Casado sin más

Capítulo 117. Control

Su voz grave sonaba más sexy que de costumbre, lo que hizo que el cuerpo de Vivian se calentara también. Ella tartamudeó:
—No... no.

—¿Por qué no? —Finnick bajó para mordisquear el lóbulo de su oreja y susurró —La última vez dijiste que si.

Su aliento hizo cosquillas en la oreja de Vivian y sus burlas casi lograron persuadirla. Sin embargo, su última pizca de racionalidad le decía que no lo hiciera.
«De ninguna manera. No puede pasar nada entre nosotros».

Antes, en la residencia Norton, sí le dio permiso a Finnick. A pesar de ello, ahora se sentía diferente.

Ella aceptó entonces que, como ya estaban casados, no le importaba tener un hijo con él aunque fuera un matrimonio sin amor. Al fin y al cabo, ese era también su deber como esposa.

Ahora, ya no podía tomar una decisión tranquila sin dejarse influir por sus emociones. Ahora se daba cuenta de que podía sentir algo por él, sentimientos que no debería tener. Vivian no se atrevia a entregarse a él a la luz de esta revelación, no fuera que se enamorara de él y no soportara dejarlo en el futuro. Con ese pensamiento, lo apartó y razonó:
—Mi madre también está en casa, así que no es una buena idea...

Finnick bajó la mirada y miró los ojos claros de Vivian. Fue como una llamada de atención para él. Nada era más decepcionante que tener a una persona perdida en sus deseos lujuriosos mientras la otra seguía siendo lógica y rechazaba sus movimientos, Pensando que Vivian aún no estaba preparada como consecuencia de lo sucedido hace dos años, Finnick dio un paso atrás para darle algo de espacio. Nunca esperó que se viera tan privado hasta este punto, teniendo que soportar y controlar su lujuria una y otra vez. En especial cuando se trataba de esta mujer, que siempre le pareció tan atractiva.

«Olvídalo. Como está lesionada, lo dejaré pasar».

Eso no significaba que fuera a dejarla ir fisicamente, En cambio, volvió a rodear su cintura con el brazo. Mientras ella lo miraba sorprendida, él le aseguró:
—No te preocupes, no voy a forzarte. Solo quiero ayudar a ducharte.
«Con ese tipo de duchas, ¿cómo puede mantener la herida seca ella sola?»

Sonrojada, Vivian rechazó:
—Está bien. Me limpiaré yo misma.

Dicho esto, se dio la vuelta para escapar, pero Finnick la sujetó, negándose a dejarla marchar.
—¿Por qué eres tan tímida? Al fin y al cabo, ya te he visto desnuda — afirmó mientras bajaba la cabeza de la ducha. —No hay necesidad de preocuparse por mi porque todavía tengo algo de autocontrol.

Al momento siguiente, empezó a ayudarla a ducharse. Sabiendo lo testarudo que era, Vivian estaba segura de que era inútil rechazarlo. Solo pudo permanecer rígida en su sitio mientras él la ayudaba a lavarse. Para su desgracia, cuando la mano de Finnick rozó su piel, esa sensación cálida y áspera hizo que un sinfín de corrientes eléctricas recorrieran su cuerpo. Hizo todo lo posible para contenerse y no temblar.

Hablando de resistencia, Finnick lo tenía aún más difícil. Aunque le había dicho que podía controlarse, se dio cuenta de que el autocontrol era casi imposible ante Vivian. Sin embargo, ya le dio su palabra, así que solo pudo apretar los dientes y seguir conteniéndose.

Después de ayudarla a bañarse, por fin llegó el momento de secarla. Al percibir su seriedad en la realización de la tarea, Vivian cayó aturdida. No recordaba la última vez que alguien le dio un baño así.

«Era muy joven cuando mamá me bañaba. A medida que crecía, ella estaba más ocupada con el trabajo y yo empecé a cuidar de mí misma. ¿Quién iba a pensar que, después de tantos años de ser independiente, iba a aparecer otra persona en mi vida cuando estoy lesionada, alimentándome, limpiándome e incluso bañándome?»
Se sintió compensada por todo el amor del que había sido privada durante mucho tiempo. Y lo que es más significativo, esta persona era alguien con un estatus social alto que nunca se había preocupado por los demás.