Casado sin más

Capítulo 92. El centro del conflicto profesional

Vivian ya estaba ocupada con la composición tipográfica, así que al ver el expediente de Shannon, frunció el ceño y comentó:
—Shannon, ahora mismo estoy muy ocupada. He estado intentando ponerme al día con mi trabajo. ¿No puedes hacerlo tú sola?

Shannon abrió los ojos con incredulidad, como si acabara de escuchar un chiste malísimo.
—¿Qué acabas de decir? ¿Sabes lo ocupado que estoy? Para tu información, ihice esta entrevista de investigación yo sola! Todavía tengo que ordenar todas las transcripciones. ¿Y esperas que haga
estas tareas yo sola?

Vivian frunció más el ceño y replicó:
—Pero yo también estoy muy ocupada aquí. ¿Por qué no...?

Antes de que pudiera terminar sus palabras, Shannon la interrumpió con impaciencia:
—Vivian, sé que solo eres personal de segunda línea. No estás tan ocupada como nosotros, los de primera línea. Deja de lado tu arrogancia, ¿quieres? ¿O piensas pedirle al editor jefe que te ayude con tu trabajo para poder sentarte, no hacer nada y cobrar?

La voz de Shannon era aguda, pues había elevado el tono a propósito, haciendo que aquel súbito arrebato llamara la atención de la mayoría de los presentes en la oficina. Cansada del drama, el rostro de Vivian se volvió frío e impasible. Respiró hondo, agarró con actitud despreocupada los documentos que Shannon había puesto sobre su mesa y dijo con indiferencia:
—Está bien, te ayudaré a organizarlos.

En el rostro de Shannon apareció una expresión de victoria. Justo cuando estaba a punto de salir con una réplica ingeniosa, Vivian volvió a hablar con frialdad:
—Sin embargo, por favor, no te consideres la benefactora de esta empresa después de una sola entrevista exitosa. Bájate del caballo y date cuenta de que es la primera vez, después de estar en esta empresa durante dos años enteros, que eres responsable de tu primer manuscrito.

Aunque las palabras de Vivian sonaban mezquinas e hirientes, también eran la verdad. Ambas habían entrado en la empresa al mismo tiempo. El año anterior la ascendieron para que se encargara de otra sección de la revista, mientras que Shannon se había quedado con las mismas tareas, como la corrección de artículos.
—Tú...

Shannon no había previsto que Vivian se volviera contra ella de repente. Su rostro se puso pálido al tiempo que escuchaba las risas de los compañeros que la rodeaban. Conmovida por la ira, apretó los dientes y los puños. A continuación, se dio la vuelta para marcharse, sin poder tomar represalias.

Después de que se marchara enfadada, Sarah deslizó su silla y le dio a Vivian un pulgar hacia arriba.
—¡Vivian, bien hecho! ¡Qué espléndido despliegue para bajarle los humos a esa pomposa señora! En estos días me enojé con Shannon. Solo era una entrevista y, sin embargo, ya se estaba dando aires de grandeza y actuando de forma tan altiva.

Vivian sonrió en silencio, negándose a hacer más comentarios. Se puso a ordenar los documentos que Shannon había dejado sobre su mesa. Al examinarlos, no pudo evitar fruncir el ceño. La fábrica mencionada era malvada. Los empleados contratados eran todos del campo. Eran simples personas que no sabían mucho, engañadas para convertirse en obedientes esclavos.

Mirando los documentos, dudó y no pudo evitar murmurar:
—Si la fábrica quedara al descubierto, ¿qué pasaría con esos pobres trabajadores?

—Todos ellos estarían en el paro —intervino Sarah mientras se encogía de hombros—. Soy responsable de investigar el flujo de capital de esta fábrica. En los últimos tiempos, han recibido muchos pedidos grandes. Sin embargo, no han podido mantener el ritmo financiero. Parece que los salarios de los trabajadores llevan mucho tiempo atrasados. Si seguimos adelante y exponemos esta fábrica, todos sus activos serían congelados. No hace falta decir que los trabajadores se verían afectados.

Vivian no podía soportar escuchar una realidad tan cruel. Sin embargo, sabía que había que actuar. Al fin y al cabo, seguir permitiendo que los alimentos producidos por una fábrica tan irresponsable circularan por el mercado sería una carga para los consumidores. Puede que sea un tema difícil de tratar, pero lo único que podía hacer era seguir organizando la información que tenía a mano.

Cuando el reloj marcó las once de la mañana, sintió un ligero calambre en el estómago. Se frotó y masajeó la barriga con el ceño fruncido. Tenía un estómago débil, y le empezaba a doler en cuanto sentia un poco de hambre. Para prepararse para las horas extras, había comido unas cuantas galletas antes. Pero el tiempo parecía pasar volando sin que se diera cuenta, y no podía aguantar más.

Al darse cuenta de que la tienda de abajo debía de haber cerrado en ese momento, no tuvo más remedio que dirigirse a la despensa para ver qué había en la nevera. Como había demasiada gente trabajando horas extras, los tentempiés se habían acabado hacía tiempo. Sin más remedio, decidió calentar un poco de leche para llenarse la barriga.
Justo cuando estaba dando un sorbo, oyó de repente unos pasos que se acercaban detrás de ella.

Giró la cabeza a tiempo para ver a alguien a quien no tenía intención de ver ni esperaba encontrarse.