada de la biblioteca y, tras mostrar sus identificaciones, los dejaron entrar.

—¿Cómo está la abuela?

—Bien, está mucho mejor —sonreí—. Ella es una mujer fuerte y ha hecho lo posible por no derrumbarse frente a nosotros. Aunque a veces la he visto perderse en los recuerdos cuando observa las fotos de papá y mamá.

—Eres como ella —le pellizcó la mejilla y Nancy rio—. Pero ahora que te contemplo mejor, hay algo diferente en ti.

—En lo absoluto, sigo siendo la misma chica de siempre.

Trevor se acercó tanto a ella que tuvo que retroceder un poco. Analizó cada uno de sus gestos e incluso paseó su mirada por el cuello y pecho de la joven, haciéndola sentir incómoda por breves instantes. Trevor era muy atractivo, el tipo de hombre que toda mujer sueña, pero para ella no era más que un buen amigo.

—Sí, en efecto, algo cambió en ti —la volvió a analizar con detenimiento, acercando su mano a su mejilla—. Hay un brillo diferente en tu mirada.

—¿Qué cosas dices? Estás loco —lo apartó con suavidad, soltando una risita nerviosa—. Sigo siendo la misma Nancy. No es como que me haya salido un tercer ojo o una tercera pierna.

El hombre soltó a reír, sacudiendo la cabeza y dando un paso atrás para darle espacio. Había algo diferente en ella que la hacía ver más linda que antes, más segura y menos tímida. Y ese algo le atraía, tal como le atrajo desde que la conoció.

—¿Estás lista para la entrevista?

—Estoy un poco nerviosa, pero lista para adentrarme en la aventura.

—Lo harás bien —aseguró, preparando su cámara—. Eres una chica lista. Ya sabes, solo olvida que estoy ahí y enfócate en tu entrevista.

Nancy asintió y agradeció que fuera él su compañero en esa nota. Sentía algo de temor, quizás porque en el fondo presentía que lo haría mal y la entrevista sería todo un fiasco. Pero Trevor le daba ánimos, tal como lo hacía siempre que debían realizar algún trabajo juntos.

La presentación del libro se llevó a cabo con total normalidad y Nancy se sintió tan emocionada, que no se dio cuenta de lo bien que había hecho el trabajo. Realizó preguntas certeras y entendibles que el escritor respondió con la misma emoción y respeto, pues la joven frente a él le trasmitía seguridad y afabilidad.

Al finalizar, una fotografía entre ellos cerró el evento, para iniciar la firma masiva de libros.

Nancy permaneció unos minutos más, contemplando la forma de ser del escritor y del cómo trataba a sus lectores, tomando algunas anotaciones en su agenda para acentuar la entrevista mientras Trevor tomaba un par de fotos que ella le había pedido.

—¿Qué te parece si salimos por ahí un rato? Hace mucho que no hablamos y me encantaría saber qué ha sido de tu vida.

—Mi vida sigue siendo la misma de siempre, Trevor —obvió la chica, guardando su agenda en su bolso—. Mi vida está dividida entre el restaurante y la universidad. No hay nada interesante que contar.

—¿Y qué me dices del corazón? —la miró inquisitivo—. ¿No hay una conquista, un arroz en bajo o un novio por ahí? No me digas que no, porque voy a tener que tomar cartas en el asunto.

Nancy cerró los ojos y pensó en Mason, recordando el exquisito sabor de sus besos y esa forma tan linda en que la trataba y la abrazaba. Le hacía mucha falta y le dolía pensar que estaban muy lejos cuando se amaban tanto. Jamás en la vida había extrañado tanto a alguien como a él.

Una sonrisa apareció en sus labios de forma inconsciente que la delató. Trevor sentía curiosidad por saber quién se había ganado el corazón de esa hermosa y dulce morena.

—De hecho, hay alguien en mi corazón ahora —su corazón se agitó de solo pensarlo—. Y ese alguien es tan especial en mi vida.

—¿Es tu novio?

—Sí —asintió con una sonrisa—. Él es mi novio.

—¿Y dónde está? Quiero conocer el hombre que se ganó tu corazón.

La tristeza surcó en la mirada de la joven, un hecho que no le pasó despreciada a Trevor.

—Pronto volverá conmigo y podremos estar juntos…

Cuando Vuelvas Conmigo[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora