OLAYA
Han pasado un par de horas desde el incidente y soy incapaz de dejar de darle vueltas. O sea, ya sé que es normal, natural, pero es que me ha sorprendido y estoy flipando y no puedo dejarlo pasar. Es que no puedo. ¿En qué estaría pensando? ¿En quién, más bien? ¿En Sara? Uff, no puedo. ¡No puedo!
Ha anochecido y Aiden está en su puesto habitual, frente a la puerta del hotel, esperando con cara de aburrimiento a que lleguen los huéspedes pijos de coches elegantes. Podría preguntarle a él. O sea, no preguntarle si se empalma, sino... Vale, sería raro, idea descartada.
Aún así me acerco a saludarle. Es de las pocas personas del pueblo que me caen bien.
—Hey.
—Hey, Olaya, ¿qué tal? ¿Hoy no te acompaña Caye?
Niego con la cabeza y me siento en los escalones. Sé que a la dueña no le gusta que lo hagamos porque da mala imagen, o algo así, me da igual y pienso seguir haciéndolo por mucho que me lo diga.
Aiden se sienta a mi lado.
—Cuéntame, ¿qué te preocupa?
—Mejor sería preguntar qué es lo que no me preocupa.
—Vale, pues dime qué es lo que no te preocupa.
En realidad no debería ser nada, ¿no? O sea, todo va bien. Más o menos bien. Son cosas estúpidas y movidas que me monto yo sola en mi cabeza.
—No sé por dónde empezar.
Aiden guarda silencio. Algo que me gusta mucho de él es que es súper paciente, sabe escuchar, te da tiempo para que reflexiones sobre tus palabras y lo que quieres decir. Es muy diferente de su hermana, que se pasa el día gritando y corriendo. Cayetano y yo somos más parecidos, y ahora veo muchas similitudes con Dafne.
Decido comenzar por ahí.
—Me han invitado a una barbacoa en casa de Alex.
—Eso está bien, ¿no?
—Supongo.
—Ya sé que has tenido tus más y tus menos con ellos, pero está bien dar una nueva oportunidad. Puedes probar a ir un par de veces, a ver si es tu rollo, la gente cambia y puede que ahora tengáis más cosas en común.
En parte es lo que me da miedo, ser como ellos. Ser una friki como Dafne que se pasa el día viendo series y hablando con gente por internet, o volverme una bruta como Alex con sus malditas zancadillas, o ser una ameba como Iván que toda la personalidad se la quedó su gemelo, Nicolás. Y al mismo tiempo no hay nada que quiera más que compartir mis gustos con ellos, que me defiendan y hagan piña conmigo, que me escuchen, que me hablen, contarles mis cosas y ellos las suyas. Ser amigos.
Es muy raro, porque nunca lo he querido.
—Deberías ir.
—Ya, eso decís todos.
Todos son Dafne, Cayetano, mi madre y él mismo, y esa parte de mí que no logro comprender.
—¿Has respondido ya?
—No, pero Dafne dijo que me iba a apuntar igual.
—Entonces no tienes más que pensar. Ve, y si te aburres vienes a verme.
—No te he dicho cuando va a ser.
—Ya, da igual, si no estoy aquí estaré en mi casa, puedes pasarte por allí.
Nunca he estado en casa de Aiden aunque sé de sobra donde vive, su familia es de las que lleva eones en el pueblo, seguro que estamos emparentados por algún lado, y tienen un adosado en el Barrio de las Letras pintado de azul. A los guiris les gusta hacerse fotos allí porque tiene flores en la fachada y es muy instagrameable.
—Gracias.
Dejamos que el silencio se instale con nosotros, aunque el ajetreo del paseo marítimo y de la playa es refrescante. Me gusta Alondra llena de gente, me gusta que haya risas en el mar, y la música en el chiringuito, y los coches cruzando de un lado a otro.
—¿Sabes? Yo a veces tampoco siento que encaje aquí. La mitad de mis amigos se fueron a la ciudad a estudiar y no volvieron, la chica que me gustaba se puso a recorrer el mundo y ahora es famosa y ni se acuerda de mí, mi propia hermana se ha ido y no sé si regresará o se quedará en La Vega. Y pienso que... no sé, si hubiera hecho las cosas diferentes, ahora no sería aparcacoches en el Poseidón, pero tampoco podría conducir el Ferrari que me han dejado hoy. Con esto me refiero a que puedes elegir qué hacer, darle una oportunidad a lo que quieres e ir a por ello. Yo decidí quedarme en Alondra a pesar de todo porque era lo que me hacía feliz, porque al valorar lo que tenía y mis decisiones, me salía más a cuenta. Mantener a mis amigos a pesar de que estén lejos, perdonar sus estupideces y aceptarlos como son. Y cada vez somos más diferentes porque todos cambiamos, y aún así les quiero con toda mi alma.
Aiden se queda callado, mirándose los cordones de los zapatos, y yo no soy capaz de abrir la boca, reflexionando sobre sus palabras. Me ha dado mucho en lo que pensar, aunque sacudo la cabeza para despejarme.
—¿Te gustaba Benji?
—No te quedes solo con eso, Olaya.
—¿Y por qué no vas a buscarla?
—Te lo acabo de decir, soy feliz aquí.
—También me has dicho que tengo que ir a por lo que quiero, y tú deberías hacer lo mismo.
—Ya, pero lo que yo quiero y lo que ella quiere no es compatible. ¿Has visto su instagram? ¡Le flipa viajar!, lo ha convertido en su modo de vida, cada pocas semanas en un lugar nuevo, y yo quiero estar aquí.
Me vuelvo a quedar callada. Aiden suspira.
Benji ya no se llama Benji. Bueno, en realidad nunca se ha llamado así, era su mote en el pueblo porque es hija de Bernarda, la de la peluquería, y se llama igual que su madre. El año pasado se fue del pueblo, cogió un avión y se piró, sin más, apareció en París con varios influencers haciéndose llamar Bambi y desde entonces no ha hecho más que ganar dinero y seguidores a montones.
Reconozco que alguna vez he soñado con hacer lo mismo que ella, irme de Alondra, empezar de cero en otro sitio, pero me parezco más a Aiden. Me encanta mi pueblo, quiero vivir aquí, quiero ser parte de esta comunidad, trabajar aquí aunque no sepa en qué, tener mi propia casa quizá en el barrio de Pescadores.
Y tiene razón, puedo hacerlo. Puedo empezar de nuevo con Dafne y los alondrinos, puedo hacer amigos, puedo buscar un trabajo aunque sea en el hotel o en el supermercado de Herminia. No me hace falta irme como Bambi.
—Gracias, de nuevo.

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Como el sabor a helado de limón
Ficção AdolescenteOlaya y Cayetano son amigos desde siempre, y desde siempre Cayetano ha estado enamorado de Sara sin abrir la boca. Es el verano del 2017 y Olaya decide que ya es hora de que su amigo se declare, pero no todo saldrá como esperan.