Capítulo 79. ¿Quieres bailar?

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—¿Quién es esta ignorante y de dónde viene? —la reprendió severamente el anciano señor Norton
—. ¡Conoce tu lugar! No estás capacitada para dirigirte a mí como bisabuelo, ya que aún no eres parte de la familia Norton. Por lo tanto, deja de comentar los asuntos de nuestra familia.

Ashley se quedó boquiabierta tras ser amonestada y se arrepintió de su impulsiva decisión de hablar. No había esperado que el plan que había puesto en marcha con tanto esfuerzo no perjudicara en absoluto a Vivian; en cambio, acabó dejando una mala impresión en el anciano señor Norton. En ese mismo instante, no se atrevió a pronunciar otra palabra. Lo único que hizo fue mantener la cabeza baja mientras sus dientes se clavaban en el labio inferior.

«¿Por qué? ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué Vivian siempre tiene tanta suerte de escapar de todo lo que le lanzo? ¡No puedo vencerla!»

Cuando se sirvió el siguiente plato, todos comieron en silencio.
Una vez terminada la cena, todos se dirigieron a un salón de la sala contigua para bailar.

Mientras la banda actuaba en el escenario, una música melodiosa llenaba la sala. Había muchas parejas bailando abrazadas. En medio de la música, los camareros entraban y salían de la multitud sirviendo champán y vino. Los invitados que no bailaban se amontonaban y charlaban alegres.
La escena se parecía a lo que siempre había visto en la televisión. Sin embargo, Vivian tenía la molesta sensación de que ella no encajaba en ella. De pie detrás de la silla de ruedas de Finnick, podía percibir las ocasionales miradas condescendientes y burlonas.

—Finnick. —Vivian observaba a Ashley y Fabian bailando en el centro de la sala y cómo captaban la atención de todos. Solo la hacía sentir incómoda—. ¿Nos vamos ya a casa?

Al fin y al cabo, no sabían bailar y no había mucho que hacer.
— Pasaremos la noche aquí —respondió Finnick sin dudar.

A pesar de sentirse perpleja, Vivian asintió sin protestar.
—¡Qué pasa? ¿No te sientes cómoda? —Los ojos de Finnick se oscurecieron—. ¿Es por lo que acaba de pasar?

A Vivian le pilló desprevenida y no supo cómo responder.
—Me parece bien. Cuando ocurrió aquel incidente hace dos años, soporté cosas mucho peores en comparación con esto. Solo me preocupa que no seas feliz quedándote aquí —respondió Vivian con sinceridad.

Finnick era su marido. Desde la perspectiva de una persona ajena, podrían malinterpretar que ella le había engañado. Para un hombre, esto era muy dañino para su ego. Vivian no quería que Finnick, que tenía una reputación excepcional, acabara convirtiéndose en el hazmerreír por su culpa.

Sorprendido por la respuesta de Vivian, Finnick se lo pensó un poco. A continuación, giró su silla de ruedas en dirección a Vivian. Cuando vio su expresión nerviosa e incómoda, su corazón no pudo evitar derretirse.

—Vivian William —preguntó de repente—, ite gustaría bailar?

—¿Bailar? —Vivian se quedó atónita—. ¿Con quién?
Dado que Finnick estaba en la silla de ruedas, estaba claro que no podía bailar. Sin embargo, aparte de él, no conocía a nadie más allí.

Al ver la expresión de desconcierto de Vivian, Finnick sonrió sin querer.
—Conmigo —bromeó y agarró la mano de Vivian de sopetón.

«¿Con él?» Vivian se sintió aún más confundida. Antes de que pudiera reaccionar, Finnick ya estaba rodando su silla de ruedas hacia el centro del pasillo con Vivian a cuestas.

Al verse arrastrada, Vivian le siguió con la aquiescencia.
—¿Finnick? —Vivian estaba aturdida—. ¿Qué estás haciendo?

—Bailando. —La mirada por lo general indiferente de Finnick estaba ahora llena de regocijo—. ¿No dijiste que te esforzaste en aprender los pasos de baile? ¿Aún los recuerdas?

Solo entonces comprendio Vivian que Finnick quería bailar con ella. Se sonrojó ante su pregunta.
—Yo... hablé sin pensar. Ni siquiera puedo seguir bien el ritmo.

La sonrisa de Finnick se amplió.
—¿Así es? Eso solo facilitará las cosas.

Vivian se sorprendió. Antes de que pudiera preguntar por qué, Finnick le tomó la mano y le dio un fuerte tirón. Al momento siguiente, Vivian perdió el equilibrio y cayó en los brazos de Finnick.
—¡Finnick! ¿Qué estás...? —Entró en pánico y se esforzó por levantarse. Sin embargo, Finnick la abrazó por la cintura con tanta fuerza que no pudo moverse en absoluto.

Casado sin másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora