Capítulo 42. Un correo electrónico anónimo

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El cuerpo de Fabian se congeló. Nunca esperó que Finnick reaccionara así después de ver esas fotos; teniendo en cuenta la personalidad de Finnick, Fabian pensó que montaría en cólera y cortaría toda relación con Vivian. Sin embargo, parecía por completo imperturbable. O más bien, tenía plena fe en la moral de Vivian; cuando este pensamiento pasó por la mente de Fabian, se sintió muy frustrado.

«¿Por qué? ¿Por qué Finnick confía tanto en Vivian? ¿No se supone que su relación es superficial y breve? Aunque compartía una relación tan íntima con Vivian hace dos años, creí que Vivian era una mujer promiscua después de ver esas fotos. ¿Es porque no confié lo suficiente en ella?» Esta pregunta surgió en la mente de Fabian, pero intentó con desesperación reprimir su frustración.

«No. ¡Las fotos ya están ahí! ¿Qué tipo de malentendido puede haber? La única explicación es que a Finnick ni siquiera le importa Vivian. Por eso se despreocupa de la clase de persona que es ella».

—Fabian, pareces muy interesado en mi mujer —dijo Finnick, interrumpiendo los pensamientos de Fabian.

El cuerpo de Fabian se puso rígido; cuando levantó la cabeza, vio la expresión fría y tranquila de Finnick. Fabian se sintió de repente como un completo idiota por haberle llevado las fotos a
Finnick.

Aunque Finnick estaba sentado en una silla de ruedas, desprendía un aura innatamente digna y elegante. Su presencia era tan grande que nadie podía apartar los ojos de él.

De repente, Fabian recordó los comentarios ocasionales de su padre sobre su tío. Incluso su padre, que era un hombre bastante exigente, decía que si Finnick no estuviera lisiado, no tendría ni siquiera una oportunidad contra él.

De repente, Fabian se sintió muy molesto. En el pasado, siempre se consideró un hombre excepcional, solo ahora se daba cuenta de lo indigno que era en comparación con Finnick.
Aunque no entendía por qué se comparaba con Finnick, este repentino descubrimiento le llenó de frustración. Embargado por un impulso repentino, sonrió.
—Sí. Puede que no lo sepas, pero tuvimos una relación cuando ella aún estudiaba.

Fabian lo dijo de forma desenfadada, como si intentara enfadar a Finnick a propósito. Hay que reconocer que sus palabras cumplieron su objetivo.

Finnick apretó en silencio las asas de la silla de ruedas. Sin embargo, poco después, se burló con frialdad.
—¿Ah, sí? —Esas dos palabras eran simples, pero intensamente frías. La furia de su voz podía provocar escalofríos.

Fabian se dio cuenta de que se había excedido. Con el rostro pálido, dijo en un tono más suave:
—Tío Finnick, no te molestes tanto por ella. Es una simple mujer. Hago todas estas preguntas porque me preocupa que mi tía se sienta molesta después de saberlo.

La esposa de Finnick también era muy misteriosa.
En consecuencia, el abuelo de Fabian quería encontrarle a Finnick una esposa de una familia rica.
El padre de Fabian, Mark, estaba en un principio preocupado porque ese matrimonio podría otorgar a Finnick algún poder. De forma inesperada, Finnick anunció de repente que se había casado con una chica corriente de familia media. A pesar de haber regresado durante un tiempo,
Fabian aún no había visto a la rumoreada esposa de Finnick.

Finnick se limitó a mirar a Fabian, sin responderle en absoluto. Al darse cuenta de que estaba siendo demasiado entrometido, una expresión de incomodidad cruzó su rostro. Al final, respondió a la primera pregunta que Finnick planteó:
—Obtuve la foto de un correo electrónico anónimo.

—¿Anónimo? —repitió Finnick, con un tono ilegible.

Fabian asintió. Todavía reacio a rendirse, no pudo evitar añadir:
—Tío Finnick, no me culpes por ser entrometido. Pero Vivian es una mujer indecente. También tiene mala reputación en la oficina. Así que debería...

—Fabian. —Antes de que Fabian pudiera terminar su frase, Finnick le interrumpió. Una pizca de irritación ya se había colado en su voz—. ¿No estás metiendo demasiado tu nariz en mis asuntos?

Solo entonces Fabian se dio cuenta de que había hablado demasiado. De ahí que mirara hacia abajo y se disculpara:
—Lo siento, tío Finnick.

—Muy bien, Fabian. Si no hay nada más, me voy. —Finnick se ajustó la corbata y añadió con calma—: Mi mujer me sigue esperando en casa.

Con eso, salió del café sin dedicarle a Fabian una segunda mirada. Finnick volvio al coche; Noah, que estaba sentado junto al asiento del conductor, sintió que el coche estaba mucho más frío de lo habitual.
—Noah. —Finnick llamó de repente—. Te pedí que investigaras ese asunto el otro día, ¿no? ¿Cómo va?

Casado sin másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora