Capítulo 96. Sangre

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Los demás empleados de la compañía también se habían percatado del hombre y gritaron mientras se dispersaban. Era notorio que el hombre apuntaba a Fabian, así que aceleró mientras la multitud se dispersaba asustada, gritando:
—iFabian Norton! ¡Cabrón! ¡Has hecho que pierda mi trabajo! ¡Muere!

Fabian había nacido en una cuna de oro y nunca había experimentado algo así. Se quedó congelado en el suelo, aturdido mientras el cuchillo se acercaba a su cuerpo. Sin dudarlo, Vivian se precipitó hacia él. Se agarró al brazo del hombre en un intento de evitar que le hiciera daño a Fabian.

El hombre no esperaba ser detenido por ella y retrocedió unos pasos. Se giró para mirarla mientras hacía una mueca.
—¡Puta! ¿Cómo te atreves a detenerme? Voy a matarte primero.

Entonces, apuntó su cuchillo a Vivian, quien se aferró a su brazo. Cuando él se dio la vuelta, ella cayó unos pasos hacia atrás. Antes de que pudiera estabilizarse, el cuchillo ya estaba apuntando hacia su cuerpo. Su rostro quedó pálido y no tuvo tiempo de escapar.

Fabian al fin recuperó la compostura después de ver que el hombre fue a por Vivian primero.

Corrió hacia ella mientras gritaba:
—iVivian!

—Ah...
Un dolor punzante recorrió su cuerpo. Se estremeció y cayó al suelo. Al mismo tiempo, Fabian se precipitó hacia el hombre y le dio un puñetazo en la cara. Su abuelo, el Sr. Norton, era un ex militar. De ahí que tuviera en alta estima a su vástago teniendo en cuenta la situación. El había aprendido el arte de la defensa personal y el karate desde muy joven. Estaba aturdido por el repentino ataque del hombre. Sin embargo, lo mandó a rodar por el suelo con solo un puñetazo.
—¡Vivian!

A Fabian no le importaba el hombre que estaba en el suelo. Se precipitó hacia Vivian y la ayudó a levantarse. Su corazón se hundió al ver su rostro pálido y su camisa manchada de sangre. Al momento siguiente, gruñó a la desconcertada multitud.
—¿Qué están esperando? Llamen a la ambulancia.

Al final, se espabilaron y se apresuraron a llamar a una ambulancia. Vivian se sintió incómoda por el hecho de que se acercara tanto a ella y dijo con voz suave:
—No te preocupes. Solo son mis brazos. Deja que me vaya. Todo el mundo está mirando.

Fabian no prestó atención a sus palabras y agarró con fuerza su herida sangrante. Le frunció el ceño, con voz algo temblorosa:
—¡Vivian William! Eres estúpida? ¿Sabías lo peligroso que fue lo que hiciste? ¿Por qué te apresuraste a venir a mi lado?

Parecía haber olvidado que la gente de la empresa les estaba observando y había olvidado el hecho de que hace unos días la detestaba. También había olvidado su traición de dos años atrás.

La cara pálida de Vivian y la herida sangrante era todo lo que podía ver.

Siguió repitiendo en su mente el grito que Vivian acababa de soltar. Pero ella tenía la mente en blanco mientras lo miraba, ya que sintió como si volviera a ser el Fabian que solía conocer.

Casado sin másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora