CAPÍTULO 48

208 10 226
                                    

NARRAS TÚ

HORAS DESPUÉS...

No podía dormir. Sentía unas pataditas en mi vientre que me hacían retorcerme de incomodidad. Al parecer hoy es esos días del que mi bebé parecía muy inquieto. Miré a mis esposas, Katie y Mel, que dormían plácidamente a mi lado, abrazadas entre sí. Sentí una punzada de envidia y frustración. ¿Por qué ellas podían descansar y yo no? ¿Acaso no se daban cuenta de lo que yo estaba pasando?

Me levanté con cuidado, tratando de no despertarlas. Me puse una bata y salí de la habitación. Caminé por el pasillo luego bajé las escaleras y me dirigí a la cocina, buscando algo que me calmara el hambre y el antojo que sentía. Abrí el refrigerador y lo revisé con la mirada. Había leche, jugo, fruta, queso, jamón, huevos, pizzas, salchipapas, hamburguesas... pero nada de lo que me apetecía. Lo que yo quería era un pastel. Un pastel de chocolate con crema y fresas. Eso era lo que mi bebé me pedía a gritos.

Suspiré y cerré el refrigerador. Volví a la habitación y me acerqué a la cama. Toqué el hombro de Katie y la llamé en voz baja.

- Katie, amor, despierta.

- Mmm... ¿qué pasa? - murmuró ella, abriendo los ojos con pereza.

- Tengo hambre - le dije.

- Hay comida en la cocina, ve y come algo - me respondió, volviéndose a tapar con la sábana.

- No, no quiero eso. Quiero un pastel - insistí.

- ¿Un pastel? - repitió ella, confundida.

- Sí, un pastel de chocolate con crema y fresas. Es lo que el bebé quiere - le expliqué.

- ____, son las dos de la mañana. No hay pastelerías abiertas a esta hora - me dijo, con voz de sueño.

- Pues llama a alguna y pide que te lo traigan - le sugerí.

- ¿Estás loca? Nadie va a hacer eso - me negó.

- Por favor, Katie, es por el bebé. Necesito ese pastel - le rogué, haciendo pucheritos.

- ____, no seas así. Vuelve a la cama y trata de dormir. Mañana te compramos el pastel que quieras - me prometió.

- No, no puedo esperar. Lo quiero ahora - me quejé.

- ____, déjame dormir - me pidió, cerrando los ojos.

Me enfadé y me giré hacia Mel, que seguía durmiendo. La sacudí con fuerza y la desperté.

- Mel, cariño, despierta.

- ¿Qué? ¿Qué pasa? - preguntó ella, sobresaltada.

- Tengo hambre - le dije.

- ¿Otra vez? - se quejó ella ya que hace unas horas atrás les desperté por un vaso de Coca Cola Light.

- Sí, otra vez, pero en esta ocasión quiero un pastel - le dije.

- ¿Un pastel? - repitió ella, incrédula.

- Sí, un pastel de chocolate con crema y fresas. Es lo que el bebé quiere - le dije.

- ____, no puedes estar hablando en serio. ¿A dónde vamos a conseguir un pastel a esta hora? - me dijo, con incredulidad.

- No lo sé, pero lo necesito. Por favor, Mel, es por el bebé. Necesito ese pastel - le supliqué, con lágrimas en los ojos.

- ____, no llores. No es bueno para el bebé. Vamos, vuelve a la cama y trata de relajarte. Mañana te compramos el pastel que quieras - me ofreció.

- No, no quiero mañana. Lo quiero ahora - me negué.

El amor más allá de la fama (Katie McGrath, Melissa Benoist & Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora