Capítulo 46. La fatidica entrevista

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Finnick mantuvo la compostura; incluso cuando puso los ojos en Vivian, no hubo ni una pizca de emoción en su rostro.

—Bien, empecemos ahora. —Fabian sonrió recatadamente y le indicó a Vivian que se tumbara en el sofá. Finnick empujó su silla de ruedas y se dirigió hacia ellos, evitando por completo la mirada de Vivian.

—Gracias, tío Finnick, por la visita de la última vez. —Fabian fingió ignorancia, como si no existiera una tensión acuciante en la sala. Pronunció—: Estamos muy agradecidos por esa entrevista, ya que aumentó mucho las ventas de nuestras revistas.

—De nada —respondió Finnick.

—El objetivo de esta entrevista es saber más sobre tu reciente Premio de la Juventud —dijo Fabian —. ¿Cómo te sentiste al recibir este premio?

—Se sintió como una afirmación de mis esfuerzos —respondió Finnick.

La pareja de tío y sobrino prosiguió su conversación con serenidad. Esto contrastaba fuertemente con los turbulentos sentimientos que Vivian, que estaba sentada al lado, experimentaba. Conocía demasiado bien el carácter de Fabian, el hecho de que el editor en jefe dirigiera el mismo esta entrevista demostraba que debía haber algún motivo subyacente.

«¿Podría ser?» Vivian recordó de repente las fotografías que ojeó ayer y su rostro palideció de inmediato. «¿Quiere Fabian exponer esas fotos a Finnick?»

Poco sabía Vivian que Fabian ya había mostrado a Finnick todas las fotografías. La entrevista de hoy se realizó solo porque Fabian se sentía angustiado. Le molestaba el hecho de que Vivian se mostrara por completo impasible ante sus acciones. Por eso, cuando la compañía de revistas decidió volver a entrevistar a Finnick, decidió llevar a Vivian.

Tras unas cuantas preguntas poco controvertidas, a Fabian se le iluminaron los ojos e inquirió:
—¿Hubo un gran revuelo en Internet con las noticias sobre su mujer tras la entrega del premio?
Finnick bajó la mirada y asintió.

—Si no le importa, ¿podría compartir más sobre su esposa? —Fabian sonrió con amabilidad y comentó—: Como debe saber, a las lectoras les encanta cotillear sobre esto.

—¿Y mi mujer? Es una simple dama —respondió Finnick con una pequeña sonrisa.

—¿Puedes describirla un poco más? —preguntó Fabian mientras su mirada recorría a Vivian, sentada a su lado—. Debe ser una dama especial y amable. ¿Compartes una gran relación con ella?

Tras escuchar la pregunta de Fabian, Vivian comprendió al instante por qué la había traído para realizar la entrevista. Fabian quería que Finnick revelara su profundo amor por su esposa para obligar a Vivian a retroceder y sentirse culpable por sus acciones. A Vivian le pareció de repente divertidísimo.

«¿Será que Fabian quiere que me ponga celosa de mí misma? Sería cómico si después descubriera que soy la esposa de Finnick». Al pensar en eso, Vivian se estremeció de forma involuntaria. «No' importa, esa realización no se producirá en este momento de todos modos».

Por otro lado, Finnick también se dio cuenta del propósito de la línea de preguntas de Fabian. Sus ojos se iluminaron al mirar a Vivian, que no pudo disimular su sonrisa. De forma involuntaria, la comisura de los labios de Finnick se curvó.
«Debe estar disfrutando de esto, ¿verdad?»

Como a Vivian le pareció interesante, Finnick se alegró de continuar con la fachada.
—En efecto, mi esposa es ingenua y bondadosa. —Finnick continuó despacio—. Es muy tímida.
Incluso después de nuestro matrimonio, se sonroja con facilidad y su comportamiento es en extremo entrañable.

Vivian se quedó atónita ante sus palabras. Miró a Finnick, que captó su mirada y le devolvió la sonrisa. La cara de Vivian se puso roja al instante.

Finnick la estaba describiendo de forma clara. Después de todo, él no estaba tan cerca de ella.
Cada vez que tenían algún tipo de interacción íntima, un horno interno le quemaba la cara.
Tras escuchar lo que Finnick describió, Fabian miró al instante con arrogancia a Vivian, que estaba sentada a su lado. Pensó que Vivian se sentiría avergonzada después de escuchar la descripción que Finnick hizo de su esposa. Sin embargo, su rostro solo se tiñó de un ligero enrojecimiento mientras anotaba con torpeza lo que Finnick relataba.

Fabian frunció las cejas y continuó su línea de investigación:
—Entonces, ¿te gustan las damas de buen corazón y puras?

Finnick esbozó una pequeña sonrisa y permaneció en silencio.
Fabian no quedó satisfecho con la respuesta de Finnick y preguntó:
—Supongo que sí, ¿verdad? ¿A quién no le gustaría alguien inocente y entrañable? En cambio, deberíamos desconfiar de esas mujeres cazafortunas.

Casado sin másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora