Capítulo 5

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Kevin

Eran las siete en punto cuando el despertador sonó. Di varias vueltas en la cama, tomé el móvil en mis manos y consulté si tenía notificaciones.

Algunos comentarios a fotos de Instagram y dos mensajes del chico con el que me vi anoche.

No tenía interés en repetir la ocasión, pero le respondí con un Emoji por si lo necesitara más adelante.

Fui hasta el baño, tomé una ducha y me cepillé los dientes.

Media hora después ya estaba listo para ir a la universidad. Usaba mi suéter de gorro, que tenía un enorme Brooklyn escrito en la parte delantera. Mis jeans rasgados y ajustados negros y mis converse de color blanco. Até mi cabello con una goma.

Cuando bajé los escalones hasta la primera planta, Norman se hallaba con unos papeles y con el ordenador sobre la mesa del comedor. Pensé ignorarlo y continuar mi camino, pero su voz me detuvo.

—¿Kevin? ¿Tienes un momento?

—En realidad, no. Llego tarde.

—Tus clases comienzan a las nueve. Será un minuto.

Me giré para mirarlo.

—Sé que esto es complicado... para ambos —comenzó dejando de lado lo que hacía y se puso de pie —. Pienso que debemos poner algunas condiciones si queremos que esto funcione.

—Me parece bien.

—Necesito que seamos honestos y nos comuniquemos en caso de que algo no sea de tu agrado. No creo en el cliché de que un matrimonio arreglado se convierta en uno real alguna vez. No me funcionó la primera, no creo que lo haga una segunda.

Arrugué la frente. No sabía que hubiese estado casado.

—Por eso vamos a establecer las reglas. Yo te diré las mías y escucharé las tuyas. ¿Está bien? —asentí —. Primero: no me importa con quien te acuestes, pero dentro de esta casa nadie más que nosotros dos. Segundo: olvida las demostraciones de afecto en público, no se ven bien. Tercero: Necesito que las bebidas y las drogas que acostumbras a consumir se mantengan a raya, por lo menos hasta que cerremos el contrato en el que estoy trabajando. Es por tu bien, tenemos una imagen que mantener. Una vez que se concrete este proyecto en el que estoy trabajando, y tú aprendas, podremos divorciarnos sin más. Eres joven, supongo que pretendes hacer tu vida más adelante, y yo no seré un impedimento. Hagamos esto bien y podrás ser libre.

—Bien —acordé —. En realidad no tengo mucho que añadir. Estoy de acuerdo con lo que has dicho.

—¿Tienes alguna sugerencia?

—No, si se me ocurre algo te hago saber.

—Por órdenes de tu padre, de ahora en adelante vas a tomar clases extras privadas de Gestión de Empresas. Nos interesa que aprendas más de lo que ves en la universidad. Así podrás valerte por ti mismo, y ya no necesitarás de mí.

—Bien. Debo irme —dije y le di la espalda para marcharme.

We Found Our DestinyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora