27 de agosto
OLAYA
Me siento muy distinta a la chica que era hace dos meses y al mismo tiempo creo que no he cambiado tanto. Sigo siendo yo, pero ya no soy yo. Cuando me miro al espejo me reconozco, pero veo ese parecido físico que tengo con Dafne, en especial ahora que llevo puesta su ropa.
He perdido una apuesta estúpida y me ha tocado ponerme la camiseta más fea de su armario. Efectivamente, la que le regalaron mis padres. El azul es un color que suele quedarme bien, pero el tono fosforito de las letras es tan feo que hace insalvable el trozo de tela.
Cayetano ha intentado ayudarme ofreciéndose a llevar la penitencia, pero me he negado. Tengo que hacer las cosas por mí misma, abrirme al grupo, a lo bueno y a lo malo. Además, no es tan terrible como el castigo de mi prima: tiene que cortarse el pelo en algún momento de la noche.
—Por mucho que supliques no vas a librarte.
—Es excesivo.
—Has dicho que el castigo podía ser lo que quisiera.
—¡Excesivo!
En realidad lo he dicho por su bien, lleva las puntas destrozadas, y si tiene el pelo corto no nos pareceremos tanto.
—Veva sabe cortar el pelo con navaja —comenta Celia—, pero no sé dónde se ha metido. A mí me lo cortó hace unas semanas y mira qué bien me lo ha dejado.
Lo cierto es que no le queda mal, sin embargo no tengo tanta confianza con Veva, apenas hemos hablado. Es curioso que con su hermana, Alicia, sí que lo haya hecho, con Damian, Paula... Y con ella no he sentido ninguna conexión, como si a pesar de haber orbitado todo el verano en los mismos círculos el destino no quisiera que nos juntásemos. Tengo la sensación de que Veva ha vivido en una Alondra diferente a la mía.
Dafne vuelve a la carga, ha bebido todo lo que le ha puesto Alex en la mano, cubata tras cubata, como casi todos los que estamos en la playa a las seis de la mañana. Somos la resistencia de la fiesta, los que nos negamos a admitir que se acaba el verano.
—Por favor, por favor, no volveré a hacer un spoiler de Juego de Sillas. Me veré contigo todos los capítulos. ¡El capítulo final! ¡Lo veré contigo si es lo que quieres!
—No es lo que quiero.
—¡Soy como Hulk, si me corto el pelo pierdo mi fuerza!
Alguien se une a nuestra conversación y de repente es un coro de voces, cada uno con su tema, respondiendo sin ton ni son.
—Hulk no pierde la fuerza si se corta el pelo, ese es Sansón.
—Sansón... Sansón es un muñeco muy guapo y de cartón.
—Ese es Pimpón.
—No, Pimpón es de La Bella y la Bestia.
—¿A quién le queda ginebra?
Me alejo del grupo de borrachos para acercarme a Cayetano.
Mi novio.
No lo asimilo.
Está jugando al voley con los más sobrios, quienes se han puesto a hacer deporte porque alguien les ha dicho que sudando se les bajaría antes el alcohol. No sé si es cierto, pero parecen más serenos.
Me siento un rato en la arena, apoyo la cabeza sobre las rodillas y cierro los ojos. No sé cuánto tiempo me quedo así, acabo durmiéndome. Despierto porque Cayetano me zarandea con suavidad, me ha tapado con una toalla y una chaqueta, y está amaneciendo.
De las veinte personas que éramos al principio de la noche, apenas quedamos la mitad.
Los atalondrados se abrazan y ven la salida del sol agarrados. Algunos lloran y hacen llorar a los otros. Entiendo lo que supone para ellos separarse, no saber si el año que viene volverán a coincidir, cuando se verán de nuevo.
Los alondrinos siguen de fiesta. Han encontrado una botella de ron y pretenden abrirla. No sé cómo les queda hígado, pero yo no voy a ser capaz de seguirles el ritmo.
Cayetano me abraza y me da un beso en la cabeza, y me quedo pegada a él mientras el sol se alza sobre Alondra del mar. Las gaviotas graznan saliendo de sus nidos, se ven algunos barcos pesqueros volviendo al puerto y otros marchándose a faenar, y el Tío José nos da los buenos días mientras niega con la cabeza de camino a su chiringuito.
—Es hora de despedirnos —dicen los atalondrados—. Nos veremos el año que viene, ¿verdad?
—Yo no pienso moverme —les respondo.
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Como el sabor a helado de limón
Novela JuvenilOlaya y Cayetano son amigos desde siempre, y desde siempre Cayetano ha estado enamorado de Sara sin abrir la boca. Es el verano del 2017 y Olaya decide que ya es hora de que su amigo se declare, pero no todo saldrá como esperan.